Peripecias y reflexiones

Jun 18 • Lecturas, Miradas • 2642 Views • No hay comentarios en Peripecias y reflexiones

POR ORLANDO ORTIZ

 

Para quienes andan en cuestiones políticas, como activistas o seguidores desde la barrera, hay una especie de Época de Oro de las acciones revolucionarias. Para algunos, eso quedó atrás y nada ha cambiado, para otros, las cosas sí han cambiado pero tal vez no tanto como lo deseaban. En esos años dorados había paraísos socialistas y paradigmas comunistas. El más próximo, en tiempo y espacio, era la Revolución Cubana. También estaba la URSS, que algunos cuestionaban por haberse burocratizado y caído en el totalitarismo por “culpa” de Stalin. Fue en esos años que se vivió “el tumulto”.

 

Según el DRAE, tumulto significa “Motín, confusión, alboroto producido por una multitud”, y su segunda acepción es “Confusión agitada o desorden ruidoso”. Para María Moliner significa “Alboroto o disturbio promovido por una multitud que protesta”. Eso remite casi de inmediato a las movilizaciones de los años sesenta, en nuestro país, en Europa y Estados Unidos (tal vez también en otros continentes, no lo recuerdo). Quizá por ello asocié Tumulto, título del libro más reciente de Hans Magnus Enzensberger (Malpaso, 2015) a ese periodo de la historia mundial, más todavía cuando el volumen trae una fajilla que reza: “Memorias de una revolución imposible”.

 

El autor de Política y delito (1964) inicia este libro haciendo memoria de que en 1963 fue invitado, sorpresivamente, a un encuentro de escritores que se realizaría en Leningrado, ciudad para él, como izquierdista, casi mítica. Y era más extraño porque él no militaba en el Partido comunista ni en el Socialdemócrata. No lo pensó dos veces, aceptó la oportunidad que se le ofrecía para conocer aquel paraíso socialista, para algunos, y para otros, infierno totalitario.

 

También llegaron a Leningrado: Jean Paul Sartre, Simone de Beauvoir, Nathalie Sarraute, Angus Wilson, William Golding, Giuseppe Ungaretti, y del bloque socialista se encontró con Mijail Sholojov, Ilia Ehrenburg, Konstantin Fedin, Yevgueni  Yevtushenko y Tibor Déry, entre otros. Desde esa primera visita encontró grandes contradicciones, y facetas del “socialismo real” que no le agradaban, pero también aspectos interesantes, entre ellos esa retórica manida y reiterativa usada por los asistentes al encuentro; sin embargo, algunos escritores sí se atrevían a denunciar las limitaciones y censura a la que eran sometidos los escritores rusos; otros, principalmente los franceses, defendían a Kafka o Joyce y la nueva novela, en contraposición con los que detestaban esas “manifestaciones literarias decadentes y burguesas”. Algunos elegidos tuvieron el “privilegio” de acudir a una cena en la mansión de descanso de Nikita Jruschov, del que dice: “Sentado a la mesa de este señor, uno puede bostezar pero no sentirse amenazado”. Aunque había detectado mucho de puesta en escena para la reunión de escritores, el balance fue: “Mi primera excursión a la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas había merecido la pena”.

 

Después de ese primer capítulo, creí que el volumen sería una recopilación de artículos y ensayos, interesantísimos y apasionados, como todos lo que escribe este autor, pero a medida que avancé en la lectura cambié de opinión. Tumulto es un libro hábilmente organizado, no un conjunto deshilvanado de textos. En el segundo capítulo (“Garabatos de diario sobre un viaje por la Unión Soviética y sus consecuencias. 1966”) es invitado de nuevo a la URSS, a un Congreso por la paz, en Bakú, donde escuchó, hasta el cansancio, la misma retórica antiimperialista, las constantes referencias al “heroico Vietnam”, y las afirmaciones de que el imperialismo yanqui está agonizando; lo positivo, para él, es que conoce a Masha. Tanto su relación con ella como la invitación a conocer gran parte de la Unión Soviética, en un viaje que dura más de un mes, le permiten ser testigo de las agudas contradicciones y contrastes que se dan en el país; y esto lo ve a pesar de las puestas en escena por parte de las autoridades. La injusta distribución de la riqueza, la falta de vivienda y el hacinamiento en las kommunalka (vivienda habitada por varias familias), la escasez de alimentos y la ausencia de posibilidades para adquirir bienes sólo disponibles para turistas y funcionarios de alto nivel, el espionaje y las delaciones de “enemigos del régimen”. Situación que se vive a lo largo y ancho de la entonces URSS, sin embargo, reconoce que hay ciudades, como Akademogorodock, en la que viven “60,000 científicos y es una especie de combinado de cerebros privilegiados y centro de cálculo con elegantes hoteles y bungalós en los que se alojan los investigadores”. Todo esto, aunado a su amor por Masha y su amistad con otros rusos de ideas afines a las suyas, hacen nacer en él un propósito: vivir, y tal vez algún día escribir, lo que llamará, en adelante, su “novela rusa”. En los últimos párrafos de este apartado comienza a bordar la situación de Alemania en en diciembre de 1966, cuando hay manifestaciones de inconformidad y la policía las reprime violentamente.

 

¿Comienza, entonces el tumulto mundial?… los siguientes apartados son muy breves (“Posdata de 2014” y “Premisas. 2015”), en los que se refiere a la suerte sufrida por algunos amigos de lo ya narrado, y al momento en el que ya con más de 80 años, encuentra las notas que escribió en esos viajes. Sólo entonces le da entrada a los “Recuerdos de un tumulto (1967-1980)”. Esas páginas son las más intensas del volumen, y da cuenta de las peripecias vividas en ese periodo de intranquilidad social en el mundo. Lo interesante es que son sus memorias pero no las presenta de manera llana, sino en un diálogo con su alter ego, que lo cuestiona y por momentos censura su comportamiento. Reflexiona a propósito de su relación con Masha, a la que logró sacar de la URSS y con la cual casó y vivió en diferentes países, entre ellos Cuba. Experiencias amargas y a la vez reveladoras y siempre congruentes con su “individualidad burguesa”, diría un viejo militante comunista, pero… el caso es que “De muchos de los llamados sesentayochistas se dice que hicieron cómodas carreras. Pero los más sólo consiguieron una actividad de funcionario en la enseñanza escolar o universitaria, con blindaje contra el despido y derecho a jubilación. Los ministros, secretarios de Estado y magnates de la economía sin duda podrían contarse con los diez dedos de las manos. En cambio, nunca ha habido un movimiento político que no haya aplastado bajo sus ruedas a seres humanos” (…) “La mayoría restante pronto cayó en el olvido. Nadie menciona los nombres de quienes terminaron en el cenagal de las drogas, la cárcel o el psiquiátrico. No pocos se suicidaron.” Al leer esos pasajes, aparentemente desordenados, uno se pregunta si “tumulto” se refiere a los hechos históricos o al alud de recuerdos que se va contando y cuestionando. Se extraña que no mencione el entonces llamado, con desprecio, eurocomunismo, y su opinión de lo ocurrido después de la perestroika y la caída del muro de Berlín.

 

No obstante, Tumulto, de Hans Magnus Enzensberger, es un libro espléndido, que a no pocos ex militantes izquierdistas seguramente les traerá recuerdos, y molestará a muchos otros, pues no es “políticamente correcto” (hipócrita); además, algo que se agradece es la traducción de Richard Gross, que no cayó en el garlito de coloquialismos ibéricos y supo añadir algunas notas de pie de páginas muy pertinentes.

 

*FOTO:  Hans Magnus Enzensberger: Tumulto, Barcelona, Malpaso, 2016, 256 pp/Especial.

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