Paraíso con vista al infierno: el Congreso y el sector cultural

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Ante la entrada de las nuevas comisiones de cultura en el Congreso, ofrecemos un breve repaso histórico y un mapa para entender las dinámicas que vienen con el nuevo gobierno

 

 

EDUARDO CRUZ VÁZQUEZ
Vienen las nuevas comisiones de cultura en el Congreso. La agenda de pendientes es nutrida. Los legisladores, las bancadas, tanto en la cámara de diputados, como de senadores, cuentan con el ingrediente provocador: la cuarta transformación según Andrés Manuel López Obrador. La promesa del ajuste estructural en voz de Morena. La oferta de acabar con los rezagos de un Poder Legislativo cuya productividad es escasa en su conjunto y avara —por no decir grosera— con el sector cultural. Los morenistas y sus leales cabalgan con todo a su favor. Está por verse si esa mayoría cumple y además, logra sumar a sus opositores a las causas de la cultura.

 

Para dar seguimiento a la ruta trazada por los autores del libro ¡Es la reforma cultural, Presidente! Propuestas para el sexenio 2018-2024, Editarte Publicaciones y el Grupo de Reflexión sobre Economía y Cultura (Grecu) convocaron a un grupo de nuevos legisladores. En la Casa Galván, de la Universidad Autónoma Metropolitana, se dieron cita Kenia López, senadora por el PAN; Ana Lilia Herrera, diputada por el PRI; Susana Harp, senadora, y Sergio Mayer, diputado, ambos por Morena. Otros más con intereses en el sector cultural, fueron llamados. Su ausencia no quita valor a su perspectiva: Marcela Torres Peimbert y Ana Paola López, del PAN, tienen sendas motivaciones. El caso de Martí Batres también es fundamental. Por lo que refiere a la Ciudad de México, despunta la panista Margarita Saldaña y el morenista Virgilio Caballero, cuyo suplente es un notable gestor cultural, Ricardo Fuentes.

 

La nómina no acaba con ellos. En el Senado los de la regeneración cuentan con Jesusa Rodríguez, quien asumirá el escaño por Olga Sánchez Cordero; con Héctor Vasconcelos, fugaz primer titular del Fondo Nacional para la Cultura y las Artes (Fonca) en el salinato; con José Antonio Álvarez Lima, que pasó hace décadas por Radio Educación y Lilly Téllez, la mediática periodista. El priato de la cámara alta tiene en Beatriz Paredes una buena carta y en potencia, Vanessa Rubio. En otra rama, Emilio Álvarez Icaza y Juan Zepeda, por el PRD, no deben ser desestimados para integrar la comisión de cultura. Por lo que respecta a San Lázaro (donde la comisión lleva cinematografía), agregamos a Gerardo Fernández Noroña, quien ya formó parte de la comisión de cultura. Por el PAN, existen sensibilidades en personajes como Juan Carlos Romero Hicks, Ernesto Ruffo y Marco Adame. En Movimiento Ciudadano, Agustín Basave y Tonatiuh Bravo Padilla. En el PRI, Dulce María Sauri y Ximena Puente. De este conjunto de legisladores pueden salir quienes presidan las comisiones de cultura y parte de sus integrantes.

 

Durante la reunión en la Casa Galván, no hubo desacuerdos en la agenda del sector cultural, sobre todo la que atañe al ámbito gubernamental. En un primer bloque, el lograr sacar ventaja en la Ley de Ingresos (estímulos fiscales) y sobre todo, en el Presupuesto de Egresos, donde la grandes interrogantes son el monto que alcanzará la Secretaría de Cultura, el destino que tendrán los “etiquetados” y la restitución del fondo “piso” para los estados. En un segundo bloque, con vistas hacia el primer periodo del 2019, la lista es enorme: la ley de cultura (y su reglamento), el proceso de traslado de la dependencia a Tlaxcala, los alcances del recorte de personal que se anuncia, la ley del libro, la modificaciones a la ley de la administración pública para dar “dientes” a la transversalidad de la secretaría, la política fiscal para el sector, la ley PyME para ampliar el papel de las empresas culturales, la seguridad social para los trabajadores de la cultura… Tantos y variados asuntos en espera de ser atendidos.

 

 

¿Para quién las comisiones?

 

Para intentar vislumbrar la asignación de las presidencias de las comisiones de cultura es bueno referir el libro 1988-2012. Cultura y transición, que coordiné al lado de Carlos A. Lara, publicado a finales de 2012 (descargable gratuitamente en el portal del Grecu http://economiacultural.xoc.uam.mx). La obra contiene un dossier con testimonios de enorme riqueza. Entre ellos, el del ex presidente Vicente Fox, del desaparecido Rafael Tovar, de Sari Bermúdez, Sergio Vela, Consuelo Sáizar, Saúl Juárez, Marinela Servitje, Alejandro Soberón, Thomas Veerkamp, Sergio Autrey y Francisco Gil Díaz. Además la obra está salpicada por innumerables declaraciones, desde trabajadores sindicalizados, pasando por legisladores, hasta políticos de alto voltaje como el regiomontano Mauricio Fernández.

 

Se estructura sobre algunos de los principales pliegues del sector cultural. Por el asunto que nos ocupa traigo a colación el texto de Carlos A. Lara y Karla Quiroz “Las cuentas del poder legislativo: el ruido que no cesa”, un magnífico recuento crítico de 25 años de las comisiones de cultura en el Congreso de la Unión.

 

Vale mucho detenerse en este historial. Primero en las legislaturas de la Cámara de Diputados y sus presidentes, que arranca para fines del libro en la LIV 1988-1991 con Jaime Sabines (PRI), a quien le sucede Fernando Córdoba Lobo (PRI). LV 1991-1994. Luis Dantón Rodríguez (PRI). LVI 1994-1997. Florentino Castro (PRI). LVII 1997-2000. María Rojo (PRD). LVIII 2000-2003. José M. Correa Ceseña (PRI). LIX 2003-2006. Filemón Arcos (PRI). LX 2006-2009. Emilio Ulloa Pérez (PRD), le sucede José A. Suárez del Real (PRD). LXI 2009-2012. Kenia López Rabadán (PAN). LXII 2012-2015. Margarita Saldaña (PAN). LXIII 2015-2018. Santiago Taboada (PAN). En suma, 5 veces el PRI, 3 el PAN y 2 el PRD.

 

Legislaturas en la Cámara de Senadores, cuyas presidencias inician en la LVI 1994-1997 y LVII 1997-2000, en la Comisión de Educación, Cultura, Ciencia y Tecnología, con Mauricio González Garza (PAN). LVIII 2000-2003 y LIX 2003-2006 se llama Comisión de Educación y Cultura, con Tomás Vázquez Vigil (PRI). LX 2006-2009 y LXI 2009-2012, ya como Comisión de Cultura, con María Rojo (PRD). LXII 2012-2015 y LXIII 2015-2018 con Blanca Alcalá (PRI), a quien le sucede Agustín Sánchez (PRI) y termina Javier Lozano (PAN). En suma, 3 veces el PRI, 3 el PAN (unos meses) y 1 el PRD. La conclusión es un dominio del PRI con 8 presidencias, contra 6 del PAN y 3 del PRD.

 

Los acontecimientos vividos en el Congreso de 1988 a 2018 son abundantes, mas no por ello reflejados en una estadística confiable sobre iniciativas presentadas e iniciativas aprobadas. El recuento de Lara y Quiroz, exclusivamente sobre lo ocurrido en la Cámara de Diputados de 1988 a 2012, arrojó la suma de 76 presentadas y 14 aprobadas. Por ello la urgencia de incrementar la productividad de las comisiones.

 

En su artículo, nuestros colegas nos recuerdan algo de lo ocurrido en todos esos años. Por ejemplo, el posicionamiento del salinato cultural al tener al poeta Sabines en la comisión de cultura, acompañado de diputados como Ignacio López Tarso, Silvia Pinal, Julio Alemán y Carlos Bracho (en sintonía con Flores Olea en el Conaculta, con Octavio Paz en el espaldarazo y con Héctor Vasconcelos, como primer titular del Fonca).

 

Rememoramos que cursaron gente entusiasta como la perredista Adriana Luna Parra, quien alentó mesas para analizar la política cultural y su legislación. Vienen a la memoria episodios como cuando el PRI perdió la mayoría en el Congreso y ascendió por primera vez el PRD a la comisión, significándose por una nueva versión de la Ley de Cinematografía, por el impulso al Fidecine y por la iniciativa, en manos de la panista Beatriz Zavala, para una ley del libro. Otra integrante del PAN, años después, Celita Alamilla, introduciría el debate en torno a la figura jurídica del Conaculta.

 

El recuento pasa por la llamada “Ley Sari”, que llegó con la alternancia, buscando un marco legal para el Consejo. Es relevante en esos años la Asamblea para la Cultura y la Democracia (Acude), integrada por Alejandro Sandoval (PRI), Jorge Pantoja (PRD) y Román Revueltas (PAN). En el periodo 2006-2009 se dan las reformas constitucionales a los artículos 4º y 73, se introducen nuevos criterios en el presupuesto de egresos y se amplían los “etiquetados”. En esos tiempos de la presidencia de Sergio Vela, se dan encontronazos con los diputados. Finalmente, se expide la Ley de Libro, la cual fue vetada por Fox.

 

Con Kenia López como primera panista al frente de la comisión se instaló un consejo asesor, el cual se desvaneció cuando presidió por segunda vez para el PAN, con Margarita Saldaña. Se fracasa en el intento de reglamentar las reformas constitucionales de 2009 y se detonan nuevos estímulos fiscales al amparo de la Ley del ISR. Es en la tercera presidencia consecutiva del panismo cuando se concreta la Secretaría de Cultura, y la Ley General de Cultura y Derechos Culturales, para lo cual se puso a trabajar a un grupo de expertos, cuya propuesta de ley, si bien adoptada por los diputados, fue desechada al sesionar en conferencia las comisiones en el Senado, para dar paso a la iniciativa dictada desde Los Pinos. El sexenio legislativo pasará a la historia por aprobar los más drásticos recortes al presupuesto del sector.

 

Por lo que respecta a la cámara alta, es memorable la intentona del senador Mauricio González, por inducir una Ley General de Patrimonio Cultural de la Nación, su interés por darle borrón y cuenta nueva al Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) e Instituto Nacional de Bellas Artes (INBA). Grandes los esfuerzos de la presidenta María Rojo a favor del cine, de un fondo para dar acceso a prestaciones sociales a trabajadores de la cultura, y dos exhortos, uno para revisar el proyecto “Resplandor teotihuacano” y otro por la remodelación del Palacio de Bellas Artes. A los priistas Alcalá y sobre todo Sánchez, les corresponde amarrar los apoyos para dar origen a la ley de cultura.

 

Al final, el trayecto del legislativo nacional en cultura deja la certeza de una historia atrapada entre las inconsistencias, los arrebatos, el oportunismo, la mediocridad y el dominio casi absoluto del PRI en cualquier circunstancia, con las contadas excepciones del brillo propio. Lo que está a prueba bajo el cielo de la cuarta transformación que impulsa el futuro mandatario, es si las presidencias serán moneda de cambio de las bancadas, una posición para resolver conflictos de la partidocracia o bien un engrane de una estrategia de desarrollo, de una reforma cultural. ¿A Morena o a la oposición? Hagan sus apuestas.

 

 

 

ILUSTRACIÓN: Rosario Lucas

 

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