Joao Pedro Rodrigues y la ornitología espiritual

Mar 18 • destacamos, Miradas, Pantallas, principales • 5683 Views • No hay comentarios en Joao Pedro Rodrigues y la ornitología espiritual

El ornitólogo, de João Pedro Rodrigues, es un relato existencial de un joven científico que durante una expedición es arrastrado por la corriente de un río, experiencia que lo lleva a enfrentarse a sus propios preceptos sobre la espiritualidad, la religión y la sexualidad

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POR JORGE AYALA BLANCO 

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En El ornitólogo (O ornitólogo, Portugal-Francia, 2016), desasosegante filme ficcional gay 5 del también documentalista lisboeta de 50 años Joao Pedro Rodrigues (El fantasma 00, Morir como un hombre 09, La última vez que vi Macao 12), con guión suyo y de Joao Rui Guerra da Mata, el gravemente enfermo ornitólogo lusitano sólo por un celular unido al mundo Fernando (Paul Hamy con nobleza de Van Gogh) naufraga en los rápidos de un caudaloso río por intentar descubrir cigüeñas negras sobre unos riscos en la frontera hispano-portuguesa, de donde es rescatado medio muerto y reanimado mediante respiración artificial por dos peregrinas lésbicas chinas en travesía hacia el santuario católico de Santiago de Compostela, la dinámica Fei (Han Wen) y la avispada con férula de marcha Lin (Chan Suan), que al saberse extraviadas sorprenden al zoólogo cuarentón ojiverde por la noche y lo cuelgan atado de un árbol, para convencerlo a la fuerza que las guíe por la buena ruta, pero el varón logra zafarse y huye de ellas no sin antes ser amenazado con volver a verlas cuando él mismo haya encontrado su camino, pues el biólogo Fernando aún tendrá que descubrir, cual intempestivo antropólogo omninmerso en la diferencia étnica y el riesgo natural y sobrenatural, restos de ceremonias tribales, presenciar una de la que saldrá orinado, hacer lumínico sexo con el hermoso joven pescador sordomudo Jesús (Xelo Cagiao), apuñalarlo a muerte en el costado por violento equívoco al reclamarle medicamentos indispensables, enfrentarse a tres cazadoras amazonas a caballo con el pecho desnudo (Juliane Elting, Flora Bulcao y Isabelle Puntel) y toparse con un gemelo idéntico aunque hablante normal del difunto Jesús llamado Tomás (Cagiao en segundo papel), trocar su propio nombre por el de Antonio, al devenir en émulo del patronal Santo franciscano portugués del siglo XII (cuyo apelativo original había sido también Fernando) y, ya transformado en otro hombre (ahora encarnado por el propio realizador Rodrigues), enfilar hacia nuevos horizontes abiertos a su consumado proceso de ornitología espiritual.

“El ornitólogo” está protagonizada por Paul Hamy, Xelo Cagiao, João Pedro Rodrigues, Han Wen y Chan Suan.

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La ornitología espiritual se expresa ante todo merced a la preeminencia de las aves por sobre cualquier otro elemento significante: observación de águilas en vuelo y quietas especies raras por subjetivas con binoculares, tropiezo con aves de rapiña humanas como las peregrinas, bacantes disfrazados con máscaras de pájaro y variopintas plumas a modo de atuendos, saqueables nidos de ave, huevos comestibles que sustituyen a las pastillas médicas tiradas al paso, o una albísima paloma ubicua del Espíritu Santo acechando por doquier, como si todos formaran parte de una suerte de astronomía interior del personaje, tan bella cuan misteriosa y desafantemente valorada por una flamígera fotografía en abiertos planos secuencia de Rui Poças, una procelosa edición de Raphaël Lefèvre, una vívida riqueza del diseño sonoro poblado de acosadores graznidos de la naturaleza de Nuno Carvalho y una música transida de Séverine Ballon hasta culminar en una centenaria balada tradicional portuguesa, todo ello punteando y señalando simbólicamente la vía real, hacia la sabiduría, la serenidad y el amor errante de una inesperada santidad.

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La ornitología espiritual ofrece e impone un drama de una búsqueda espectral de la santidad, pero en vívidos colores y tonos y actos alegóricos, como cualquier cosa menos como una hagiografía beata, santoral ilustrado o leyenda dorada, sino por medio de un paulatino e inédito discurso y proceso de la santificación que se vale de una metamorfosis lograda a través de pruebas, encuentros y resurrecciones, cine de aventuras, descenso a los infiernos de las mitologías personales y los exotismos semioníricos, pues aquí reaparecen iluminados algunos restos del sórdido thriller urbano El fantasma y las crueles inmersiones travestidas de Morir como un hombre o transformistas de La última vez que vi Macao, a modo de una metafísica encarnada, glosando y apoderándose de una idea delirante de la imagen y figura, más que pasajes biográficos o una semblanza transferida, de un San Antonio de Padua citado desde el epígrafe programático del filme (“Quien se acerque al Espíritu participará de su calor y su corazón será elevado muy alto”) y considerado por antonomasia el amigo-émulo de las aves, aparte de predicarle a los peces (como en el lied de Gustav Mahler transformado en su Segunda sinfonía y en núcleo de la única obra sinfónica contemporánea de Luciano Berio), más allá de las herejías ligadas al Camino de Santiago que asaltaban al surrealista aragonés Buñuel (en La Vía Láctea 69) y al visionario chileno Ruiz (Combate de amor en sueños 00) que precedieron a Rodrigues e imaginariamente lo enmarcan, hasta alcanzar un estadio de santo alucinado sobrenatura e infranatura a la vez, tanto un santo religioso, o sea teologalmente presa de la fe y de la esperanza y la caridad, como un santo moral, o sea sumiso por altiva predestinación a su deber más íntimo.

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La ornitología espiritual propicia y prodiga una bella y poética fábula del cine del cuerpo, el hálito boca a boca, la sangre varias veces succionada ya por las arpías ya por los amantes, el emblemático cuerpo martirizado por fálicas flechas de un san Sebastián de Jarman (76) ahora pendiendo atormentado por ataduras y los pies en el río, la lamida prefuneral-protoblasma a Jesús, la metida de mano en la herida del costado para disipar la duda de santo Tomás, y esa oda a los cuerpos femeninos ecuestres y masculinos erotizados en libertad.

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Y la ornitología espiritual oscila entre el cisma y el sismo interno, para concluir en la historia dichosa de un amor homosexual, con ese Fernando-Antonio felizazo al lado de su nuevo compañero en la mismísima Padua, donde se cruzará otra vez con las peregrinas chinas que lo saludan desde un auto profiriendo su nuevo nombre, sin lograr inmutar a la pareja amorosa gay que marcha de la manita y por la calle.

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FOTO: El ornitólogo, de João Pedro Rodrigues, relato existencial que pone a prueba la espiritualidad, la religión y la sexualidad de un joven científico, se exhibirá hasta el 23 de marzo en la Cineteca Nacional. Especial

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