Identidades secretas y la homofobia interiorizada: el caso de Alberto X. Teruel

Jun 25 • Conexiones, destacamos, principales • 6735 Views • No hay comentarios en Identidades secretas y la homofobia interiorizada: el caso de Alberto X. Teruel

POR MIGUEL ÁNGEL TEPOSTECO

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La madrugada del 12 de junio hirvió la violencia en el estado de Florida: Omar Mateen irrumpió en un antro gay la ciudad de Orlando y le arrancó la vida a 49 personas. El crimen de odio desató la discusión respecto a las razones de la matanza, tanto en la prensa como en las redes sociales; en particular, una hipótesis alentada por la prestigiosa revista Science, en la que se discutía que el ataque pudo originarse del conflicto interior del agresor, nacido de una crisis de identidad respecto a sus preferencias sexuales. Es decir, homofobia interiorizada.

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El tema no es nuevo. En el año de otra matanza, esta vez la de la Plaza de las Tres Culturas en 1968, era publicada en México la novela Los inestables de Alberto X. Teruel. Escrita por un joven que, igual que otros escritores de la época, había elegido usar un seudónimo para publicar su texto de temática homosexual.

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Teruel escogería la tercera persona y bautizaría también al protagonista como Teruel. Elegiría las calles de la Ciudad de México como escenario, así como algunos lugares de los estados. En la historia trataría las vivencias de un adolescente que llega a su juventud adulta narrando sus experiencias dentro de los círculos homosexuales de la época y los rituales propios de ésta, como las reuniones secretas o los coqueteos “discretos”, clandestinos, para no alarmar a la opinión pública, como fue el caso de, en palabras del texto,  “ …una fiesta de ‘ambiente’, elegante y sofisticada, a la que asistía la ‘élite’ de la homosexualidad capitalina”.

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“Vagó un poco por las obscuras calles de la Ciudad para poder estar a solas consigo mismo y pensar más detenidamente en lo que le estaba ocurriendo en su interior…”, describía Teruel al peinar las aceras del entonces Distrito Federal. Cruzaba la Colonia Roma, pisaba el Parque España, llegaba a la Avenida de Nuevo León, luego al Parque México. Su reflexión proseguiría con la constante sensación de culpa: “tormentosa adolescencia dentro de la cual los seres y la cosas surgieron para él bajo el espectro de  ‘sombras inquietantes’ desde el momento en que recibió aquel beso que le hizo estremecer todas las fibras emotivas de su ser”. Recordando aquella mañana en la que, como joven de provincia, había abandonado su pueblo con una última y erótica despedida de su mejor amigo.

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Los inestables recorre las vivencias de diferentes amores y la fragilidad de las relaciones de pareja del protagonista. Gabriel, Jaime, Mario, Arturo, Aldo…nombres que moldearían poco a poco, bajo el estigma social, los sentimientos de Teruel sobre su propia identidad. “Seguía todos los estereotipos que se tienen sobre la homosexualidad en México. Como la promiscuidad o la falta de solidez en las relaciones de pareja”, opina Juan Carlos Osornio, doctor en Estudios Hispánicos por la Western University en Ontario y uno de los pocos que han escrito de manera extensa sobre Teruel. “La novela es mi obra favorita de este tipo, en parte porque me identifiqué con sus conflictos y con los problemas del protagonista. Creo que la novela debería de ser leída incluso fuera de los círculos de ambiente”, expresó en una entrevista videofónica.

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Osornio ha analizado también la homofobia interiorizada de la obra, “fenómeno que se repite a lo largo de la literatura mexicana de esta temática”. También dio revisión a otra narración, anterior y similar a Los inestables, escrita por el poeta Manuel Aguilar de la Torre bajo el seudónimo Paolo Po, 41 o El Muchacho Que Soñaba En Fantasmas (1964). Ambos textos comparten las protestas de una juventud que sufre ante la conservadora sociedad mexicana de la época.  Ambas novelas fueron publicadas bajo la editorial Costa-Amic.

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Los inestables y otras novelas de esta temática (como Cielo Tormentoso de Carlos Valdemar, Mocambo de Alfredo Dallal, Los 41, novela crítico social de Eduardo A. Castrejón o La máscara de cristal de Genaro Solís) son regularmente mencionadas a partir de la lista recopilada en el libro La novela mexicana entre el petróleo, la homosexualidad y la política de Luis Mario Schneider, debido a lo difícil que es encontrar las publicaciones. Aunque varios trabajos académicos reconocen a la obra de Teruel como  pionera en su temática, ésta ha sido poco leída incluso entre los expertos, tal y como lo admitió Antonio Marquet, historiador de la literatura gay en México, quien dijo no poseer un ejemplar de la novela.

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José César del Toro, doctor en Filosofía, Lengua y Literatura Hispánica por la Universidad de California, hizo un análisis sobre la valía histórica de Los inestables en su ensayo Disidencia y radicalismo: el 68 en la novela mexicana de temática homosexual, donde escribe: “la publicación de la novela (en el mismo año de la masacre de Tlatelolco) contribuye y se adhiere al diálogo sobre temática homosexual”. Más adelante, agrupando todas las novelas gays de esta época, entre ellas la de Po y El diario de José Toledo de Miguel Barbachano Ponce, Del Toro agrega a su estudio: “anteriormente los homosexuales en los relatos no eran examinados detenidamente o eran castigados por la sociedad, ya sea a través de la cárcel o de la muerte misma”.

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La identidad de Alberto X. Teruel, al igual que la de Paolo Po, permaneció oculta por varias décadas. Sin embargo, a diferencia del temor de Po a ser descubierto, Teruel nunca ocultó su relación con la comunidad LGBTTTI y dejó testimonios sobre quién era el hombre tras el seudónimo.

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Los investigadores del Instituto de Investigaciones Filológicas de la UNAM,  María del Carmen Ruiz Castañeda y Sergio Márquez Acevedo, escribieron en su Diccionario de seudónimos, anagramas, iniciales y otros alias (2000) el nombre real de Alberto X. Teruel, aunque con información errónea sobre su ocupación, la fecha de su muerte y otras señas particulares del autor.

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El nombre descubierto fue Octavio Barona (sólo nombre de pila y primer apellido). La fuente, según Acevedo, provenía de uno de los amigos personales de Barona, el periodista Enrique Rosado (conductor de radio). Según la información proporcionada, Barona también era periodista y habría muerto en los años 70.

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Sin embargo, la información corría por otro rumbo. Juan Jacobo Hernández, importante activista por los derechos LGBTTTI, dio más señas específicas sobre Octavio Barona. De tan sólo leer su nombre, lo señaló como el autor de Los inestables. “Él y su pareja nos contactaron en 1979 para presentarse y regalarnos un ejemplar autografiado de Los inestables”, pieza que fue hurtada de la biblioteca del activista. Hernández describió que Barona se presentó como médico homéopata: “fue un poco antes de que por motivos de salud se cambiaran, creo que a Cuernavaca”. Hernández recuerda a Teruel como alguien de complexión robusta, pelo cano y ojos verdes.

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Al haber registros de una profesión diferente a la señalada por Acevedo, así como una fecha de actividad posterior a su supuesta muerte, el rastreo llevó a otros registros en distintas páginas de Internet. En particular, sobre el nombre completo del investigado. El único que coincidía con la descripción de médico homéopata era un tal Octavio Augusto Barona Chambón, experto además en taoísmo y otros temas espirituales cercanos a las culturas precolombinas y lejanas filosofías asiáticas.

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Ese nombre, como un posible dato contradictorio, coincidía con la descripción de un graduado en leyes por la UNAM (registrado en una gaceta de la universidad de los años 60). El autor, entre otros libros, tenía títulos como Las bases electrónicas de la salud, la enfermedad y el tratamiento, La energía biocósmica revitalizante, El extraño secreto o Filosofía de un gato, libro donde escribe una crónica de uno de sus viajes al Tibet y que contiene  un epígrafe de la poeta Pita Amor, de quien también aparece un poema en Los inestables.

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Por la red se encuentran rastros de Barona.  Sus datos biográficos mejor documentados salieron de los textos del  escritor chileno Verdugo Waldemar, quien fue editor de la revista Vogue y que radicó en México durante los 80. Él, amigo personal de Barona, recopiló mucha de la información del autor. En una entrevista dividida en varias partes, publicada en el periódico UnoMásUno, el chileno expone al homeópata como un hombre cercano a los temas espirituales, con una firme creencia en el manejo de energías cósmicas y la sanación naturista.

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Barona nació en 1924, se graduó de médico cirujano la UNAM en 1949, con una tesis sobre “Las causas síquicas del cáncer”. Waldemar confirmó que el doctor también cursó los estudios de leyes en los 60 y que murió en 1998, a la edad de 74 años.  Según estas entrevistas, publicadas entre 1987 y 1989, Barona intentó aplicar la medicina homeopática contra los inicios del SIDA en los años 80.

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En un intercambio de correos, el mismo Waldemar, desde hace varias décadas radicado en su natal Chile, describió la amistad entre Barona y Nancy Cárdenas, escritora y activista pionera para la comunida LGBTTTI.  Waldemar subió a Internet un blogspot llamado Dos maestros mexicanos: Nancy Cárdenas y Octavio Barona, donde muestra parte de su archivo personal, en el que se encuentra una detallada crónica del pensamiento teológico y filosófico del homeópata, así como la relación entre la activista y Barona “La maestra Nancy Cárdenas me indicó entrevistar al doctor Barona centrando la conversación en lo que él había logrado deducir acerca del VIH-SIDA, para ayudar a los primeros infectados carentes de toda información del mal que les aquejaba”, expresó el chileno en la página web. El sudamericano, además, señaló a Barona, a través de un correo electrónico, como el hombre real tras Alberto X. Teruel “Sí, efectivamente, él es el autor de Los inestables, de hecho a la maestra Nancy y a mí nos regaló un ejemplar de la novela”.

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Los inestables de Alberto X. Teruel compartió el destino de las novelas de temática homosexual publicadas en México en los años 60 y 70, que terminaron dispersas por librerías de publicaciones usadas. Algunos de los ejemplares sobrevivieron, ahora pertenecientes a coleccionistas, o cuidados en diferentes acervos de la Ciudad de México. Con un ejemplar bajo la protección de la Biblioteca Nacional (donde también hay un ejemplar de Filosofía de un gato de Barona, autografiado), otra resguardada en el Archivo de Memorias Diversas, dirigido por el antropólogo Alonso Hernández, y otros dos ejemplares en la colección personal de Juan Carlos Harris, abogado e investigador de temáticas de diversidad sexual. Alberto X. Teruel, en recuerdo, sobrevive al paso del tiempo.

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Bartomeu Costa-Amic, dueño de la editorial que lleva su apellido y que editó originalmente a Teruel, adelantó que se planea reeditar la novela y opinó sobre su significado “Esta obra, así como la de Paolo Po y los demás autores homosexuales, fue perseguida por grupos religiosos que buscaban los libros para destruirlos, pese a ello, los autores lograron su principal objetivo: gritar con fuerza a la sociedad su propia sexualidad, su amor, su existencia hasta entonces negada y soterrada”. Por su parte, Ernesto Reséndiz Oikión, director del Seminario de Literatura Gay de la UNAM, comentó sobre Los inestables  y otras publicaciones similares: “Todas las obras de este periodo son valiosas quizá no por su valor estético, sino por su importancia histórica. El hecho de que expresen el entorno de encuentros homoeróticos en la urbe, permite a los historiadores hacer algunos apuntes sobre esa historia invisibilizada”.

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Barona expresó, tanto en sus entrevistas como en los discursos de sus libros filosóficos, el deber ser que creía correcto, relacionado a “no vivir en función del exterior”, sino de la reflexión interna. Reflexión latente y que escenificó el complejo conflicto que llevó a Teruel a recorrer desesperado las calles de la Ciudad de México, expresando en su novela que “¡Había que ser homosexual, sí, pero de acuerdo y en consonancia con su estilo de vida, tendiente a los altos ideales, las metas estables y los valores positivos, que podían tal vez vindicar y dar “sentido” a su existir!…”.

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FOTO: Bajo el seudónimo de Alberto X. Teruel, Octavio  Barona publicó Los inestables, novela pionera en la literatura gay en México.  /Cortesía Verdugo Waldemar

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