Mexicanos en el campo de batalla

Jul 26 • Conexiones, principales • 4960 Views • No hay comentarios en Mexicanos en el campo de batalla

POR ABIDA VENTURA

 

“A la puesta del sol pasamos por Dittlinger, una cantera trabajada por muchos hombres de mi raza. Aquí fue donde impartí clases a sus hijos durante un año. Para mi ese camp-rancho es otro sitio de batalla… Precisamente, en este rancho-campo nació en mí la idea de tomar el rifle, aguijoneado por el maltrato que recibe mucha gente de nuestra raza por estos lugares, donde predomina el elemento de raza teutona o alemana.  Mal agradecidos, nos niegan la igualdad de gentes y olvidan las mil y una garantías bajo las cuales sus ancestros vinieron a colonizar estas tierras.  Y pienso que quienes hemos ofrecido nuestro servicios para ir a combatir a los alemanes de ultramar por injustos y soberbios, muy bien podíamos comenzar por poner un ejemplo con muchos izcariotes, malos ciudadanos que encontramos tan a menudo”.

 

Son las palabras de José de la Luz Sáenz (nacido en Realitos, Texas, en 1888), un profesor en escuelas segregadas para niños mexicanos, a bordo del tren que lo llevaba a combatir en las trincheras de la Primera Guerra Mundial.

 

Este hombre de 29 años, uno de los ocho hijos de Cristina Hernández y Rosalío Sáenz, una pareja que años antes había cruzado de México a Estados Unidos  y que vivía orgullosa de sus orígenes, fue uno de los hasta ahora desconocidos soldados mexicanos y mexico-americanos que, por convicción propia  o sin tener conocimiento de lo que se trataba, se alistaron al ejército americano para pelear contra Alemania, en aquel conflicto bélico que cambiaría el orden geopolítico de la época.

 

A un siglo de la Gran Guerra, como también se conoció a ese conflicto, el número de hombres de sangre mexicana que formaron parte de las fuerzas aliadas es una incógnita y sus historias permanecen ocultas entre las de millones de soldados que participaron en esas batallas.

 

El diario de José de la Luz Sáenz, publicado en  español en 1933 bajo el titulo Los mexico-americanos en la Gran Guerra y su contingente en pro de la democracia, la humanidad y la justicia, donde narra su experiencia  de 16 meses en el regimiento 360 de infantería en la División 90 del ejército estadounidense, es hasta ahora la única referencia documental y bibliográfica que existe sobre la participación de personajes mexicanos en la Primera Guerra Mundial. La narración, recientemente reeditada  y traducida al inglés por el historiador Emilio Zamora, profesor de historia en la Universidad de Texas en Austin,  además de ser un documento donde reclama a Estados Unidos los derechos de su “raza” a base del sacrificio en los campos de batalla, también menciona la participación de sus compatriotas, algunos nacidos en territorios que 70 años antes habían sido arrebatados a México y que, como él, seguían orgullosos de sus raíces, y otros nacidos en tierras mexicanas pero que habían cruzado la frontera en busca de un futuro mejor.

 

En entrevista, Zamora, especialista en la historia del pueblo mexicano en Estados Unidos, comenta que si bien el diario de José de  la Luz no especifica cuántos eran  los mexico-americanos que  formaron parte de las tropas aliadas, en una ocasión que se reunieron en Alemania eran 50.

 

De sargentos y mensajeros “kamikaze”

 

En  su diario, el soldado publica imágenes de algunos de sus compañeros, como  Maximiliano Hinojosa, de Falfurrias, después de haber sido herido en batalla;  Florencio Heras y Sixto Flores, de Alice,  quienes fallecieron abordo del buque militar El Tuscania; Felipe Martínez, de Beeville, y Felipe Neri, de San Antonio, quienes “volvieron para contar lo que vieron y a enseñar lo que trajeron como recuerdos”; Felipe García, que llegó a ser sargento, así como Fortino Treviño, también de Alice, y Pablo Pérez, de San  Diego.

 

Algunos de esos desconocidos soldados librarían junto con él importantes operaciones militares en territorios franceses en  1918, entre ellos, la ofensiva de Saint-Mihiel del 12 al 15 de septiembre y la del Mosa-Argonne del 26  de septiembre al 11 de noviembre.

 

Entre esas historias inéditas también destaca la de Eulogio Gómez, un joven  nacido en familia mexicana en Brackettville, Texas, quien se desempeñó de manera audaz en las trincheras como un mensajero encargado de llevar y traer comunicaciones entre los diferentes mandos militares. Según el diario de Sáenz, este soldado que no conocía de geografía, pero que no necesitaba de una brújula para orientarse e ir a donde se le encomendaba,  ingresó al ejército porque unos amigos lo habían invitado a pelear contra los alemanes y aceptó el reto sin titubear.

 

Este joven fue de esos hombres de origen mexicano que, comenta Zamora, se alistaron “sin saber en lo que se estaban metiendo”. “Algunos eran nacidos en México, pero recién llegados aquí, con padres o abuelos originarios de México. Muchos eran de la frontera,  una región desde siempre cultural, donde el mexicano de aquel lado como los de este lado eran muy semejantes culturalmente. Hablaban español y no estaban integrados en la sociedad norteamericana”,  explica vía telefónica desde Texas.  Otros, añade, se rehusaron a participar y huyeron a México.

 

Hasta ahora, sostiene el historiador, las experiencias de estos soldados mexicanos se conocen gracias al diario de José de la Luz Sáenz, que desde su publicación en 1933, gracias al apoyo económico de la Liga de Ciudadanos Latinoamericanos Unidos [League of United Latin American Citizens], o LULAC, a la que pertenecía, en la editorial Artes Gráficas, que en esa época se dedicaba a la publicación de textos en español, ha sido el “único diario de guerra publicado por un mexicano en los Estados Unidos”.

 

De ese original en español, explica Zamora,  existen pocas copias y debido a que las bibliotecas de las universidades norteamericanas se habían negado a adquirir el texto en español, la mayoría de los ejemplares han permanecido en casas particulares, por lo que es poco conocido.

 

Con su  reciente traducción al inglés y estudio del diario, ahora conocido como The World War I Diary of José de la Luz Sáenz (College Station: Texas A&M University Press, 2014), Zamora considera que el diario de Sáenz podría contribuir a desenterrar del olvido las historias de los mexicanos que participaron en la Primera Guerra Mundial, además de profundizar en la labor que este profesor realizó al ser uno de los fundadores de LULAC y un luchador por los derechos mexicanos en Estados Unidos desde la década de los 30.

 

Y es que, además de relatar sus historias  en las trincheras,  José de la Luz Sáenz ofrece en su diario su visión política, de protesta en contra de la explotación del pueblo mexicano y reclamo de derechos a base del sacrificio mexicano en los campos de batalla.

 

Según Zamora, uno de los propósitos principales de Sáenz al publicar ese diario fue relatar y dar a conocer la aportación mexicana en la guerra, “para que nuestro pueblo, el de origen mexicano, tuviera conocimiento e hiciera suyos los hechos y sufrimientos de aquellos que respondieron por el prestigio y buen nombre tradicional de la raza en los campos de prueba del honor”.

 

Sáenz —sostiene el historiador— “expresa la opinión común entre los mexicanos de aquellos tiempos, a los que casi siempre se les menosprecia, excepto cuando se les necesita como mano de obra barata y carne de cañón”.

Para él, añade,  unirse a  la guerra en  Europa fue “por la causa de los derechos civiles en Estados Unidos”.

 

Así lo concibió desde  que decidió servir como voluntario en una guerra que no era suya y de la que pudo quedar libre, ya que cuando se alistó tenía una esposa y dos hijos que le aseguraban una exención militar. A su regreso, cuenta Zamora, Sáenz  volvió a las aulas y  a su trabajo político para librar otra guerra: la del reconocimiento de los derechos civiles de los latinos en Estados Unidos.

 

*Fotografía: José de la Luz Sáenz relató su experiencia en la guerra en un diario que se publicó en español en 1933 / DIARIO DE JOSÉ DE LA LUZ SÁENZ.

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