La cosa del mar: radiografía del alma humana

Ago 3 • Escenarios, Miradas • 3787 Views • No hay comentarios en La cosa del mar: radiografía del alma humana

 

POR JUAN HERNÁNDEZ 

 

Devastadora resulta la exposición del estado del alma del mundo contemporáneo en la obra La cosa del mar, de la joven dramaturga alemana Rebekka Kricheldorf, dirigida por Luis López, con los actores Dobrina Cristeva, Ana Karina Guevara, Blanca Alarcón, Sinaí Segovia y Rodrigo Mendoza.

 

Estrenada recientemente en el Teatro Helénico, en la ciudad de México, la puesta en escena es el resultado de un diálogo filosófico entre la dramaturga y el director de escena, quien se suma al pesimismo sobre el destino de la humanidad en la contemporaneidad que la escritora expresa en la obra.

 

Rebekka Kricheldorf nació en Freiburg, Alemania, en 1974, y es hoy una de las escritoras más sobresalientes de su generación. Su obra La cosa del mar es dolorosa, cínica y expresa una crítica severa a la modernidad, la cual ha sido catastrófica —parece decirnos— para el espíritu humano.

La dramaturga exhibe, en su obra, el vacío y la vacuidad de la existencia, y la pérdida del sentido de solidaridad, que ha convertido a la humanidad en una bestia feroz que se consume a sí misma.

 

Esta visión apocalíptica es compartida por el director de escena Luis López, quien crea una metáfora visual de la putrefacción de lo humano en el mundo actual. Perdidos los hombres y las mujeres en el sinsentido de la vida, agobiados por sus temores y sin rumbo, sale de ellos lo peor de su naturaleza.

 

La acción ocurre en un barco a la deriva en mar abierto. La nave es la representación de la especie humana, que se deja arrastrar por la corriente, entre la embriaguez enajenante y la cruda moral que no le permite resolver los problemas de su alma.

 

Los personajes son decadentes, paralizados por la incertidumbre de la vida, en la que sólo encuentran un vacío inconmensurable. La cosa del mar, que los personajes imaginan como un monstruo acechante, es el temor a la vida misma; por eso es mejor para ellos extinguirse espiritualmente antes que enfrentar el misterio atemorizante de la existencia.

 

El director consigue crear una atmósfera expectante, un clima desolador, en una puesta en escena que transcurre a un ritmo exasperante, que jala al espectador hacia ese mar en donde los personajes se desintegran poco a poco en la nada.

 

Dobrina Cristeva crea a un personaje (una médico exitosa en la vida material pero frustrada en su existencia íntima) delirante. Ebria la mayor parte del tiempo, la mujer que es madre, amante y amiga, entra en un proceso de descomposición que la lleva a mostrar el verdadero rostro de su alma: un rostro cruel, violento y esquizofrénico.

 

El personaje creado por Ana Karina Guevara es la “amiga” de la médico y a su vez la narradora que pone en la puesta en escena el acento cínico e inconmovible. A ella no le queda la menor duda de que la única salvación es la extinción y hace todo lo posible porque eso suceda, al asumir una actitud apática frente a los temores expresados por sus compañeros en el barco.

 

Por otro lado, la actriz Blanca Alarcón interpreta a la empleada del barco que es toda nobleza, candidez y virtud que, como en el caso de los otros personajes, sólo es una máscara detrás de la cual está oculta su naturaleza, que no es distinta a la del resto de los humanos: capaz de cometer los peores crímenes.

 

Rodrigo Mendoza, por otro lado, es el hombre maduro que no ha querido tener apegos, ni responsabilidades; por eso no establece lazos profundos con otros seres humanos y ha decidido no tener hijos. Su naturaleza hedonista lo convierte en un ser cínico, incapaz de mirar en su interior y de superar el sinsentido de la vida.

 

Finalmente Sinaí Segovia representa a un adolescente ensimismado, desesperanzado, cuya visión del mundo está íntimamente ligada a la manera en que ve a los adultos: ejemplo de la devastación humana.

 

La cosa del mar es una pesadilla amenazante, desconsoladora sobre el destino de la humanidad en el sistema salvaje del capitalismo, que carcome el alma y la exilia. Es una obra que expresa un pensamiento complejo y crítico sobre el mundo. Es también una alerta sobre el peligro en que se encuentra la especie; una exposición de la condición humana en su más oscura manifestación y vista desde un ángulo que evita cualquier tipo de complacencia sensiblera.

 

El montaje de Luis López y las eficaces interpretaciones de los actores constituyen una provocación al pensamiento crítico, a la reflexión profunda y, al mismo tiempo, trastoca el mundo sensible, lo desestabiliza y pone el dedo sobre la llaga al señalar los males de una modernidad que perdió la brújula.

 

Hay en esta obra un estado de emergencia. El vacío devora cualquier manifestación espiritual y se abre como un hoyo negro que se come a la esperanza. En este panorama desolador lo que está en juego es la permanencia de la especie y la luminosidad de su espíritu. Ni más ni menos. El espejo colocado frente al espectador refleja un rostro que aterroriza y de cuya imagen no se puede huir; está ahí, irremediablemente.

 

*La cosa del mar, de Rebekka Kricheldorf, dirigida por Luis López, con Dobrina Cristeva, Ana Karina Guevara, Blanca Alarcón, Sinaí Segovia y Rodrigo Mendoza, se escenifica en el Teatro Helénico (Revolución 1500, Guadalupe Inn), los martes a las 20:30 horas.

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