Imágenes seductoras

Ene 17 • destacamos, Miradas, principales, Visiones • 5177 Views • No hay comentarios en Imágenes seductoras

 

POR ANTONIO ESPINOZA

 

 

La seducción es la dinámica elemental del mundo

Jean Baudrillard, El otro por sí mismo

 

Nuestro sentimiento posmoderno es más que escéptico. Recordamos con nostalgia los “grandes relatos”, los discursos emancipadores que engendró la Diosa Razón. Ante el horizonte incierto del nuevo milenio, en un mundo globalizado y neoliberal, en el marco de la cultura de masas, el imperio de la imagen y las sociedades del espectáculo, donde predomina lo sensible sobre lo inteligible y se impone la frivolidad escandalosa de los reality y los talk shows, el arte terminó transformándose y dejó de ser lo que era: ya no es un medio para reproducir la realidad, tampoco la expresión íntima de un “genio” que se eleva sobre el común de los mortales o el instrumento para transformar la sociedad y avanzar hacia un mundo mejor. El arte perdió hace tiempo su “aura” de creación espiritual y sublime. Ya no pretende tanto expresar un mensaje filosófico, metafísico o religioso sobre el sentido de la existencia o sobre la condición humana, sino solamente sobre sí mismo.

 

Es de sobra conocido que el arte ya no posee el monopolio de la imagen, que cuenta con numerosos rivales: la computadora, el cine, el diseño, la publicidad, la televisión, el video… Ya muerto el Gran Arte (¡gracias, Duchamp!), lo que queda es una diversidad de obras sumergidas en medio de una producción cultural industrializada y globalizada. Vivimos en la Aldea Global del arte, escenario internacional en el que participan artistas de todo el mundo —de todos los credos, de todos los géneros, de todas las razas—, en donde se admiten las prácticas más diversas y se escuchan las voces más lejanas. Si para muchos el arte contemporáneo es una liberación, para otros es el reino infernal del todo se vale. Una cosa es cierta: si algo puede definir a la práctica artística contemporánea es su enorme poder de seducción.

 

Los artistas de nuestro mundo globalizado tienen plena conciencia de que el modelo modernista de la historia ya fue rebasado. Buscan definir una postura para desde ahí producir arte… si es que esto fuese posible. Haciendo a un lado el sentido tradicional de lo estético, interrogan la eficacia y la pertinencia de sus trabajos a través de distintas estrategias, rompen los esquemas tradicionales de legitimación, destruyen el concepto de verdad que encubría el arte. Los artistas contemporáneos toman distancia respecto del modernismo y sus utopías, y sus armas son el humor, la ironía, la seducción, la simulación, la apropiación de todo tipo de imágenes, la manipulación de significantes y significados… Conscientes del materialismo de las sociedades mercantilistas e hipertecnológicas en las que vivimos, actúan en consecuencia y hacen arte para complacerse y complacer a los demás.

 

La exposición El punto y la línea, que actualmente se presenta en la Galería de Arte de la Secretaría de Economía, en la ciudad de México, tiene mucho sentido, pues nos ofrece la obra de un conjunto de autores que se sienten plenamente contemporáneos. Curada por la pintora Rigel Herrera, la muestra reúne la obra de 16 artistas que trabajan con diferentes lenguajes y formatos: pintura, escultura, dibujo, fotografía y video. Quien busque en las obras exhibidas cuestionamientos a la política gubernamental o gritos desesperados por la crisis que vive actualmente el país, se quedará con las ganas. No es que estos autores sean indiferentes a la grave crisis por la que atravesamos: les interesa pero no creen que el arte sea el instrumento más eficaz para denunciarla y combatirla. Asumen su condición posmoderna y conciben al arte como una mentira que no nos enseña a descubrir la verdad. Si alguien piensa que estas obras poseen un carácter desacralizador y/o revelan una visión sutilmente crítica de nuestro mundo globalizado, está en su derecho de pensarlo. Otros pensamos que estas obras se distinguen por su enorme carga seductora y que sus creadores no buscan consagrarse para la eternidad, sino algo mucho más simple: la supervivencia del arte como tal.

 

Punto, línea y más

 

Los múltiples discursos de la exposición rebasan con mucho la idea ingenua del punto y la línea. Las propuestas son variopintas. Si Mariana F. Quijano presenta una pintura de gran formato con la imagen de una calavera intervenida obsesivamente con bolitas de colores, Susan Schmidt presenta un díptico monumental con rosas gigantes. Si Javier Areán se preocupa por la naturaleza y pinta humo azul y negro, Rodolfo Camacho la exalta en sus bien concebidos paisajes. Si Javier Carmona nos muestra escenas intimistas de pareja, César Córdova nos muestra escenas de la realidad cotidiana. Si Eugenia Martínez interviene audazmente fotografías antiguas, Emmanuel García se apropia de múltiples cómics para armar narrativas lúdicamente absurdas. Y si Carlos Jaurena se autorretrata en sus elaborados ensamblajes, Patrick Petersson retrata en su soledad a un hombre y a una mujer.

 

Suma y sigue. Javier Peláez presume de pintar bien y distorsiona las formas para demostrarlo. Los escultores Roberto Medina y Víctor Hugo Reyes exhiben obras geométricas de vena minimalista. Por su parte, Bradley Narduzzi presenta cuadros de fuerte raigambre post-painterly abstraction, mientras que Fabián Ugalde nos ofrece juegos ópticos de reciclaje cinético. Por último, Héctor M. Flores expone obras que aparentemente se salen del contexto políticamente correcto de la exposición. El joven artista del vidrio, que radica en Chalco (Estado de México), afirma que su bala y sus máscaras de vidrio intervenidas denuncian la represión y la violencia del México “ficticio” en el que vivimos. Tiene razón. El problema es que cuando este tipo de obras se exhiben en espacios oficiales (como es el caso de la Galería de Arte de la Secretaría de Economía) pierden su carácter “crítico-político” y se vuelven inocuas. Estamos, sin duda, ante un grito de impotencia el arte contemporáneo. Algo que también puede ser seductor.

 

*Punto y línea estará en exhibición en la Galería de Arte de la Secretaría de Economía (Alfonso Reyes 30, Colonia Condesa, México, D. F.), hasta el 24 de enero.

 

*Fotografía: Mariana F. Quijano, “Nana Iyari”, óleo sobre tela, 2014 / Stephanie Zedli.

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