Arturo Garrido: Danza y tradición latinoamericana

Dic 19 • Escenarios, Miradas • 7247 Views • No hay comentarios en Arturo Garrido: Danza y tradición latinoamericana

POR JUAN HERNÁNDEZ

 

Hacer danza durante 40 años es toda una proeza. Arturo Garrido Puga, ecuatoriano de nacimiento, pero mexicano y ciudadano del mundo, lo ha logrado y lo festeja desde su trinchera en San Luis Potosí: La Guarida del Coyote, el espacio que fundó en 1998 como lugar independiente para el quehacer coreográfico.

 

Hablar de las danzas de Garrido implica hacerlo a partir de las ideas que le han animado. Es un hombre de izquierda que abandonó Ecuador en 1978 amenazado por la Junta Militar que gobernaba entonces al país sudamericano. En México fundó varias compañías y dio un giro al arte coreográfico con la creación de una danza militante, que él consideraba debía responder a las necesidades de la sociedad, con la cual buscó establecer un diálogo desde la escena.

 

Así nacieron colectivos artísticos como Alternativa, Andamio, Barro Rojo y Proyecto Coyote, este último en San Luis Potosí, en donde el artista continúa con su labor de maestro de danza, director y coreógrafo. El arte coreográfico se enriqueció con obras de su autoría, entre las que se encuentran El camino, Y amanecerá, Altazor, Alas tristes de la noche, Antígona, Declaración de odio, Absoluto amor, Rituales de un encuentro inesperado, Las soledades de Susana San Juan y El ritual de la ponzoña.

 

Arturo Garrido ha hecho danza desde la resistencia y lo marginal, siempre a contracorriente de las modas y los estilos predominantes en la escena dancística. Su trabajo coreográfico puede ser calificado de muchas maneras: poético, político, militante. En las temáticas de sus danzas encontraremos la referencia latinoamericana, la relacionada con la injusticia social o aquella manera tan nuestra de festejar la existencia.

 

Los personajes de Garrido en la danza son los hombres de a pie: trabajadores, campesinos y mujeres que buscan su lugar en el mundo con una voz fuerte y gozosa. Las atmósferas de sus obras están siempre en el filo cortante de lo siniestro y ahí, en el momento más violento surge, sin embargo, la belleza. Así de complejo es el coreógrafo y así de contrastante es su visión del mundo.

 

Garrido no teme al estigma, su arte es político y contestatario. Entendiendo lo político en el sentido amplio del término, de tal modo que el artista toma posición consciente en relación con la realidad que le circunda. Y entonces sus danzas se convierten en una expresión honrada, crítica, amorosa sobre el mundo que le ha tocado vivir. En ese sentido —en estos 40 años de trabajo en la escena dancística— el coreógrafo ha hecho política: sus búsquedas estéticas están cargadas de insatisfacción y, al mismo tiempo, de un gran amor por el movimiento, las formas y la tradición.

 

No hace mucho, en San Luis Potosí, presentó la obra El ritual de la ponzoña, con su grupo Proyecto Coyote, en la plaza que está afuera del Museo Federico Silva. Fue una manifestación artística poderosa. Los bailarines, cómplices del coreógrafo, creador y hombre de principios claros, conmovieron al público hasta las lágrimas. Su propuesta provocadora, libre y sensual movieron al espectador de su comodidad para cuestionarlo sobre el sentido de su existencia.

 

Por otro lado, las danzas de Arturo Garrido abrevan en la tradición latinoamericana. El movimiento en sus obras no es artificial, ni generado sólo por una técnica que le permite al bailarín realizar destrezas físicas poco comunes; el movimiento en su quehacer es producto de la memoria y de la historia, y en él se manifiestan el dolor y los momentos gloriosos de las luchas libertarias de los pueblos de América Latina.

 

Quizás por eso con Ritual de la ponzoña conmueve, valiéndose de los cuerpos libres de los bailarines que delinean el espacio y permiten experimentar, en el instante efímero de la danza, el territorio fronterizo entre el placer y el dolor, la existencia y la muerte. Todo al mismo tiempo.

 

El arte del coreógrafo hace a un lado el decorado innecesario y crea discursos. Por eso ha trascendido en estos 40 años y sus danzas forman parte ya de una tradición del quehacer coreográfico latinoamericano.

 

Arturo Garrido llegó de Ecuador y se ha quedado en San Luis Potosí. Desde la tierra tunera se mantiene activo en la creación de un arte que no renuncia a las ideas y toma sentido en principios filosóficos claros. De ahí que sus obras sean un manifiesto, una declaración del artista que asume su lugar en el mundo y nos habla a través de sus danzas que son, como diría Peter Brook, experiencias que valen la pena ser vividas.

 

* Arturo Garrido es maestro, bailarín y coreógrafo. Ecuatoriano de origen llegó a México en 1978. Aquí fundó los grupos Alternativa, Andamio, Barro Rojo y Proyecto Coyote; dirigió a la Compañía Nacional de Danza de Ecuador y es autor de media centena de coreografías. Es autor de los libros Hacia una danza de incesantes contrarios y Coyote del olvido: 40 años de un anhelo.

 

 

*FOTO: Arturo Garrido es fundador de los grupos de danza Alternativa, Andamio, Barro Rojo y Proyecto Coyote. En la imagen, la bailarina Montserrat Chávez en la coreografía El ritual de la ponzoña.

 

 

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