¿La UNAM debe rendir homenaje a Hernán Cortés en los 500 años de su llegada?

Abr 20 • destacamos, principales, Reflexiones • 7394 Views • No hay comentarios en ¿La UNAM debe rendir homenaje a Hernán Cortés en los 500 años de su llegada?

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En el quinto centenario del arribo de Hernán Cortés, surgen interrogantes sobre los proyectos de conmemoración de la UNAM y el nulo interés de la Secretaría de Cultura que dirige Alejandra Frausto

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POR GERARDO DE LA CONCHA

Este año se cumplen 500 años de la llegada de Hernán Cortés a estas tierras que hoy son México, quien se ganó un lugar en la Historia como el Conquistador. Su hazaña, acompañado de unos cientos de aventureros y una coalición de indígenas enemigos de la Triple Alianza de Anahuac, representó la destrucción del Imperio Azteca –como se le ha denominado– y su vasta cultura.

 

La caída de Tenochtitlan tres años después sólo es comparable en su devastación con la de Constantinopla en el mundo antiguo, o la de Berlín en la Segunda Guerra mundial. Pero sobre esas ruinas, Cortés habría de edificar lo que sería la colonia denominada Nueva España, el antecedente durante tres siglos de nuestra nación.

 

Con lo dicho de manera sumaria, el homenaje al Conquistador, el padre de nuestro mestizaje como le denomina Maurice Duverger, no debería representar ningún problema. Sin embargo, en su vida independiente, México se ha identificado con la riqueza cultural del pasado indígena y ha evitado esa reivindicación de Hernán Cortés. ¿Ha llegado la hora de que su figura ocupe un sitial distinto al de esa marginalidad?

 

De manera discreta, casi vergonzante, el rector de la UNAM, Enrique Graue, firmó un convenio con vigencia de tres años con la Universidad de Salamanca, para conmemorar el arribo de Hernán Cortes y rendir homenaje a su persona de Conquistador mediante la publicación de una obra sobre la Virgen de Extremadura –Cortés era extremeño– y la Virgen de Guadalupe, la reedición del Códice Durán, el dominico que se sentía tlaxcalteca al que debemos varias exageraciones sobre los aztecas, y para que quede claro el sentido del convenio aportaremos fondos públicos para una lujosa edición del libro Francisco Becerra y la Catedral de Puebla, que conmemora de paso el 475 aniversario del traslado de la Catedral de Tlaxcala a Puebla.

 

Mientras tanto, el Museo de Stutgart –donde se encuentra una escultura de Quetzalcóatl contemporánea de Moctezuma y un escudo azteca de arte plumario– prepara una exposición en Alemania, Holanda y Suiza para conmemorar la cultura azteca que Jacques Soustelle no duda en llamar una civilización que los indios de Anáhuac forjaron al pie de sus volcanes y a orillas de sus lagunas, o que Oswaldo Spengler lamentara haya sido destruida por unos aventureros ambiciosos al decir: “(La cultura azteca) murió asesinada en la plenitud de su evolución, destruida como una flor que un transeúnte decapitara con una vara”.

 

Para México esto es de suma importancia, no sólo por su identidad histórica, sino por el reconocimiento y equilibrio de su cultura y por aspectos tan terrenales como el turismo. Hace unos meses, el director de la Televisión Española dijo que la Conquista había sido una “guerra de liberación” y que los aztecas eran unos bárbaros, de hecho los comparó con los nazis. Repetía las afirmaciones extrapoladas de Inga Clendinnen, quien escribiera un muy mal libro –por la confusión analógica de su tesis–, Aztecs, an interpretation. Para intentar oponerse a la leyenda negra española, lo hacen con aseveraciones sin sentido como esas.

 

En el siglo IV griego, contemporáneo de la Atenas de Pericles y Sócrates, subsistían sacrificios humanos como remanentes de la Grecia antigua. Así que se debe dar su justa dimensión a esta práctica religiosa de los aztecas. Sin incurrir en el negacionismo de Peter Hassler y de Eulalia Guzmán o de Pablo Moctezuma, coincido con la posición moderada de Mattew Restall, de quien se esperaría ya con urgencia una traducción de su libro When Montezuma Met Cortés. Y si debemos hablar de prácticas bárbaras se debe recuperar una nueva edición comentada de la Historia Verdadera de la Conquista de la Nueva España que incluya el capítulo 213 suprimido en la edición de 1632, en la que se basan casi todas las ediciones modernas. Se habla ahí del herraje de los indios, una feroz esclavitud que Fray Bartolomé de las Casas combatiera con denuedo en defensa del pueblo vencido, sometimiento que comenzó el día mismo de su derrota, junto con las violaciones tumultuarias de sus mujeres.

 

Hernán Cortés era un aventurero que se convierte en un héroe renacentista. Pero asumo la posición de Ernst Jünger, para quien su ambición por el oro lo hace inferior a ese mago y emperador trágico que fue Moctezuma.

 

Es tan unilateral el convenio firmado por el rector Enrique Graue, que termina siendo, a mi parecer, algo vergonzoso y si no se modera con coediciones sobre la cultura azteca, debería ser cancelado. Se me ocurre por ejemplo, que en lugar del mamotreto de Diego de Durán, del cual hay muchas ediciones accesibles, debería reeditarse el hermoso libro 15 poetas aztecas de Miguel de León Portilla, o el clásico que no existe en español de Karl Novotny, indispensable para estudiar el complejo sistema calendárico azteca.

 

Debo comentar lo siguiente: las instituciones españolas no tienen ningún espíritu de colaboración en este ámbito, salvo llevar agua a su molino ideológico. En mi estudio sobre el Códice Tudela, hice la comparación directa con el que da nombre al grupo Magliabechianus en la Biblioteca Nacional de Florencia y he podido demostrar que corresponde a una parte de la enciclopedia perdida de Fray Andrés de Olmos, que contiene un elemento decisivo para demostrar cómo la religión azteca se encontraba en crisis durante la Conquista, lo cual explicaría la supuesta pasividad inicial de Moctezuma y no la falsedad difundida de su supuesta creencia de que Cortés era Quetzalcoatl. Se realizó la solicitud oficial al Instituto de Cooperación Iberoamericana para poder ser reproducido, lo cual nunca obtuvo respuesta, en un auténtico acto de menosprecio.

 

Al margen de hechos como éste podemos observar, algo más grave, el nulo interés sobre este tema por parte de las autoridades culturales del actual gobierno. A la secretaria Alejandra Frausto se le ha buscado para tratar este tema y siempre alega que se encuentra ocupada “cambiando de oficina”. Y en lo que se refiere a Paco Ignacio Taibo II, director de facto del FCE, preocupado en abaratar con fondos públicos los libros de editoriales comerciales, no ha mostrado ningún interés en comenzar a publicar en estas fechas conmemorativos el acervo de códices aztecas y sus estudios correspondientes, que es uno de los tesoros de la editorial, la cual veo se propone destruir con sus “buenas intenciones”.

 

Pero más allá de convenios firmados sin propósitos sólidos, el reduccionismo lo que quiere lavar es la mala conciencia colonialista 500 años después, cuando los avances de las Leyes de Indias y no la causa del Conquistador, deberían ser consideradas su aporte a los derechos humanos universales.

 

Y por obra de la ausencia de seriedad en las autoridades culturales de ahora –finalmente una continuidad de nuestra tradición burocrática cultural– habrá que buscar circuitos independientes para promociones más profundas y equilibradas como conmemoración de fecha tan importante.

 

 

La conquista y el mundo prehispánico

Hernán Cortés, José Luis Martínez (1990)

Vida de Hernán Cortés: la espada, Christian Duverger (2019)

 

Quince poetas del mundo náhuatl, Miguel León-Portilla (1993)

 

 

FOTO: Paisaje de Tenochtitlán en la época del arribo de Hernán Cortés según un óleo de Miguel Covarrubias. / Especial

 

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