¿Qué van a decir de ti, loco?

Abr 15 • destacamos, Ficciones, principales • 3722 Views • No hay comentarios en ¿Qué van a decir de ti, loco?

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El suicidio  de un migrante mexicano recién deportado desemboca en un coro de lamentos y confesiones que alumbran una realidad donde las  etiquetas de víctima y victimario son intercambiables y de bajo costo

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POR GERARDO ANTONIO MARTÍNEZ

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¿Qué van a decir de ti, loco? Que te temblaron las piernas, y más que eso, las ganas de vivir, de sacar a los morros pa’delante. Que qué pinshi modo éste de dejar solos a los plebes con sólo dar un brinquito desde arriba de ese puente, veinte metros y ya. Que nadie te quería, ni los de tu misma maña, por pasado de tueste. Y sabías que era cierto. Para qué negarlo, ¿que no? Habían venido por ti y nadie te defendió, nadie te avisó, ni un pitazo. De las greñas y a cachetadas te sacaron de la cama, si se le pueda llamar así a ese catre retorcido y enchinchado donde dormías por ratos cada que la maña te daba un chance. Todos en el barrio saben lo que pasó, pero nadie dijo nada. No hacer olas. No es su bronca. “Que se maten entre ellos”. Y así, todo despeinado y con los huesos entumidos por el frío y los golpes secos en las articulaciones y en la base del cráneo, para no dejar marcas, con el culo resongando por los jalones que te dieron del cinturón y que hacían que el calzón se te incrustara en el esfínter, justo como hiciste a otros infelices como tú en complicidad con los de tu maña. Muy rifados en bolita. Los dejaban bien achicalados, listos para el último empujón al abismo de la sosa cáustica. Pero eso se hace aquí en México, nunca en el gringo. Por eso llegó el jefe de la plaza y te ordenó que te entregarás a la migra. Si no lo hacías, irían contra tus hijos, esos tres mocosos a los que nunca procuraste, pero que tampoco merecían pagar tus chingaderas. “Nomás ábrete. Aquí no te queremos. Allá haz lo que quieras. Nadie te va a lastimar si no te metes con nosotros”. Sabías que eso era mentira porque muchas veces habías hecho lo mismo con el vato señalado, suavizarle la sentencia y negar toda amenaza.

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¿Qué van a decir de ti, loco? Que te conocí desde morro. Que te sentías muy vergas, pero no eras más que un gato de los meros chingones, ni a buchón llegabas porque con el jale acá no te alcanzaba ni pa’ buenas garras. ¡Miau! Recuerdo que desde morro fuiste zorra pa’ la chancla, para la pelota, para el bat. Y así hasta que agarraste cuerpo, más garrudo para sostener una pinchi pistolita, y luego el aka. Pero como hasta para valer verga valiste verga, te bajaron a burrero, lo que andabas haciendo, ¿que no? Y ahora mírate, loco. Ahí embarrado abajo del puente de la garita Tijuana-San Ysidro, tragando buches de tu propia sangre, con el sol quemándote la frente, achicharrando tus pupilas, porque sientes que ya no puedes ni parpadear. El sol te quema, pero ese frío nunca lo habías sentido. Y recordaste los regaños de tu madre y tus promesas: que te compondrías, que dejarías de hacer chingaderas, pero sí, simón, jefa. “Ese loco dejará de hacer pendejadas el día que los pericos mamen”, dijo tu abuelo, allá en el ejido, esa costra de tierra maldita.

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¿Qué dirán de ti, loco? Que eras un despojo desde que te obligaron a entregarte a la migra. Lo que todos saben, pero que ni uno de los reporteros preguntó. Y si lo hicieron, ¿pa’ qué carajos lo publican si todos saben que andaba deprimido?, ¿que no? “Migrante deportado se suicida en la frontera”, decían las notas. Nadie iba a decir que todavía en la mañana, antes de que te echaran para acá, te habías empacado sólo medio sándwich, sin ganas, más a güevo que por gusto. Ya veías a la pinche muerte cerca y no querías que te agarrara a besos.

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¿Qué van a decir de ti, loco, si tú nunca dijiste nada? Se nos adelantó este vergas. La que le esperaba. Nada pendejo. Prefirió la muerte pronta, en corto, antes de que lo colgáramos de uno de esos puentes como fiambre y un recado incrustado en la barriga con un picahielos. Eso, así. Te dedicabas a cumplir las órdenes y a cerrar el pico. Pero jale es jale, loco. Y nos viste llegar. Íbamos por ti. Y gritaste más fuerte y sudaste frío y las piernas te temblaron como nunca, ni cuando tu primer muertito.

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¿Qué van a decir de ti, loco? Yo te vi en las vísperas. Minutos antes de que brincaras del puente Tijuana-San Ysidro. La mirada toda loca, el puro espanto, acá. Venías con tu bolsita, con dos tres chivas. Te deportaron los gringos y corriste al barandal del puente. Dijiste no sé qué, porque nadie te entendió. En medio del tráfico, unos wasapeaban en sus celulares, escuchaban música, peleaban con la esposa o el marido, aplacaban a los niños. Abriste los brazos, como el cristo que una vez habías visto en la pasión, muy de morro. Todos dirán que te vieron dar un paso atrás, lento, como en esas películas mudas. Nada te detiene. Sabes que será rápido. Vas en caída libre, loco, eres un cristo volador, en tenis y con sudadera Aeropostale, eres un cristo negro de la frontera, que ha matado, que ha mentido, que ha robado. Hoy falta uno más en medio de tantas ausencias. ¿Y qué van a decir de ti, loco?

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ILUSTRACIÓN: Rosario Lucas

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