Traducir está en hebreo

Nov 30 • Conexiones, destacamos, principales • 3768 Views • No hay comentarios en Traducir está en hebreo

POR JANA BERIS

 

JERUSALÉN.— Para la Feria Internacional del Libro de Guadalajara, se han traducido por primera vez al español obras de 18 escritores israelíes. Entre ellos están los prosistas Eshkol Nevo, Yeoshua Kenaz, Nir Bar Am, Eyal Megged, Dror Mishani, Yishai Sarid, Meir Shalev y Eli Amir y los poetas Dalia Rabicovich, Agi Mishol, Roni Somek, Shimon Adaf, Hamotal Bar Yosef y Daniel Oz.

 

Según informa el Instituto de Traducción de Literatura Hebrea, dirigido desde hace años por Nilli Cohen, de aproximadamente 20 lenguas a las que se traducían libros en hebreo en 1980, se ha hecho un salto a 76 en la actualidad. Y el español está en quinto lugar luego del inglés, alemán, francés e italiano.

 

Casi de más está aclarar que sin la herramienta clave de la traducción toda literatura queda encerrada en su marco interno, lo cual en Israel tendría el serio agravante de que el hebreo no es un idioma presente a nivel mundial. Israel cuenta hoy con una población de 8 millones de habitantes y el hebreo es la lengua materna de unos 5 millones y medio. El árabe lo es para un millón y medio de árabes ciudadanos de Israel y el ruso para el millón de inmigrantes de la ex Unión Soviética. A pesar de que estos números muestran un mercado pequeño, en Israel se edita un nuevo título cada 80 minutos. En el 2012 aparecieron más de 8 mil libros, 6,500 en hebreo.

 

El traductor Ioram Melcer analiza el tema desde la óptica completa que le da el hecho de que él mismo es también escritor. Y al preguntarle su opinión sobre el fenómeno de la traducción, afirma: “Una traducción nunca puede ni debe aspirar a ser la obra original. Pero en el universo de la traducción un buen lector sabe qué es un buen trabajo. Una maldición, que también es una bendición, es el caso de un autor que puede leer en las lenguas a las cuales se traduce su obra, porque, aunque puede revisarlas, no termina nunca de controlarlas”. Lo llama un “infierno dantesco”.

 

Eso parecen haberlo captado a fondo escritores de la talla de Amos Oz, el israelí con más títulos vertidos al español. Cuando se le pregunta si no le resulta problemático el no poder leer sus propias obras en la lengua de Cervantes, contesta con total calma: “Afortunadamente, la mayoría de mis traducciones no me pueden lastimar, porque no las puedo leer”, contesta Amos Oz. “Traducir literatura es como tocar un concierto de violín en el piano. Puede funcionar, y hasta de forma muy exitosa, con una condición estricta: no se debe tratar de forzar nunca al piano a producir el sonido del violín”.

 

Ioram Melcer sostiene que la traducción es “el arte de lo posible”. Amos Oz confiesa que a sus traductores les pide: “Por favor, sean infieles a fin de ser leales”.

 

El hebreo supone un desafío especial. Ioram Melcer afirma: “el hebreo tiene una problemática diferente a la del español; además, hay dificultades de cultura por las alusiones bíblicas, de sintaxis, de morfología. Por otro lado, es una lengua muy minimalista y tiene pocos tiempos verbales”. El reto, en realidad, se advierte en las dos direcciones, como lo ha conocido Melcer: fue él quien hace poco concretó la imponente misión de traducir Rayuela, de Julio Cortázar, al idioma de la Biblia.

 

Quien también integra la delegación israelí a la FIL en la doble posición de traductora y escritora es Tal Nitzan. “Viajamos las dos”, dice con una sonrisa, contando que traduce obras de la literatura hispanoamericana al hebreo desde los años noventa y que en 2002 publicó su primer poemario. Ella va precedida de su tomo de poemas vertido al español, El tercer niño. Es una selección de cuatro de sus cinco libros, en la que hizo la excepción de traducirse a sí misma del hebreo al español, o sea, en dirección opuesta a la que suele trabajar. Junto a ella, tradujeron sus poemas también el poeta argentino Gerardo Lein y la profesora Florinda Goldberg, de la Universidad Hebrea de Jerusalén.

 

Preguntamos a Tal Nitzan si no es un desafío similar traducir del español al hebreo y en la dirección contraria. “Son dos cosas totalmente distintas”, responde de inmediato. “Pasar un poema al español lo convierte en un poema totalmente distinto. Tengo que volver a conocerlo”.

 

Dado que la traducción no es una mera técnica sino un trabajo profundo de comprensión y contenido, Tal Nitzan no acepta traducir cualquier texto. Su guía es el criterio del humanismo. “No es que imponga criterios estrictos pero las creaciones literarias que realmente me maravillan, más allá del talento, la inspiración, la sabiduría o la originalidad, se distinguen por su humanismo”.

 

Otro aspecto que se ha de resaltar es la variedad de propuestas perceptible en la literatura hebrea. En opinión de Ioram Melcer, es “la literatura de un país moderno y multicultural, que combina mundos muy diferentes. Por un lado, entabla un diálogo continuo con el pasado del pueblo judío, pero, por otro, también con la actualidad social y política israelí. También tiene muchísimo valor a nivel universal”.

 

Un ejemplo concreto es la antología Islas entre nosotros, una de las mayores empresas preparadas de cara a la FIL de Guadalajara: un tomo de casi 500 páginas compilado por Melcer y la escritora mexicana Esther Seligson, ya fallecida, publicado en una coedición del Instituto de Traducción de Literatura Hebrea y el Fondo de Cultura Económica. “Incluye 34 relatos de autores israelíes de todos los estilos; hombres, mujeres; religiosos, laicos; gente que mira hacia atrás, otros que miran hacia adelante; autores muy posmodernos, otros muy clásicos. Una gran oportunidad para conocer el ADN de la literatura hebrea”.

 

A David Grossman le emociona en especial sentir que gracias a la traducción sus obras pueden tocar corazones en México. “Quizás influyan en familias, en relaciones personales. No es algo para subestimar”.

 

Más emocionado aun suena el escritor Eshkol Nevo, que tiene ahora por primera vez un libro traducido al español: es “la realización de un sueño. Mi primera emoción no deriva del hecho de que soy parte de una delegación oficial ni de que Israel es invitado de honor en México, sino de que tengo un libro en español y que voy a presentar un libro en un idioma que amo, el que más me gusta en el mundo además del hebreo”, afirma.

 

 

*FOTO:  Ioram Melcer tradujo “Rayuela”, de Julio Cortázar, al hebreo / Tomada de Flickr

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