Jac Leirner: Las manos y el pensamiento

Jun 7 • Conexiones, destacamos, principales • 2720 Views • No hay comentarios en Jac Leirner: Las manos y el pensamiento

 

SONIA SIERRA

 

El arte es 90% pensamiento y 10% obra que se hace con las manos, dice Jac Leirner (São Paulo, 1961). A la hora de describir su obra usa la frase “imprimir potencia artística”; así explicar cómo transforma materiales cotidianos, anodinos, que acumula por años: bolsas, tarjetas de presentación, boletos, cubiertas de cajetillas de cigarrillos. Su interés está puesto en el color, el diseño, el peso, la textura por encima de una carga política, social o un significado en particular. Aunque cabe acotar que estos a menudo no son tan ingenuos.

 

El Museo Rufino Tamayo de la ciudad de México presenta hasta el 17 de agosto su antológica Funciones de una variable, la primera que ella trae a México: “Tengo la suerte de tener mi trabajo muy presente en distintos países desde hace décadas, en Europa desde finales de los ochenta, en Estados Unidos desde los noventa; pero en México es la primera vez con esta exposición; son 30 años de trabajo. Es una alegría muy grande”, dice la artista.

 

—Si bien hay una curaduría (a cargo de Julieta González), como artista cómo intervienes y seleccionas obras de 30 años de trayectoria?

 

—Este trabajo lo ha hecho más Julieta, tanto es que poemas que hice cuando tenía como 20 años están siendo mostrados, porque no quería dejarlos fuera. Al fin, creo que tienen que ver con todo lo que hago hoy o con lo que hice hace 20 o 10 años. De una forma o de otra todo tiene el mismo espíritu.

 

—¿Qué te mueve a crear obras acerca de la idea de las series?

 

—Lo que mueve mi creación es el arte, la historia, los maestros que han hecho las obras que me hacen soñar, pensar tanto, amar. Lo que me interesa de hacer series son los materiales mismos; por ejemplo, pensé en hacer una escultura o dos esculturas con dinero, pero cuando vi que los billetes tenían muchos grafitis anónimos, me quedé encantada con ellos. Con los grafitis anónimos de todos los temas, sobre economía, política, listas de compras, de amor, sexo y todo, al final hice muchos trabajos. Luego con la economía de Brasil, los billetes que eran cruzeiros empezaron a ser cruzados, después cruzados nuevos, y el valor caía; entonces, era como comprar papel. Son muchas razones para hacer las serie, el material me lleva a hacerlas juntas.

 

—¿Qué tanto interesa esta condición del material como elemento de desecho de la sociedad?

 

—Lo que me interesa más que eso es que son materiales que tienen calidades ricas, como peso, tamaño, color, diseño, y más que nada que son materiales que nos pertenecen a todos y a los que nunca les ponemos atención. No es tanto por el hecho de que sean descartables, pero este hecho también me hace pensar en lugares para esas cosas que no tienen lugar, en cuerpos para cosas que no tienen casi cuerpo, pequeños papeles como tiquetes de precios, tarjetas de invitación. Lo que hago es imprimir en ellas potencia plástica, y encontrar un cuerpo, un lugar para ellas.

 

—¿Qué quisiste mostrar aquí?

 

—Algo que está presente en la exposición es que no hago diferencia entre los tamaños; hay trabajos muy pequeños y hay muy grandes; todos los colores están ahí, todos los materiales hacen parte de un trabajo único, de mi vida, tal vez. Lo más importante es que estas son presencias que todos nosotros tenemos. Es un trabajo que es mucho como Do it yourself [hágalo usted mismo]. Por ejemplo, materiales como el cable de acero que es muy lindo pero que nunca merece ser the star of the show; entonces aquí estas cosas que están a nuestro servicio son las estrellas de la exposición.

 

—¿Qué tanto importa que sean materiales de tu país o materiales cotidianos del ser de cualquier lugar?

 

—En el caso de los trabajos con dinero, es algo muy específico de Brasil; es como un X Ray del espíritu del brasileño pobre porque son los analfabetas los que escriben en los billetes. Pero todos los otros trabajos son universales.

 

—La escritura es otro elemento muy presente de tu obra…

 

—Me gusta muchísimo la poesía; es la forma que da la mayor potencia a las palabras. La poesía saca de las palabras el máximo que pueden darnos. Me gusta pensar en las palabras como objetos, con la fuerza que tienen y usarlas, lo mismo que para tener cuerpos visuales. Me gustaría mucho ser una poeta, pero no lo soy.

 

—¿Qué tanto ha llegado tu obra a otros países de América Latina, más allá de la difusión alcanzada en Estados Unidos y Europa?

 

—Nuestros países, en términos de la producción contemporánea, son pequeños. No tenemos la misma cantidad de colecciones privadas, ni de museos con colecciones de arte contemporáneo; estamos empezando con relación a Estados Unidos y Europa. Aquí no hay inversión en esta producción joven; es un gran desafío hacer una bonita historia para los que vienen. Pero México tiene una historia milenaria, al contrario de Brasil, que tiene 500 años desde el descubrimiento; hay grandes diferencias.

 

—¿Qué está pasando hoy en Brasil con los nuevos creadores?

 

—Cada década viene una nueva generación con fuerza, calidad y producción, y ahora hay mucho más de lo que podemos procesar. Yo tengo a veces dificultad en comprender muchas de estas presencias: muchas veces están tan bien hechas, tienen calidad técnica, eficiencia plástica y presencia, pero otras no lo puedo creer ni digerir… sé que esto que digo no es racional, es algo del estómago, es algo que no digiero. Pero hay mucha fuerza en las nuevas generaciones que vienen con una nueva forma de aprender las cosas, con otra calidad de información. Nosotros nunca tuvimos acceso a tantas informaciones rápidas como las nuevas generaciones. Quiero creer que harán buenos desdoblamientos de la historia porque no van a inventar nada; todo ya fue inventado. Lo que hacemos nosotros solamente es desdoblar lo que está hecho. En mi caso, si no fuera por los otros artistas de la historia yo no estaría aquí; estoy aquí porque ellos estuvieron antes, para ellos es que hago lo que hago, por ellos es que existo.

 

—¿Quiénes son ellos?

 

—Desde los colegas de mi tiempo, hasta los de la historia. Los que son tan conocidos como Lygia Clark, Hélio Oiticica, Mira Schendel, hasta otros como Flávio Carvalho que fue un pintor maravilloso, o artistas de la generación de los años setenta, como José Resende, uno de los mejores del mundo, si bien sé que no hay mejor o peor en arte, pero Resende es un gran artista, lo mismo que Tunda, Cildo Meireles o Leda Catunda, de mi generación. Con Ernesto Neto tengo una historia que corre paralela. Y Cildo Meireles tiene una importancia muy grande para mi experiencia, como persona, como artista, porque aprendí mucho con él.

 

—Dado que lo objetual es una presencia muy importante en tu obra, ¿qué te lleva a pensar la importancia que hoy tiene lo virtual?

 

—Que sólo sueño. Que el 90% del tiempo que trabajo es pensar; el pensamiento es absolutamente subjetivo y libre, es la proyección de ideas, es lo que hago todo el tiempo; 10% del tiempo experimento con los materiales, hago los trabajos, me gusta hacerlo. Por eso me convertí en artista: porque me gusta hacer, pero después descubrí que el pensamiento es el que hace más que las manos.

 

*Fotografía: Obra de Jac Leirner; bolsas de plástico, tela y poliéster./ ARIEL OJEDA, EL UNIVERSAL

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