Cervantino en caída libre

Oct 28 • destacamos, Escenarios, Miradas, principales • 6288 Views • No hay comentarios en Cervantino en caída libre

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La presencia de las grandes estrellas del teatro europeo no siempre es garantía de calidad en las obras, como sucedió en la XLV edición de este festival, caracterizado por algunos aciertos, pero, sobre todo, por sus desatinos logísticos

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JUAN HERNÁNDEZ

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El Festival Internacional Cervantino (FIC) va en caída libre. En la memoria quedaron las programaciones que cimbraban a los públicos convocados por la grandiosa fiesta del espíritu, en la actualidad, convertida en leyenda.

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Perdido su esplendor, el Cervantino hoy se realiza sin el aura de excelsitud artística. La experiencia se ha invertido. De no querer perderse ninguna de sus actividades teatrales, se hurga en la programación, para encontrar aquello que pueda despertar el interés de las audiencias.

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El Cervantino, realizado en Guanajuato, la ciudad mexicana de trazo medieval, ya no está ni de cerca entre los más importantes de América Latina. Lastimosa realidad: pasó de ser una vitrina del arte de excelencia universal, para convertirse en el pulso moribundo de una labor cultural que supervive con respiración artificial.

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Para muestra algunos botones: La obra Espera, espera, espera… (para mi padre), texto, dirección y coreografía de Jan Fabre, presentada como una de las actividades de Francia, el país invitado.

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Fabre es un artista total. Lo mismo hace danza que teatro, pintura, diseño o performance. Es radical al momento de plantear la dimensión del quehacer artístico. El objetivo del demiurgo es propiciar fenómenos escénicos de gran intensidad, en los que mezcla tecnología, literatura, plástica, elementos sonoros y la intelectualización del movimiento orgánico corpóreo.

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Entre las producciones de Fabre que han llamado la atención está Monte Olimpo, con la que celebró 30 años de su compañía Troubleyn Jan Fabre Performing Arts, estrenada en Berlín, Alemania, en el 2015 y luego presentada en varias ciudades europeas, así como en el Festival Internacional de Buenos Aires, Argentina.

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En Monte Olimpo, Fabre revisita las tragedias griegas y pone en juego su talento transgresor al ofrecer un espectáculo con 27 actores y duración de 24 horas. Una proeza del arte de la escena contemporánea. Pero no se entusiasme, lector, esta obra no fue programada en el FIC, sino el soliloquio Espera, espera, espera…, interpretación del performer Cédric Charron, una de las obras menores de Fabre, quien es actualmente una de las estrellas de la escena europea.

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De cualquier modo, una obra de Fabre es de llamar la atención. Y allá fuimos, a sentarnos a ver el espectáculo, que estuvo muy lejos de llenar las expectativas creadas por un artista de la talla del belga. Tal vez no sea toda su responsabilidad. Quizá, pensamos, esta no era una obra para un teatro de las dimensiones del Juárez, sino para un espacio más reducido, una caja negra, quizá, en la que el espectador pudiera estar mucho más cerca de aquel personaje navegante del tiempo.

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Otro espacio, sí, en el que el espectador pudiera admirar el detalle del gesto, de la respiración y de la mirada del intérprete; en donde la atmósfera sumergiera a todos en el misterio de una existencia simbólica.

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En el Teatro Juárez la posibilidad de contactar con aquella obra se fue por el conducto de la técnica. El exceso de humo, alguno que otro efecto de sangre nada convincente y una iluminación de propensión onírica, no fueron recursos suficientes para impedir el naufragio de aquel personaje, colocado en la dimensión de un tiempo-espacio fuera del mundo ordinario.

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Este fue uno de los platillos principales del Cervantino, así que sin importar que la obra no funcionara en aquel espacio, fue despedida con el aplauso del siempre generoso público mexicano.

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Otra obra de triste memoria en este Cervantino fue Después de Babel. Reconstruyendo comunidad, creación del Colectivo TeatroSinParedes, que dirige David Psalmon, francés radicado en México, quien ya nos ha hecho entrega de obras memorables, fortaleciendo la vitalidad del teatro mexicano.

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Ésta es una propuesta crítica sobre la civilización, que buscaba sacudir la consciencia moral social, a través de una proyección post-apocalíptica del mundo. En esta experiencia el público es dividido en grupos y cada uno debe hacer un recorrido por una ruta en la que presenciará diferentes escenas.

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De inicio hay una desautomatización de la percepción del espectador frente al hecho escénico, al enfrentarse a esta propuesta de estructura dislocada; pero una vez que se ha ganado la atención de la audiencia, la obra tropieza una y otra vez con su mecanismo de operación. Los trayectos de un espacio a otro resultan un problema para el ritmo dramático y el público hace mutis, atraído por los puestos de atole y tamales en aquella noche cervantina de viento helado.

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A la propuesta de TeatroSinParedes le faltó tiempo para madurar, para aceitar la maquinaria para generar una relación si no nueva, sí distinta a la convencional, entre la escena y el público. Ya veremos si para sus próximas presentaciones en la Casa del Lago, del Bosque de Chapultepec, la obra del colectivo consigue todos sus objetivos.

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Finalmente hablaremos aquí de Mateluna, dramaturgia y dirección de Guillermo Calderón, de Chile, presentada en el Teatro Cervantes. Una puesta en escena que se inscribe en el teatro de denuncia y se presenta como un documento de descargo de pruebas, para hablar de un personaje real: Jorge Mateluna, quien actualmente está preso, acusado de participar en el robo a un banco.

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La propuesta intercala ficción y realidad, representación actoral con la proyección de videos, algunos hechos especialmente para el montaje y otros tomados del expediente judicial de Mateluna, quien es presentado como un luchador social frente a la dictadura y el autoritarismo chilenos.

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El teatro de denuncia de la compañía pone el dedo en la llaga sobre las fallas en la impartición de la justicias y el ensañamiento de un sistema en contra de aquellos que se han opuesto a la autoridad. Mateluna sigue preso, no obstante algunas pruebas de su inocencia, de acuerdo con la puesta en escena.

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La edición de este año del FIC termina este domingo y no deja un buen sabor de boca. Sin embargo, la ciudad mantiene el espíritu cervantino en sus calles y callejones laberínticos, en donde se hace el amor y se celebra aún, a pesar de todo, el espíritu.

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FOTO: Escena de Después de Babel de TeatroSinParedes, agrupación formada en México en 2001.  / Ariel Ojeda / EL UNIVERSAL

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