“No es tan malo que te odien” Entrevista con Alberto Fuguet

Jul 9 • Conexiones, destacamos, principales • 14737 Views • No hay comentarios en “No es tan malo que te odien” Entrevista con Alberto Fuguet

POR LEONARDO TARIFEÑO

@leotarif

 

Una novela inspirada en el porno, cuyo narrador pretende contar la vida, obra y milagros (algunos de ellos, eróticos), del hijo de uno de los grandes héroes del boom de la literatura latinoamericana, en gira promocional por Santiago de Chile junto con su célebre padre. Una crónica gay ubicada en la actualidad de la industria del libro, donde los nombres y apellidos reales compiten en veracidad y contundencia con los detalles sexuales de una intimidad global que queda al descubierto.

 

En poco más de 600 páginas, el chileno Alberto Fuguet construye en Sudor (Random House, 2016) un libro provocador que apuesta a todo o nada, un brutal artefacto literario del que nadie debería sorprenderse si se descubre que su interior hace tic tac. “Quería que el libro fuera grande porque se basa en la estructura del porno, que consiste en mostrar más de lo necesario”, explica el autor de McOndo y Missing. Dentro de esa ambición exhibicionista, el lector podrá reconocer fácilmente a Carlos Fuentes y a su hijo Carlos Fuentes Lemus en la pareja protagónica de Rafael Restrepo Carvajal y su hijo Rafita. Una referencia explosiva que para el narrador, “Alf”, es una manera de reivindicar a Restrepo jr., quien “consideraba que el pudor era el enemigo número uno”.

 

Alf es editor de no ficción, y en una suerte de declaración de principios afirma que los libros que más le interesan “nacieron de violaciones. No fueron gestados con amor y cariño”. ¿Coincides con él? A su manera, ¿Sudor tampoco fue gestado con “amor y cariño”?

 

Mi escritura no es autobiográfica, pero Alf podría pasar por un alter ego mío, claramente. Si bien él no es yo, en muchas cosas pensamos parecido. La frase que citas me encanta, aunque no estoy seguro de saber exactamente qué significa. Para intentar explicarla, pienso en libros como Mis rincones oscuros, de James Ellroy; La hija de la amante, de A.M.Homes; o Correr el tupido velo, de Pilar Donoso, entre muchos otros. Quiero decir: me interesa más el libro que nació de un asco o de la necesidad de contar algo a pesar de las consecuencias, que aquel que nace casi in vitro, muy pensado. Pero para contestar la pregunta, yo no diría que Sudor nace de “una violación”. En realidad viene de una suma de cansancios.

 

La crítica chilena lo ha visto como un ajuste de cuentas con el mundo literario en general y los autores del boom en particular.

 

Sí, pero para mí es un ajuste de cuentas conmigo mismo, una manera de ubicarme en el lugar en el que quiero estar parado y en la libertad que quiero tener. Porque confieso que yo también me he equivocado.

 

¿En qué?

 

Sobre todo, en querer ser aceptado. Haber ido a charlas a las que no tendría que haber asistido, aceptar ser jurado, esas cosas…He mentido, he dicho que tal o cual libro me gustó cuando en realidad no me gustaba…¿me explico? Por eso digo que Sudor es un ajuste de cuentas conmigo.

 

En ese sentido, ¿sería un libro de madurez?

 

Ja, a mí me gustaría pensar lo contrario, que mis libros surgen de mi inmadurez. Y me parece que escribir un libro como Sudor sólo demuestra lo inmaduro que es el autor. No diría que es un libro de madurez, sino producto de varias cicatrices.

 

De la ”suma de cansancios” que mencionas.

 

Así es. Cansancio del mundo literario, de los libros correctos, de tener que jugar el juego. Por ejemplo, sin dudas uno de los lugares de los que surgió Sudor fue un encuentro literario en España, en El Escorial, un hotel en la punta de un cerro, digno de La montaña mágica. Es un lugar muy bonito, pero terrible si uno no tiene más amigos que los de allí. Hospedado en El Escorial, yo sentía que no tenía escape. Estaba rodeado de escritores y tenía que almorzar con ellos e ir a charlas que no me interesaban, así que muy pronto empecé a preguntarme realmente quiénes eran, por qué tenían tan poco que ver conmigo. Nunca en mi vida me sentí tan solo. Por suerte había Internet, así que me escapaba al cuarto lo antes posible y me encerraba a ver porno.

 

Alf dice que su intención en Sudor, el libro que quiere escribir, no es la de hacer una biografía al uso del joven poeta Rafita Restrepo, sino “alimentar su mito”. Pero el Sudor que leemos no se limita a esa intención.

 

Ah, sí, es que en eso el libro es engañoso, y por eso yo quería que fuera grande. Para mí, entre otras cosas, es el retrato de una época, el perfil de la generación del boom y la crónica de cómo es vivir, follar y estar conectado en el siglo XXI. También es sobre la actualidad de América Latina, y la brecha generacional que hay entre los tipos que hoy están en sus cuarentas y los millennials y la Generación X. Yo quería tocar estos temas.

 

Si fueras el editor de este libro, ¿qué recomendaciones le darías al autor?

 

Ja, buena pregunta. Le preguntaría si está seguro de lo que está haciendo. Si no hay alguna otra manera de no identificar a ciertos personajes con personas reales. Le preguntaría si no le parece excesivo, pero en ese caso yo respondería que sí, porque that´s the point. Y sí, le diría “¿por qué no lo guardas y lo publicas después?”, como hacen los cobardes.

 

Da la impresión de que en Sudor querías exponerte. ¿O no?

 

Exponerme, sí, pero también exponer. Aunque la palabra “exponer” es un poco fuerte, ¿no crees? Suena como si alguien hubiera cometido un crimen. Hay una exposición del personaje central porque era clave que el narrador mostrara sus debilidades y falencias. Pero las pulsiones y los deseos sexuales no son crímenes. Lo que tal vez ocurre es que entre nosotros no hay una tradición literaria en la que el narrador sea tan, digamos, fogoso. Y menos aún que sea gay. Ahí entramos en el tema del machismo de la literatura latinoamericana, donde incluso los gays escriben como heteros.

 

¿Eras consciente de la polémica que generarías? Porque Sudor se rebela contra ese machismo que mencionas, pero también está la cuestión –nada menor- de las personas aludidas en el libro.

 

Por ese lado, yo no sentía que habría ninguna polémica. En Chile se la lee como una novela divertida. Lo que no me esperaba es el apoyo del mundo gay. Ahí sentí que aparecieron lectores nuevos, con una enorme curiosidad por leer un libro literario pero también divertido y cachondo. Yo lo que quería era hacer un libro pop gay, sin ninguna polémica de por medio.

 

¿Y en cuanto a las personas reales a las que aludes? Porque el lector puede hacerse una idea de ciertas personas a partir de la historia en la que los involucras.

 

Eso depende del lector. Una de las torpezas del libro, y supongo que estaba dentro de mi interés, era el tema que tú estás proponiendo, es decir, la sátira de personajes que se parecen a algunos que circulan o han circulado. A lo mejor yo mismo no me di cuenta de que en realidad Sudor partió de eso, claramente inspirado por la visita de Carlos Fuentes y su hijo a una feria del libro en Chile, seguido de anécdotas que me contaron. Sin embargo, poco a poco el libro se transformó en otra cosa, en la visión de cómo follamos en el siglo XXI. Y la hoguera de las vanidades, y los hipsters, y los millennials, y la idea de la ciudad grande latinoamericana con bolsillos que permiten una vida de Primer Mundo. Un libro gay pero masculino, que no fuera una oda al travesti ni estuviera inspirado en las obras de Almodóvar. Este libro conversa mucho más, digo yo, con El vampiro de la colonia Roma, donde se nota que Luis Zapata leyó y reprocesó muy bien a Manuel Puig.

 

Sin embargo, en algún momento debes haber intuido que en el horizonte de la historia que contabas podía surgir alguna controversia extraliteraria.

 

Entiendo que en México se pueda ver así, pero yo no veía mucho ese problema. Yo partía de mi experiencia de lector, de cinéfilo y de adicto a series televisivas, donde jugar con la realidad es totalmente legítimo. En El maestro de Petersburgo, J.M.Coetzee ficcionaliza con Dostoievski como personaje. Lo mismo hizo Michael Cunningham con Virginia Woolf en Las Horas. Y así, ese juego puede verse en infinidad de películas, libros y series. Mi impresión es que en el mundo latinoamericano hay poco de esto. Para mí, una de las mayores influencias en Sudor es El jardín de al lado, de un profesor mío llamado José Donoso. El jardín de al lado es una sátira sobre por qué para un escritor latinoamericano es importante escribir acerca de dictaduras, para poder vender, y en sus páginas la agente literaria Carmen Balcells aparece como Núria Monclús; también sale un falso escritor ecuatoriano inventado por Fuentes y él que se llama Marcelo Chiriboga. Por eso en Sudor aparecen estos nombres, porque me pareció que en la época donde hasta House of cards practica este juego valía la pena intentarlo. ¿Por qué hubiera tenido que ponerle Aguatruena a una editorial, en lugar de Alfaguara? Yo no quería escribir una novela en clave, una roman à clef, como dicen los franceses. Es un libro super ficticio. Lo que cuento no ocurrió, pero sí está inspirado en algunas personas. A mí me parece obvio que en Sudor hay mucha ficción, y que ahí juego con los mitos urbanos que todo el mundo conoce. Es un libro muy grande, un retrato de las pulsaciones homosexuales en este momento del siglo XXI con ángulos que van de lo sexual a lo romántico. Y el público que capta esa historia, que es un público que yo respeto muchísimo, no me pregunta nada sobre qué tan inspirado está tal personaje en Carlos Fuentes, o en García Márquez o en Vargas Llosa.

 

Sin embargo, la curiosidad permanece. ¿Qué veías en incluir a Fuentes –y no sólo a él- en un mundo como el de Sudor?

 

Me parecía, sobre todo, que había una oportunidad. Yo ya me he reído de los imitadores de García Márquez, sobre todo Isabel Allende, en mi librito McOndo. Fui alumno de Donoso y siento que este libro sale de una obra suya. Soy superfan de Puig y de Vargas Llosa, de quien he escrito mucho y hasta me considero un groupie suyo. He leído mucho a Carlos Fuentes. Y siento que mi obra literaria dialoga necesariamente con mis padres, mis héroes y mis antihéroes, que son quienes me han marcado. Aquí incluyo a Fuentes en el paquete de esos autores con los que tenido algún lazo literario, pero en un libro más grande que esa historia y donde incluyo mi visión de la industria editorial, las fusiones, la relación con España y el ego de los escritores.

 

Dices que una de las mayores influencias literarias de Sudor es El jardín de al lado. A primera vista, da la impresión de que surge de Missing, el libro de no ficción en el que investigas la desaparición de tu tío.

 

Y es que un poco viene de ahí, aunque la genésis de Sudor es anterior a Missing, donde por cierto hay más ficción de lo que parece. Y en ese caso yo sí que estaba asustado con lo que podía ocurrir con cierta gente que aparecían con nombre y apellido, como mi padre y mi tío. Y no pasó nada, se quedaron muy contentos porque al final a todo el mundo le gusta que se cuente una historia donde se habla de ellos. Eso me sirvió mucho para Sudor, donde podía mezclar la ficción con la no ficción, como en Missing. Porque yo no tengo tiempo para hacer la biografía de un escritor que no es mi favorito, pero sí tengo tiempo para escribir sobre temas que me interesan. Para mí, Sudor juega un poco a ser La región más transparente del siglo XXI, para hablar de un libro de Fuentes que me inspiró.

 

Al principio decías que este libro es un ajuste de cuentas contigo mismo, porque reconoces algunos errores que has tenido, como todo el mundo. Apelando a esa franqueza, ¿no crees que Sudor tal vez le resulte un poco incómodo a alguna gente que aparece en sus páginas?  

 

Bueno, si por algo he herido a algunos, puedo pedir perdón. Pero eso es parte de la literatura, de mi trabajo. Yo no trabajo en Naciones Unidas. Más bien yo me dedico a derribar muros, y cuando lo hago espero que no haya nadie detrás de esos muros. Por eso estoy muy orgulloso del libro. No sé si es perfecto, pero tiene cuerpo, suda, huele, se mueve, provoca cosas. Cuando confieso que me he equivocado, no me refiero exactamente a los libros, aunque sí diría que un error grave, del que todavía pago las consecuencias, fue McOndo. No tanto por lo que dice, sino porque eso mismo podría haberlo publicado en una revista, o esperado unos años. Todavía hay gente que, por ese libro, me ve como un enemigo de García Márquez, un rockero parricida, cuando yo siento que de mi generación soy el que mejor ha hecho la tarea de leer el boom.

 

Y una vez hecha esa tarea, ¿escribes Sudor ya sin la obligación de querer agradar a toda costa?

 

Sí, hay algo de eso. Y de querer demostrar que yo puedo ser escritor a mi manera. Fusionando la ficción y la no ficción. Con un pie en el periodismo y otro en el cine. Sin becas de ninguna clase. Es una manera de decir que se puede ser escritor sin haber sido agregado cultural. Y, también, de admitir que en el mundo literario no es tan malo que te odien, porque muchos de mis héroes –como Andrés Caicedo o Manuel Puig- pasaron por eso. En resumen, Sudor es producto de haber perdido el miedo a que ya no me inviten a congresos.

 

Bueno, por lo que dices, parece que hasta disfrutarías no ser invitado.

 

Sí. Sobre todo, si puedo irme a otra parte.

 

*FOTO:  “Para mí, Sudor juega un poco a ser La región más transparente del siglo XXI, para hablar de un libro de Fuentes que me inspiró”. En la imagen, el escritor chileno Alberto Fuguet/ Lorena Palavicino.

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