iTMOi: GATO POR LIEBRE

Mar 22 • Escenarios, Miradas • 4981 Views • No hay comentarios en iTMOi: GATO POR LIEBRE

JUAN HERNÁNDEZ

 

El discurso de Akram Khan utilizado en la promoción de la obra iTMOi (in the mind of Igor), que se presentó en el Teatro de la Ciudad el 15 y 16 de marzo en el marco del 30 Festival Centro Histórico México, contrastó radicalmente con el resultado artístico: la puesta en escena ni rompió con modelos canónicos, ni se apartó de las modas, ni fue subversiva y tampoco ajena a la complacencia del arte coreográfico que se vende como pan caliente en el mercado de las artes escénicas.

 

La expectativa era muy alta. Según el coreógrafo se buscaría igualar, de algún modo, la proeza que Stravinsky y Nijinsky realizaron a principios del siglo XX. Es decir: alejarse de modelos establecidos y fundar un nuevo paradigma estético en el campo de las artes escénicas.

 

Ese fue el motivo por el cual el coreógrafo se negó a realizar una versión contemporánea de La consagración de la primavera –para conmemorar el centenario de la obra– y en su lugar decidió hacer una pieza original.

 

Khan no estuvo ni cerca de lograr su propósito artístico. No obstante la participación de tres compositores (Nitin Sawhney, Jocelyn Pook y Ben Frost), quienes hicieron música para la obra, la de la dramaturga Ruth Little, la del diseñador de vestuario Kimie Nakano y la de Joel Jenkins, investigador de la vida de Stravinsky, la pieza no logró hacerse de una identidad contundente.

 

iTMOi está plagada de referencias a La consagración de la primavera original, así como a otras versiones que de esta pieza se han hecho en la marcha de la historia. El concepto del caos para recrear dancísticamente la estructura y motivaciones de la música de Stravinsky no es ni arriesgada ni nueva. En México la compañía Delfos Danza Contemporánea trabajó, con buena fortuna, esta concepción estética, comprendiendo que dentro del caos existe también un orden y que sin él la refundación del ciclo de la vida sería imposible.

 

El personaje mítico de dos cuernos presentado por Khan recordó también los símbolos fálicos que Marie Chouinard utilizó en su versión de La consagración de la primavera, obra maestra, ésa sí contundente en su lenguaje, discurso e identidad artística.

 

Así las cosas, el esfuerzo de Khan para no hacer otra versión de la pieza paradigmática fue infructuoso: su obra una y otra vez nos refería a aquélla, a pesar de que prescinde de la música de Stravinsky, la cual de ningún modo fue superada por la propuesta de los tres compositores que participaron eniTMOi.

 

Dramatúrgicamente no ofreció matices novedosos, se reincidió en la referencia a la tribu, al planteamiento de la crueldad subyacente a la condición humana, al ritual como estructura de representación del mito, al tiempo cósmico y a la renovación del ciclo de la vida.

 

Recurrió Khan a una atmósfera oscura, a desplazamientos largos y fluidos, así como a otros de lentitud solemne. Grupos, duetos, solos, formaron parte de la composición coreográfica, vestida la escena con una iluminación que resaltaba las líneas y figuras de los cuerpos en la totalidad del cuadro.

 

Lo más sobresaliente de iTMOi, en ese sentido, fue la composición plástica de las imágenes, que resultaron atractivas a la mirada; así como la inclusión de raíces de danzas orientales en algunas secuencias de los bailarines. Faltó, sin embargo, llegar con mayor profundidad a la expresión de emociones, nacidas del rigor empleado en la búsqueda interior de los intérpretes.

 

Akram Khan –uno de los coreógrafos jóvenes con mayor reconocimiento en Inglaterra- contó con todos los recursos para la producción de una obra maestra. Al coreógrafo no le escatimaron las herramientas ni el equipo creativo, sin embargo, parece que la meta fue siempre inalcanzable en términos artísticos.

 

El resultado fue una pieza llamativa visualmente, pero de poca profundidad en la proyección del mito de la refundación de la vida en el mundo y del cosmos.  La danza se puso al servicio del espectáculo grandilocuente, de un discurso complaciente y convencional. La obra no tocó las fibras sensibles del espectador, al menos no aquellas que provocan la empatía y el compromiso intelectual con el discurso expuesto en escena.

 

Como dice el dicho: “para qué tanto brinco estando el suelo tan parejo”;al final, Akram Khan hizo coreográficamente lo que nunca quiso: otra versión deLa consagración de la primavera, pero sin la música genial de Stravinsky.

 

*Fotografía. Carlos Alvar González/Teatro de la Ciudad Esperanza Iris. “iTMOi (in the mind of Igor)” no rompió con los cánones de las artes escénicas como pretendía su director.

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