María Moliner y el drama profundo de la libertad

Ene 12 • destacamos, Escenarios, Miradas, principales • 3757 Views • No hay comentarios en María Moliner y el drama profundo de la libertad

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El diccionario, obra de teatro de Manuel Calzada, aborda la vida de la filóloga española, la escritura de su obra enciclopédica y sus creencias sobre la importancia del lenguaje como acto libertario

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POR JUAN HERNÁNDEZ

Manuel Calzada ganó el Premio Nacional de Literatura Dramática de España en el 2014 con la obra El diccionario, una obra inspirada en la vida de María Moliner Ruiz, lexicógrafa y filóloga, autora del Diccionario del uso del español con el que tomó un lugar preponderante en la historia de la cultura hispanohablante.

 

Una obra teatral que le ha valido a su autor el reconocimiento internacional, toda vez que ha sido llevada a escena en varios países. En México la pieza es dirigida por Enrique Singer con la Compañía Nacional de Teatro del INBA, las actuaciones de Luisa Huertas (María), Óscar Narváez (Fernando), Roberto Soto (doctor), Eduardo Candás e Israel Islas (alternando como Fernando, joven encargado de la depuración), y la voz en off de Antonio Rojas.

 

“La Moliner sabía que el lenguaje podía usarse como arma de dominación de almas, pero ella eligió ofrecer un lugar de encuentro, de comunicación, tal vez el único posible. Porque sabía que sólo por el lenguaje se puede alcanzar la libertad, y quiso enseñarnos cómo hacerlo”, escribe Calzada en el programa de mano de esta obra en la que se toma la licencia, para desvelar su identidad española, de escribir “Méjico” con J.

 

La obra de Calzada sublima la vida de un personaje entrañable y ya de suyo de enormes posibilidades dramáticas: una mujer dedicada con ahínco a la escritura rigurosa de un diccionario del uso del español, que decidió permanecer en España con sus hijos y su marido (un físico, catedrático republicano) en la época de la dictadura franquista, y padeció la persecución y represalias políticas del régimen totalitario.

 

Armada con una pequeña máquina de escribir y cientos de fichas en las que escribía la definición de cada palabra —un acto desvelado como experiencia de libertad—, el personaje también asume, con toda dignidad, sus tareas de madre y esposa, lo mismo que la enfermedad que mermaría, paradójicamente, su capacidad intelectual hasta la muerte.

 

Enrique Singer toma en sus manos este notable texto dramático y lo hace con todo el aparato de la Compañía Nacional de Teatro. Que no es poca cosa. Consigue una obra amorosa, que se desarrolla en una atmósfera que permite asomarse a la tragedia íntima del personaje y vindica el sentido irrenunciable de la libertad como eje de la dignidad humana.

 

La dirección de Singer evade el peligro de la propensión melodramática o la exacerbación sentimental. En la contención y la sobriedad el director encuentra la potencia de una vida que toca fibras sensibles en un plano luminoso de lo humano. Va de lo íntimo a lo público, remarca la importancia de la palabra y asume, como el personaje mismo, a la puesta en escena como un reto en el que se pone en juego la vida.

 

El director cuenta con el quehacer actoral magistral de Luisa Huerta, quien estudia a profundidad el personaje, lo llena de matices y lo reviste de dignidad. Enuncia de manera orgánica el texto que desvela las distintas capas de una personalidad que conmueve por la manera en que asume los retos de ser mujer en un mundo machista, cuando defiende sus creencias sobre la importancia del lenguaje como acto libertario, y soporta la tortura sicológica de la purga política de la que fue víctima en la dictadura franquista.

 

Entre las tareas de esposa y madre, el personaje femenino se hacía de un espacio para dedicarlo a escribir dos tomos de alrededor de tres mil páginas del Diccionario de uso del español. De ahí que la escenografía sea una mezcla entre el hogar y el lugar de trabajo. Una mesa para sentarse a comer, pero igualmente a trabajar; con fichas en la tina o apiladas por todos los rincones de la casa para no olvidar que en ese quehacer el personaje encontraba el sentido de la vida.

 

El diccionario era para ella un quinto hijo, aunque sólo lo expresa en una conversación con su médico, cuando éste le pregunta cuántos hijos tiene y ella responde sin pensar: “¡Cinco!… No, cuatro”. El parto de esos dos tomos son la guía en el entendimiento y el sentido del drama del personaje protagónico.

 

La atmósfera íntima y evocativa de la puesta en escena es un elemento de significación profunda para experimentar el teatro como vida. El diseño escenográfico de Auda Caraza y Atenea Chávez acierta al usar muebles de vida cotidiana y construir un gran telón con fichas a manera de tabiques que se van desmoronando al mismo tiempo que la memoria prodigiosa del personaje.

 

Luisa Huertas ofrece un trabajo de actuación magistral y encuentra en los primeros actores Óscar Narváez y Roberto Soto la resonancia que permite dar unidad orgánica y discursiva a la puesta en escena.
El diccionario, en suma, es una puesta en escena para ser vivida en complicidad con los principios y valores de una vida que trasciende y se agiganta en la proyección teatral. Aunque la trama pudiera leerse como una historia de la pérdida, en realidad se trata de la victoria de la libertad y de la dignidad humana.

 

 

FOTO: El diccionario, de Manuel Calzada, dirigida por Enrique Singer, con Luisa Huertas, Óscar Narváez, Roberto Soto, Eduardo Candás e Israel Islas (actor invitado), producción de la Compañía Nacional de Teatro se presenta en la Sala Héctor Mendoza de la CNT (Francisco Sosa 159, Santa Catarina Coyoacán) jueves y viernes a las 20:00, sábados a las 19:00 y domingos a las 18 horas, hasta el 3 de febrero. En la imagen, la actriz Luisa Huertas /Sergio Carreón Ireta / CNT

 

 

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