A fondo y a Fondo

Sep 13 • Reflexiones • 3719 Views • No hay comentarios en A fondo y a Fondo

 

POR GERARDO OCHOA SANDY

 

El director del Fondo de Cultura Económica reemplazó el inicio de la celebración de los 80 años del sello fijado para el 3 de septiembre, con una reunión realizada el 19 de agosto entre periodistas de algunos medios con el presidente Enrique Peña Nieto, en Palacio Nacional, en torno a su reforma energética, en el programa Conversaciones a fondo, transmitida por televisión a nivel nacional.

 

Nunca en la historia del FCE había sucedido algo así.

 

El titular del sello anunció al menos tres veces la fecha inicial. El 7 de noviembre de 2013, en la Feria del Libro de Guadalajara; el 2 de marzo de 2014, en la Feria del Libro de Minería, y el 17 de julio de 2014 en conferencia de prensa. Luego, ante las críticas, niega que la charla con el Ejecutivo haya sucedido en su condición de titular del Fondo pero el programa, accesible en Internet, lo confirma, y él lo refrenda por escrito después. O es amnesia o es llano desdén a la opinión pública: me parece que las dos cosas.

 

¿Qué declararían sobre el episodio los miembros de los consejos editoriales de las colecciones del Fondo? La prudencia, en ocasiones, es una variante de la complicidad, un calculado aval. Los escritores que lo acompañaron en su anuncio en la FIL han callado también. Lo mismo pasó con sus distinguidos invitados a México para la conmemoración. El silencio casi unánime de la comunidad intelectual completa el estupor.

 

Carreño Carlón replica, dice que no hizo lo que hizo y que se le ofende, baraja los nombres de teóricos de las redes sociales para restarle valía a quienes cuestionan sus actos, suelta acusaciones de “reduccionismo”, “simplificaciones” y “brotes de histeria”, asegura que aquellos que desean que el Fondo sea dirigido por manos “menos afines al gobierno” aspiran en realidad a que lo conduzca alguien que se ajuste “a alguna de las clientelas culturales del Fondo”.

 

De esta manera se asume el dueño de un proyecto cultural que es propiedad de México.

 

El titular del FCE abrió el diálogo público con Peña Nieto, su invitado especial y, ante el repudio posterior, cancela la posibilidad de continuar la conversación. Está claro que no le gusta la crítica al director de una institución que, desde su origen, nos ha enseñado a ser críticos de nuestra realidad. En los 80 años del sello, ningún director general se había dirigido de ese modo a la comunidad de lectores a la que tiene que servir por mandato.

 

Inverosímil pero cierto: la conversación pública construida por el Fondo a lo largo de 80 años la cierra Carreño Carlón de un portazo. La consulta, vía Internet, acerca del futuro de la editorial, anunciada con bombo y platillo, tronó como esfera de Navidad: más libros, más colecciones, más reediciones, más traducciones, más librerías. ¿Es que acaso nadie se atrevió a decir algo más? Si así fue, tal vez el Fondo dejó de ser un interlocutor confiable para sus lectores.

 

El FCE nació en 1934 como un proyecto cultural que contribuyó a la construcción del México que salía apenas de los alzamientos armados, apuesta de Daniel Cosío Villegas. De inmediato se volvió en piedra de fundación del diálogo de la sociedad, a través de los libros. En los sesenta el sello incluye en su catálogo las ideas del socialismo que inoculan al Tercer Mundo y registra la pobreza en México, causas del despido de su entonces titular Arnaldo Orfila Reynal, relevado el 9 de noviembre de 1965.

 

El Fondo sobrevive, aunque apacigua su función social de animador de la conversación nacional, y se concentra en su compromiso con la formación de los universitarios y la difusión de conocimiento, que alcanzaría a la ciencia y a la literatura infantil y juvenil. Pero una parte esencial de su raíz fue mutilada desde entonces. Cosío Villegas no se sometió, tampoco Orfila Reynal. Eso hizo que el Fondo sea el Fondo. Eso es lo que falta hoy.

 

Por una llana cuestión de institucionalidad, el FCE ha publicado colecciones dedicadas a la actividad de los gobiernos federales. No obstante, sus directores, luego del golpe a Orfila Reynal, refrendaron con claridad la línea que separa a una institución que recibe apoyo del Estado de los gobiernos de cada ocasión. Lo hicieron de esa manera los maestros José Luis Martínez y Jaime García Terrés. No haberlo hecho hubiera vuelto al Fondo en oficina de imagen o de comunicación social, como sucedió ese día.

 

Es equiparable el golpe al Fondo de Orfila Reynal el 9 de noviembre de 1965 al inicio de las conmemoraciones de los 80 años cuando su titular se vuelve el conductor de la charla del 19 de agosto de 2014. Los extremos se tocan: hace el mismo daño al FCE un presidente que golpea al sello desde afuera que otro que lo somete desde adentro. Lo constata el instantáneo descrédito del Fondo ante sus lectores: no del catálogo de libros, no del equipo de trabajo, sino del Fondo como emblema del pensamiento libre en México.

 

No sabemos si aquella charla fue una idea de Carreño Carlón, una orden, o una combinación de ambas. Las dichosas conversaciones, adicionalmente, no tienen una periodicidad definida, lo que confirma la percepción de que la línea divisoria entre la editorial y el presidente desapareció. El Fondo no se caerá a pedazos por un suceso así. El catálogo, suponemos, crecerá en cantidad y calidad, se completará la transición digital, se buscará ampliar las ventas y acercarse a más lectores en el exterior. Pero el daño está hecho.

 

¿Cómo restituirlo? ¿Está a nuestro alcance?

 

El 7 de abril de 2013 el director del FCE reporta que a su llegada estaba definido un programa de publicaciones relativo a la violencia en México, presupuesto incluido. Los lectores lo esperamos con gran interés. Luego el 30 de agosto de 2014, después de la charla con el Ejecutivo, afirma que hay que historiar el antes y después de las reformas. ¿En las mesas de novedades nos encontraríamos así con libros sobre el tema en una nueva serie titulada, digamos, Moviendo a México? Los estudios que cuestionen las reformas, ¿se incluirán también?

 

En apego a aquella tradición paulatinamente abandonada luego del golpe a Orfila Reynal y que amerita urgente rescate, el Fondo tendría que enriquecer sus lanzamientos editoriales con estudios sobre la violencia que se acrecienta, los intocables poderes fácticos, el indoblegable narcotráfico, el tercio del país que requiere de guardias comunitarias o autodefensas para hacerle frente a la inseguridad, la catástrofe del sistema educativo nacional, el impacto comunitario y ecológico del fracking, la corrupción —esa palabra casi totalmente ausente en el segundo Informe de Gobierno—, las lecturas críticas a las reformas, la política de medios de la imagen presidencial, entre otros grandes problemas nacionales.

 

Esos son los asuntos de fondo para el Fondo… y para unas Conversaciones a fondo.

 

* Autor del libro 80 años: Las batallas culturales del Fondo (Nieve de Chamoy, 2014).

 

* Fotografía: Actividad de promoción de la lectura durante el Festival del Libro organizado con motivo de los 80 años del FCE / LUIS CORTÉS / EL UNIVERSAL

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