Pulmones: amor y otras perversiones

Jun 13 • Escenarios, Miradas • 4133 Views • No hay comentarios en Pulmones: amor y otras perversiones

 

POR  JUAN HERNÁNDEZ

 

En el teatro es frecuente abordar el tema de la relación amorosa, de la convivencia en pareja y las decisiones de vida con el fin de formar una familia, modelo preponderante, para bien o para mal, de la base social de la civilización occidental actual. No sorprende que Duncan Macmillan, uno de los dramaturgos ingleses contemporáneos más sobresalientes, dedique tiempo y tinta a escribir sobre el desastre que provoca en el idilio de un hombre y una mujer jóvenes la decisión de traer un hijo al mundo.

 

Macmillan escribió la obra Pulmones, que en México es llevada a escena por el director Alberto Lomnitz, y los actores Ana González Bello y Roberto Cavazos, en el Foro Lucerna. Asistimos con cierta expectativa, esperando ver una obra de lenguaje directo, de tono humorístico ácido y demoledora en el planteamiento crítico sobre el fenómeno expuesto. No fue así.

 

 

La obra tiene una trama aparentemente sencilla: se trata de una pareja que viven en “unión libre” y se plantea la posibilidad de tener un hijo. El deseo de procrear viene, en primera instancia, del varón; mientras que la mujer se resiste, aterrada ante tal  idea.

 

 

Esa es la línea dramática de una obra en la que, al menos en el montaje mexicano, se refrendan estereotipos sobre la “naturaleza” femenina y el “rol” masculino en la relación de pareja. Entre el modo de ver el mundo de la mujer y la del hombre se abre un abismo que impide la comunicación efectiva entre los personajes.

 

 

En esta puesta en escena la mujer no queda bien parada: es impulsiva, histérica, incapaz de dialogar, manipuladora y hasta violenta. El varón, por otro lado, es racional, controlado, manipulable y juicioso. El desarrollo de la historia, al tomar el camino del reforzamiento de los estereotipos, se vuelve predecible.

 

 

La puesta en escena no es lo suficientemente incisiva como para establecer un punto de vista crítico sobre la crisis que pudiera experimentar una pareja ante la decisión de cambiar el rumbo de sus vidas con la procreación.

 

 

Decía que esperábamos una obra punzante, con humor ácido, ese que nos permite tener una distancia sana de temas escabrosos, para mirarlos de manera analítica y reírnos de ellos aunque sean dolorosos. La puesta en escena mexicana de Pulmones renuncia a esa tradición de humor ácido “muy inglés”, para tomar un rumbo que busca provocar “la fácil efusión sentimental”, como decía Octavio Paz en El laberinto de la soledad, del mexicano.

 

 

El uso de un lenguaje acartonado, la abundancia de frases hechas como: “no pinches mames”, con las cuales se quiere intensificar la empatía del público con lo expuesto en escena, resulta, por lo menos, innecesario. Como también lo es que se sacrifique el tono ácido por otro que roza el melodrama, al que también somos proclives los mexicanos.

 

 

De la comedia mordaz de Macmillan pasamos, así, sin más, a la comedia romántica de la traducción y adaptación de Roberto Cavazos. La pareja atribulada se debate de manera muy superficial en temas cruciales como son: la decadencia del mundo y, frente a eso, el dilema moral de traer o no a un nuevo ser a este planeta, destruido por la sobre explotación de sus recursos en el sistema capitalista.

 

 

La posibilidad de hacer una lectura crítica se desvanece frente a las concesiones de la puesta en escena, para hacer de la obra algo más digerible. Cierto es que hay risas entre el público; una risa motivada por la cursilería a la que puede llegar el tono del montaje, así como también la propuesta actoral, que si bien derrocha energía, parece estar dirigida a complacer a los espectadores, y no a cuestionar de manera profunda los conflictos internos de los personajes.

 

 

A favor de la puesta está el ritmo ágil, el trazo escénico de gran dinamismo —gracias al oficio y dominio de la escena que tiene, tras años de práctica artística, el director Alberto Lomnitz—, así como la capacidad de los actores para mantener un nivel de energía alto, sin salir de escena, durante aproximadamente dos horas.

 

 

El tropiezo, en este montaje, es que no vemos el desarrollo del conflicto de carácter moral, de dos seres que deben enfrentarse a una decisión de vida que no tiene vuelta de hoja: la procreación; y frente a eso, una reflexión profunda y crítica sobre el mundo. El acercamiento a un análisis del planeta que habitamos, se queda en algunos planteamientos “ecologistas” que, sobre todo la mujer, plantea en la obra: en lugar de tener hijos hay que plantar árboles.

 

 

Ante la ausencia de elementos críticos queda una obra melodramática, que refuerza los estereotipos y modelos de la pareja, la familia, los roles de la mujer y el varón, en una sociedad inmóvil e irreflexiva. Con líneas dramáticas que provocan el humor involuntario, como se constata en la escena en la cual el varón le dice a su ya ex pareja que no tiene una novia sino que está comprometido, provocando que el público emita al unísono un: “¡Aaaahhh¡”, de espanto, para luego reír a carcajadas de su reacción automática, como si estuviera frente la televisión en el horario estelar de la telenovela del momento.

 

 

 

*Pulmones, de Duncan Macmillan, dirigida por Alberto Lomnitz, con Ana González Bello y Roberto Cavazos, se presenta en el Foro Lucerna (Lucerna 64, Juárez), lunes y martes a las 20:45 horas, hasta el 28 de julio.

 

*FOTO: Los actores Ana González Bello y Roberto Cavazos en el montaje de Pulmones, adaptación de la obra original del británico Duncan Macmillan/Francisco Pérez

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