Reputación literaria en México 

Dic 5 • destacamos, principales, Reflexiones • 7245 Views • No hay comentarios en Reputación literaria en México 

POR ANA CLAVEL

 

México vive tiempos de penuria, no los tiempos de penuria de los que hablaba el poeta Hölderlin, sino algo mucho peor: los del necropoder que ha invadido con cuerpos mutilados, impunidad y desesperanza el horizonte existencial de los mexicanos. No es el mismo grado de devastación en Michoacán o Ayotzinapa con sus 43 estudiantes mártires, que en la caótica ciudad de México o en el puerto de La Paz donde –se dice– la paz se conserva porque ahí viven narcos de la zona con sus familias, pero las noticias más cercanas o lejanas, no dejan de enturbiar ese horizonte cotidiano de todos. De cualquier modo, uno se cuestiona y parafrasea al autor alemán: ¿Para qué poetas y escritores en tiempos de penuria? ¿Es posible encontrarle sentido a un asunto como el de la reputación en terrenos de arte cuando a la par esta era de hipercapitalismo que concibe todo en función de un mercado de masas ha venido a desmantelar nuestras nociones de calidad y tradición literaria? Y a todo esto, sumémosle la confusión generada por las redes sociales que popularizan o invisibilizan figuras según una caprichosa feria de vanidades y modas.

 

Tal vez ustedes esperarían oírme hablar de la narcoliteratura que hoy invade de títulos una buena parte de la oferta literaria nacional y latinoamericana, pero lo cierto es que la literatura que se escribe en mi país ofrece una variedad de apuestas que van de la literatura más realista a otras formas transgresoras. Un ejemplo muy reciente: la novela Formol de Carla Faesler publicada por una editorial de prestigio literario en el ámbito hispanoamericano: Tusquets. Formol es una primera novela de una autora con trayectoria en el terreno de la poesía. Su asunto versa sobre la historia y vicisitudes del último corazón de un sacrificado en la antigua Tenochtitlán, conservado primero en las nieves del volcán Iztaccíhuatl y después en un frasco con formol hasta llegar a nuestros días. Para dar cuenta de ello, Carla Faesler echa mano de su imaginación poética y narrativa para inaugurar un espacio en nuestra tradición literaria y vincularlo con la debacle de nuestros días. Un itinerario fabuloso para dar cuenta de una metáfora doliente y actual: México es un corazón en formol. A través de arriesgadas estrategias narrativas, de recursos intertextuales y poéticos cumple el imperativo de Hermann Broch cuando decía: “descubrir lo que sólo una novela puede descubrir es la única razón de ser de una novela”. Formol ha comenzado a ser comentada como una novela fulgurante en México y Argentina en un circuito de prestigio literario pero, muy probablemente, sus ventas no serán millonarias pues hay que decirlo, se trata de una novela compleja, sustentada en el lenguaje y en imágenes poéticas, de lectura no-fácil. Y a quién le importa el mercado o las ventas millonarias se me dirá si se trata de buena literatura: en el (des)concierto mundial editorial el asunto de las ventas va ligado a la difusión de una obra y a que no esté condenada a un circuito cerrado de lectores y a un efímero mundo de novedades.

 

La République des lettres

Es un mundo complejo y tiranizado por intereses extraliterarios el que nos ha tocado vivir. ¿Cómo se encumbraron autores como Octavio Paz y Carlos Fuentes en la “República Mundial de las Letras” –con todo y lo relativas que pueden ser las clasificaciones porque si bien ambos escritores aparecen mencionados en el libro La République mondial des lettres de Pascale Casanova, no se encuentra el autor quizá más importante en términos de ruptura literaria y visión particular-universal que ha dado México: Juan Rulfo? Aparte de la singularidad de sus obras, ambos siguieron la ruta internacional de la seda literaria que pasaba por París (en el caso de Paz) o los enclaves de la academia norteamericana (en el caso de Fuentes). Rulfo no hizo ni lo uno ni lo otro –y tal vez por eso no aparece en el libro de Pascal, pero su consolidación como el autor literario mexicano más leído y traducido a nivel mundial se dio en el marco de una consagración a ritmo lento –su Pedro Páramo es un auténtico long-seller–, tiempo de sedimentación que resulta necesario para que una obra llegue a sus lectores idóneos. Para que más allá de popularidades más o menos azarosas, los prestigios literarios se asienten para dar lugar a una literatura “necesaria”. Y aquí me refiero a una convicción de Octavio Paz: “los grandes libros –los libros necesarios– son aquellos que logran responder a las preguntas que, oscuramente y sin formularlas del todo, se hace el resto de los hombres”. Eran otros tiempos se me dirá, tiempos más estables y pausados que permitían el apuntalamiento de figuras, obras y trayectorias. Pero no sólo a nivel local. Si lo pienso un poco, estoy convencida de que si James Joyce intentara publicar, hoy en día, ya no digamos Finnegan’s Wake, sino Ulises, le serían cerradas en las narices las puertas de la mayoría de las editoriales de renombre al considerar que su libro no va a venderse suficientemente.

 

Lo señala con claridad Pascale Casanova en el capítulo “Del internacionalismo literario a la mundialización comercial”: “Las regiones más libres del espacio literario mundial están seriamente amenazadas por la potencia de las leyes del comercio internacional”. Y resulta particularmente esclarecedor cuando la autora ejemplifica la situación actual con cifras y datos respecto al panorama editorial de los EUA: “Se observa hoy en día una transformación de la actividad editorial en todo el mundo: no sólo hay un movimiento constante de concentración que tiende a uniformar la producción y a eliminar de los circuitos a los pequeños editores más innovadores, sino, sobre todo, la disolución del sector de la edición en la industria de la ‘comunicación’ contribuye a cambiar las reglas del juego. André Schiffrin, célebre editor independiente norteamericano, ha descrito el paisaje editorial de los Estados Unidos recalcando la reagrupación de la industria de los mass media, pero asimismo la concentración creciente que ha conducido a un aumento espectacular de las ganancias. Mientras que el beneficio medio de las editoriales gira en torno al 4 % en los EUA y en Gran Bretaña, ‘los nuevos propietarios insisten’, escribe Schiffrin, ‘en que la tasa de beneficios de la rama de edición de libros sea similar a la que exigen de sus demás filiales: la prensa, la televisión por cable y las películas. El objetivo, pues, se ha cifrado entre el 12 y el 15 %. Por eso ha habido un cambio radical en la naturaleza de los libros destinados a cumplir los objetivos de rentabilidad a corto plazo”.

 

Retos actuales de la literatura “literaria”

En países como México donde lo económico cobra un peso extraordinario por obra y gracia de la corrupción e impunidad rampantes a niveles en los que la política se convierte en un reality show o una telenovela, resulta todavía más difícil no pensar en una polarización desventajosa para la literatura necesaria frente a la literatura comercial, toda vez que las políticas culturales no parecen claras y el mercado del libros se rige sólo por imperativos de rentabilidad constante y sonante, en medio de prestigios virtuales y fantasmas de popularidad veleidosa exacerbados por unas ensoberbecidas y narcisistas redes sociales.

 

Por supuesto, como comenta la investigadora Françoise Perus en una reseña sobre el libro de Casanova: “El problema aquí no consiste tanto en tratar de dilucidar cuál es, o será el próximo ‘centro’ —Nueva York, Londres, Barcelona o Frankfurt— destinado a suplantar el otrora papel de París en el espacio literario mundial, cuanto el de averiguar hasta dónde la reorganización trasnacional de la producción y distribución, y la supremacía sistemática de los criterios de rentabilidad inmediata —que favorecen la circulación trasnacional de productos editoriales concebidos para el mercado de masas— contribuyen al desmantelamiento de los capitales culturales y literarios hasta entonces acumulados en y recreados por los distintos espacios literarios”.

 

Como otras actividades de la libertad, esa literatura “necesaria”, literatura cuya “literaturidad” dialoga con la tradición y busca ofrecer espacios a la imaginación como ejercicio íntimo y personal, me parece que en México y en el mundo tendrá que encontrar formas inéditas de resistencia y propagación. Dos ejemplos que me vienen a la mente: Uno es el proyecto “Los cien mil libros de Bellatin”, libros artesanales que Mario Bellatin, uno de los autores mexicanos más reputados por la academia norteamericana y más performáticos, vende en plazas públicas y ferias de libro de “mano en mano”, ofreciendo así a un público menos mediático sus libros a fin de cubrir esos huecos de distribución que las editoriales comerciales, que también lo publican, no pueden satisfacer.

 

El segundo proyecto es la propuesta multimedia que ha acompañado a mis novelas y que, hoy por hoy, ve uno de sus mejores resultados en el libro de Jane Lavery, The Art of Ana Clavel. Ghosts, Urinals, Dolls, Sahadows and outlaw Desires, publicado recientemente por Legenda Books en el Reino Unido. En su ensayo, la investigadora de la Universidad de Southampton pone atención en el carácter transgresor y la temática de deseos ilícitos que aborda, en su narrativa y en los multimedias que ha generado alrededor de sus novelas, cierta autora de cuyo nombre no puedo olvidarme. Casi 300 páginas de un estudio riguroso y un andamiaje teórico para revisar la obra de esta “escritora multimedia” mexicana contemporánea como la califica la Dra. Lavery.

 

Y pensar que todo empezó cuando la investigadora descubrió un día el portal www.cuerponaufrago.com donde se muestran la exposición, intervención, performance del proyecto multimedia Cuerpo náufrago. Ready-made multimedia para bucear en la identidad y el deseo. Debo aclarar que este proyecto surgió hace unos años cuando publiqué una novela llamada Cuerpo náufrago en cuya portada me propuse intervenir un desnudo femenino del pintor Ingres: La fuente de 1856. A pesar de que se trataba de una pintura, los editores me advirtieron que habría librerías que no estarían dispuestas a mostrar la imagen en sus anaqueles. Entonces se me ocurrió usar esas bandas amarillas como las que se emplean para señalar precaución y peligro, y las dispuse sobre senos y pubis de la modelo con la leyenda “Prohibido pasar / Zona de riesgo”. Como la novela tenía que ver con la idea de que, más que almas encarceladas en la prisión de la carne, somos cuerpos aprisionados por nuestras mentes, las bandas ponían en evidencia los prejuicios e inhibiciones acerca de ese paraíso inmediato que surge a partir de nuestra piel. La imagen resultante fue todavía más seductora porque incitaba a traspasar lo prohibido de una manera provocadora y a la vez sutil. Y entonces al entrar la Dra. Lavery a la página web de la novela y pasar el cursor sobre las bandas que ocultaban las zonas de riesgo de la imagen de la portada —ah… la magia digital—, éstas se desprendieron como una invitación a trasponer los límites, a transitar justamente por donde decía “prohibido pasar”. Y luego, siguió el camino de su propio deseo.

 

Este multimedia, al igual que los otros provenientes del resto de mis novelas, pueden ser visitados en el sitio web www.anaclavel.com. Ahí pueden verse esas otras estrategias extraliterarias que le han dado una difusión extramuros a mi escritura. En una charla reciente con la Dra. Lavery en las instalaciones del periódico londinense The Guardian, organizada por The British Council y la Embajada Mexicana, se me preguntó sobre las amenazas de la tecnología, y específicamente de las herramientas multimedia, para la cultura escrita. Contesté que más que amenazas consideraba que son retos y riesgos que hay que afrontar y aprovechar en la medida de las posibilidades y habilidades de cada quien. Lo importante es ganar lectores para una propuesta de escritura en la que uno cree. A final de cuentas, uno como escritor, así tome fotos o le pinte los labios a una estatua a manera de intervención artística, lo que hace es seguir escribiendo en otros formatos la enramada de su propio discurso.

 

*FOTO: La labor de Octavio Paz como diplomático fue decisiva hacia su encumbramiento literario. En la imagen, Paz recibe el Premio Nobel en 1990/Especial .

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