Canciones

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POR ANTÓNIO BOTTO

Traducción y nota introductoria de Sergio Téllez-Pon

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En 1920 se publicó un libro de poemas de António Botto, Cançoes, que pasó desapercibido en el círculo literario lisboeta. Tres años después, alimentó el libro con más poemas y volvió a publicarlo, esta vez bajo el sello de Olisipo que editaba Fernando Pessoa. El libro habría vuelto a pasar sin pena ni gloria si Pessoa no hubiera publicado un largo artículo (recogido en Crítica: ensayos, artículos y entrevistas, El Acantilado, Barcelona, 2003, pp. 185-198) en el que llamaba a poner atención en el tomo por la valentía con que Botto afrontaba su sexualidad y la sinceridad al cantar abiertamente el amor homosexual; el artículo tuvo como consecuencia una aguerrida polémica en la que Pessoa siempre defendió a su amigo.

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El tema abiertamente homosexual de Cançoes hizo que la edición fuera confiscada por el Gobierno Civil de Lisboa a petición de la conservadora Liga de Acción de los Estudiantes, que calificó el libro de “inmoral” y hasta demandaron un “auto de fe” para Botto. Gracias a la polémica también se confiscó Sodoma divinizada, libro de Raúl Leal, que Pessoa había publicado en Olisipo. De 1922 a 1932 se publicaron otras cinco ediciones de Cançoes en las que sucesivamente Botto agregó más poemas; Pessoa tradujo al inglés esa quinta edición (baso mis versiones en la edición publicada por Guimarães, Lisboa, 2010, y están cotejadas con las de Pessoa). Finalmente, la sexta y definitiva edición se publicó en 1941.

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Al decir de Luis Antonio de Villena, la de Botto es una “poesía sencilla, directa, evidente y llena de encanto, a ratos tierno y otras altivo, Cançoes se convirtió en un libro básico al unir la naturalidad de su carácter homófilo con el aura sutil y liviana de las canciones, tan de moda en los diferentes sesgos neopopulistas del período”; en ese sentido, un libro con el que éste de Botto podría dialogar sería el Poema del cante jondo, que Federico García Lorca publicó por esos años.

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António Botto es prácticamente desconocido en lengua española a pesar de ser uno de los poetas modernos más importantes de Portugal, junto con su amigo Pessoa, pues al contrario de la poesía pessoiana la de Botto no ha sido abundantemente traducida. El propio Pessoa escribió, en 1920 o 1921, un poema titulado “À la manière de Antònio Botto” (“Para qué tanta claridad?/ A veces los días largos/ Pesan tanto!”), que no se conoció si no hasta la edición de su poesía ortónima que apareció en 2005; el poema no sólo confirma la estrecha amistad que hubo entre ellos, si no también la influencia de Botto en los poetas de su tiempo.

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De extracción humilde, Botto hizo estudios mínimos así que fue casi autodidacta y desde niño tuvo que trabajar, entre otros oficios, como dependiente en una librería lo cual le abrió el mundo de la literatura y lo puso en contacto con algunos escritores lisboetas. Botto se vio envuelto en otro escándalo en 1942 que tuvo como consecuencia haber sido despedido de su empleo de una oficina gubernamental. Se le acusó de desobedecer órdenes, de ponerse a recitar sus versos durante las horas de trabajo pero, sobre todo, de tratar de seducir a un compañero de trabajo. Eso motivó su salida de Portugal rumbo a Brasil, primero a São Paulo y luego a Río de Janeiro donde tiempo después fue atropellado, hospitalizado y luego de unos días murió el 16 de marzo de 1959. Había nacido en Lisboa, el 17 de agosto de 1897, tenía 62 años cumplidos. Sus restos fueron repatriados en 1966; siempre quiso que se le reconociera como un gran poeta pero ese reconocimiento sólo le llegó póstumamente.

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Canciones

António Botto

Versiones de Sergio Téllez-Pon

IV

¡Bendito seas,

Mi verdadero confort

Y mi verdadero amigo!

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Cuando la sombra, cuando la noche

De los altos cielos viene descendiendo

A mi dolor,

Estremeciendo, despierta…

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Mi dolor es un león

Que mordiendo lentamente

Me devora el corazón.

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Canto y lloro amargamente,

Pero el dolor, indiferente,

Continúa…

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¡Entonces,

Febril, casi loco,

Corro a ti, vino loado!

Mi dolor se aplaca,

y el león se sosiega.

Cuanto más bebo más duerme:

¡Vino adorado,

Tu poder es enorme!

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Y a ustedes les digo, almas en llama,

Oh, tristes almas sangrando:

¡Andaré siempre

En perenne embriaguez!

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¡Gran vida!

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¡Tener el vino como amante

y a la muerte como compañera!

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XVII

¡Y no me acuerdo de nada…!

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Una nube de humo va en el aire

A diluirse lentamente.

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Si pudiera decirte…

¡Ah!, si supiera contar…

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En mi cuarto

Tan pobre

Todo está revuelto, desaliñado…

¡Oh!, ¿quién sería?

¡Más allá, un libro de António Nobre,

Todo rasgado…!

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¡Aquí viene el día!

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¡Cerraste los ojos dolientes,

Ojos verdes, —ojos míos!

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Dame tu cuerpo,

Tengo frío…

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¿Por qué entristezco, Dios mío?

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Y mis manos escuálidas y largas

Aprietan contra mi pecho

Un manojo de flores cansadas…

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¡Ay, el amor es sólo esto…!

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Adormezco…

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¡Las niñas de mis ojos

Son dos ciegas… infelices!

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XXII

Envuélveme amorosamente

En la cadena de tus brazos,

Como en aquella tarde…

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No tardes, amor ausente;

Ten piedad de mi dolor,

Vida mía.

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Va despuntando la penumbra

En el cuarto

Donde espero

Tu llegada.

¡No tardes, amor ausente!

Anochece. El día termina…

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Y las rosas deshojándose, en susurrante

Murmullo:
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Queremos que él nos pise…

¿pero cuándo viene, cuándo?

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FOTO: Fotografía de Antonio Botto en 1922, utilizada en la portada de su libro Canções, publicado por Fernando Pessoa./ ESPECIAL

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