“Los prejuicios ante Paz han desaparecido”

Ene 24 • destacamos, principales, Reflexiones • 3468 Views • No hay comentarios en “Los prejuicios ante Paz han desaparecido”

 

POR YANET AGUILAR SOSA

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En cuanto los amigos y cercanos a Octavio Paz se enteraron que el crítico literario Christopher Domínguez Michael estaba escribiendo una biografía del Premio Nobel de Literatura 1990, se acercaron a él para compartirle documentos, anécdotas e historias vividas con el poeta. En esa búsqueda de reunir todos los materiales relativos a la vida y la obra de Paz, Domínguez Michael tenía varios precedentes: el libro de Guillermo Sheridan y los varios acercamientos de Enrique Krauze, también sabía que este libro va a envejecer rápidamente como envejecen las buenas biografías, pues saldrán nuevos libros y documentos en torno a esta figura fundamental de la literatura universal.

 

“Cuando estaba yo acabando el libro ya se había abierto en Princeton la correspondencia entre Fuentes y Paz que ya no ví. Pero sin duda, si algo tiene mi libro es que este es el testimonio de un escritor contemporáneo a Octavio Paz y aspira a ser una vida y obra de Octavio Paz que funcione lo mismo para quien tiene un conocimiento general de la obra pero quiere sintetizarlo, que para quien se acerca por primera vez. Es mucho pedir pero ese fue el objetivo”, señala Christopher Domínguez Michael al hablar de su libro Octavio Paz en su siglo, publicado por Aguilar.

 

Esa obra que días antes de ser lanzada en español, ya había sido presentada en París en su versión francesa, es la manera de Christopher Domínguez Michael de retribuirle algo por la amistad y las enseñanzas que recibió de Octavio Paz.

 

¿Cómo decide entrar a esta figura controvertida pero central de las letras mexicanas?

Estuve diez años con Octavio Paz en el consejo de redacción de la revista Vuelta lo cual me hizo ser testigo de los últimos diez años de su vida, de trabajar con él, de escucharlo, de ser su discípulo con mis otros compañeros, cuando él muere, en varios de nosotros quedó la necesidad de rendir testimonio de él y durante los años fue cambiado mucho la naturaleza del testimonio que yo quería rendir hasta que llegué a la conclusión de que había que hacer un trabajo largo, serio, exhaustivo, sabiendo que es un trabajo que una vez publicado iba a empezar a envejecer rápidamente.

 

¿Cuál era el reto de este trabajo en medio de tantos libros sobre Paz que han aparecido en los últimos años?

El reto es sencillamente sintético, hay muchísimos libros sobre Octavio Paz, hace poco presenté dos que ya no alcancé a utilizar porque no me daban los tiempos, pero creo que si alguna virtud tiene Octavio Paz en su siglo es que es una síntesis de lo que había hasta el momento que acabé de escribirlo en julio y abarca la gran mayoría de los materiales que estaban a mi disposición; tiene un interés sintético de organizar; armé el rompecabezas. Claro que habrá otros trabajos, otros rompecabezas.

 

¿No se ha terminado de abordar la figura de Paz?

Octavio Paz es un clásico y lo que define a un clásico es que cada generación lo redescubre, este es el Octavio Paz de alguien que fue un muchacho, que fui yo, que se encontró con él a los 27 años en los últimos diez años de su vida. El Octavio Paz dentro de 50 años, escrito con mayor documentación, mayor objetividad y mayor distancia, por un investigador australiano, por ejemplo, será distinto. No es lo mismo leer una biografía de Paul Valéry de 1950 a leer una biografía de 1990. No necesariamente es mejor la de 90 que la de 50, son distintas.

 

¿Qué tanto se puede ser objetivo cuando está vibrando la emoción?

Uno de los escrúpulos que yo tenía para escribir o no escribir este libro era decir: “bueno yo estuve demasiado cercano a la figura de Octavio como para poder actuar con objetividad”, aunque sé que la objetividad no existe en ciencias sociales. No es una hagiografía, ahí están sus defectos que no son mayores a los tuyos o a los míos como toda persona, está su vida privada en la medida en que pude plantearme las líneas del decoro que uno se plantea frente alguien que uno admiró y quiso, están sus contradicciones políticas que las tiene cualquiera que hace política. Hacer política es pactar con el diablo como decía Max Weber y Paz pactó varias veces; a veces con resultados muy buenos para México y para la lucha por la libertad frente al Estado en el mundo, a veces sus decisiones políticas fueron erráticas o contraproducentes. Sí, hay cariño, admiración, hay empatía y simpatía, pero también hay muchas cosas que yo dejo abiertas para que el público tome la decisión que considere conveniente.

 

¿Ha cambiado el acercamiento de las nuevas generaciones?

Es muy difícil saberlo, hace un par de semanas estuve en París presentando la edición francesa del libro, el promedio de edad de los asistentes al acto era 65 años, daba la impresión de que estábamos ante un culto en extinción, pero visto en México, quienes dan clases frecuentemente dicen que justamente por el tiempo que ha pasado y por los prejuicios negativos y positivos ante Octavio Paz han desaparecido, quienes dan clases de literatura dicen que hay una nueva generación de lectores que está entrando a la obra de Paz con mayor libertad que nosotros que lo teníamos ahí.

 

Este año no solo salió mi libro, se completó la nueva edición mexicana de las obras completas, salió una infinidad de material nuevo, creo que está sobre la mesa una nueva biblioteca para acercarse a Paz que algunos pocos jóvenes, que son los que siempre valen, van a leerlos con mucha atención.

 

¿Dice que es una biografía no autorizada, Marie Jo no le pidió ver el manuscrito?

Cero, cero. Yo había hablado con Marie Jo varias veces antes, yo no le dije nada, en marzo le hablé y le dije estoy haciendo esto, necesito hablar contigo para cosas imprecisas que te quiero preguntar, si quieres ver el libro te lo llevo a tu casa en este momento, me dijo no, adelante. Me cito en su café preferido en Polanco en la ciudad de México y me contestó preguntas personales precisas que yo le hice, pero en ningún momento pedí su autorización, procuro ser menos amigo de Sócrates que de la verdad. Pues autorizada no es.

 

Fotografía: Christopher Domínguez Michael y Octavio Paz / EL UNIVERSAL.

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