Habitante, una obra desbocada

Dic 27 • Escenarios, Miradas • 3074 Views • No hay comentarios en Habitante, una obra desbocada

 

POR JUAN HERNÁNDEZ

 

Shanti Vera (Comitán, Chiapas, 1986) realizó el espectáculo interdisciplinario Habitante, con la compañía de danza contemporánea Cuatro X Cuatro, y lo presentó en el Teatro Benito Juárez de la ciudad de México. El autor recurrió al video, el performance, la instalación y, desde luego, al movimiento del cuerpo, en la elaboración del discurso escénico.

 

Se trata de una vertiente de la danza contemporánea que ya no se conforma con bailar como la única posibilidad del arte del movimiento y complejiza el discurso escénico con la utilización de recursos de otras disciplinas artísticas.

 

Si bien este tipo de propuestas no son novedosas y se ha convertido en una moda dentro del arte de la escena (sobre todo entre los artistas de la danza contemporánea), llama la atención la urgencia de los creadores coreográficos jóvenes por establecer una distinción entre su generación y la de sus antecesores —particularmente la de los creadores surgidos en la década de los años ochenta.

 

Shanti Vera es uno de los coreógrafos emergentes de México. Con la compañía Cuatro X Cuatro, de la que es director, realizó Habitante, una obra que “complejiza” el pensamiento y punto de vista sobre el mundo expresado en la escena. De entrada, el artista descompone la estructura tradicional de la escena y decide iniciar la obra fuera del escenario convencional.

 

El espectador es sorprendido por una instalación colocada en el recibidor del teatro. Varias cajas pintadas de blanco constituyen una pantalla sobre la cual se proyecta una y otra vez la imagen de una persona que mira pasar un tren, por cuyas ventanas se aprecian distintas escenas: una mujer planchando, un mesero colocando los platos para el servicio o una pareja bailando. Todo en blanco y negro.

 

La instalación sirve de fondo a la acción que realiza un personaje (este sí de carne y hueso) que irrumpe en el espacio para acercarse al público y hacerlo partícipe del performance. El personaje oculta el rostro bajo una cortina de cabello largo y la identificación de su género se esconde en un cuerpo andrógino, cubierto por un leotardo.

 

El cuerpo convertido en lenguaje, para manifestarse como una realidad extracotidiana, adquiere un poder que intimida a los espectadores. Ya no es más el cuerpo de otro ser que deambula entre nosotros con las características comunes de lo humano, sino una expresión abstracta del pensamiento, producto de los deseos, los miedos, los sueños y anhelos que anidan en el inconsciente.

 

La estructura escénica de Habitante va de la instalación a la representación en el escenario digamos convencional. Ya instalado dentro del teatro, el espectador observa un montaje cuya característica es la creación de cuadros e imágenes que aluden al mundo de los sueños; es ahí en donde se manifiesta el inconsciente de manera libre, sin la censura de la razón y la vigilia.

 

El despliegue de la escena para la creación de una atmósfera e imágenes oníricas se vuelve el campo esencial de la expresión del discurso del coreógrafo; apoyado en el cuerpo humano intervenido como núcleo del espectáculo, la pieza cuenta con una banda sonora, creada expresamente para la obra por Manuel Estrella, en la que se advierte un carácter dramático y de emergencia.

 

En la propuesta coreográfica participan los intérpretes Luis Vallejo, Xiomara Valdez, Sendic Vázquez, Arturo Lugo, Dalel Bacre, Manuel Estrella y Alejandra Melgoza. Artistas del cuerpo que se transforman en escena, construyendo con las formas corpóreas un mundo de signos y símbolos.

 

Habitante es una obra ambiciosa de Shanti Vera, sin duda un creador valiente, que no teme al riesgo en escena. El montaje, sin embargo, cae en lugares comunes, y en búsquedas artísticas frecuentes en la escena contemporánea mexicana e internacional.

 

La complejidad del pensamiento, aspiración del montaje, se pierde dentro de sí misma, sin lograr consolidar un discurso coherente. El uso de los elementos multimedia parece ser más producto de una necesidad de insertarse dentro de una moda que de la construcción de un lenguaje actual, potente y sólido.

 

Queda claro que la complejidad debe ser el resultado de un proceso de creación, y que partir de ella como principio puede obstaculizar su solidez como relato y realidad misma de la escena. En el caso de Habitante, el discurso es hermético y no logra tocar puntos sensibles en quien lo recibe, ni en lo emocional ni en lo racional y, mucho menos, tiene un efecto en el inconsciente.

 

No obstante ser una obra que cae en las trampas de sus propias ambiciones, nos permite observar el valor de un coreógrafo que no teme a los riesgos y que podría convertirse —si además de arriesgar construye a partir del rigor y de las necesidades propias de la pieza— en uno de los futuros creadores de obras memorables para la escena mexicana.

 

* Fotografía: La obra Habitante se montó en el Teatro Benito Juárez de la ciudad de México / Lucía Hernández/ Tania Victoria. Cortesía Secretaría de Cultura de la Ciudad de México.

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