Trío Arion y César Martínez Bourguet

Ago 15 • Miradas, Música • 3458 Views • No hay comentarios en Trío Arion y César Martínez Bourguet

POR IVÁN MARTÍNEZ

 

Hablando hace unos días sobre el estado de salud de la vida musical en México, y a qué aspectos de ella habría que inyectarles vida, generalizando comentarios sobre la vida sinfónica y operística, que bien o mal, ahí está presente, logré hacer conciencia que es el más puro subgénero de la música clásica, el de cámara, ése con el que la mayoría de mis colegas músicos se sienten cien por ciento realizados en su arte, el que más triste ve su panorama.

 

Sucede que salvo dentro de algún festival, es raro encontrar en la cartelera no sólo series atractivas en repertorio sino, recitales que prometan un nivel de excelencia. Sucede también que hay una oficina del INBA, la Coordinación Nacional de Música, que mantiene una programación permanente, que tiene su éxito en tanto a los públicos que acceden a ella en recintos más o menos formales, pero que no ofrece mayor aliciente para el escucha especializado; y es que por alguna razón, al final resulta más tedioso escuchar un recital mediocre de cámara que un concierto mediocre sinfónico: supongo que lo segundo, al igual que la ópera bien o mal presentada, propone al menos un tipo de espectáculo visual más atractivo que el intimismo de un dúo o un cuarteto.

 

Es cierto, también, que obtener un nivel alto requiere una disciplina muy específica para que los grupos estables de cámara se desarrollen: además de la comunión entre los músicos, hay elementos técnicos que hacen, por ejemplo, que nuevos cuartetos no prosperen. La razón casi siempre es la falta de paciencia para repasar por años la literatura de Haydn o los primeros cuartetos de Mozart, antes de lograr un sonido único como cuarteto. Existen ahí elementos acústicos en la manera en que deben tocar cuatro instrumentos de cuerda, pero la paciencia para fundir el sonido de instrumentos de diferente familia es también obligada en otros ensambles. La de la música de cámara, es una disciplina que como ninguna otra requiere de trabajo artístico y artesanal, de equipo, y de mucha calma.

 

Un ensamble que lo está consiguiendo es el trío Arion, formado en Lübeck por la clarinetista israelí Shelly Ezra, el violonchelista alemán Martin Henneken y la pianista mexicana Edith Escudero. Aunque ya habían estado en México un par de ocasiones anteriores, apenas pude conocerlos; con pesar por hacerlo hasta ahora, concluí tras el recital que les escuché el viernes 7 en la Sala Carlos Chávez del Centro Cultural Universitario.

 

Lo que hacen juntos, más allá del control que individualmente poseen sobre sus instrumentos y la calidad sonora que producen en ellos, es precisamente lo que define la magia de hacer música de cámara. Podría Escudero no ser tan clara en su pronunciación del trío op. 11 de Beethoven, Henneken no haber cantado con la profundidad de sonido con que hizo el op. 114 de Brahms o Ezra no haber hecho gala de su preciosísimo fraseo en el op. 40 de Frühling: a estas alturas, es la mezcla de los tres sonidos y la complicidad de cada uno de estos artistas, su comunicación visual fundida en un solo timbre, lo que hace tan elevado su arte.

 

A quien ya conocía es a César Martínez-Bourguet (Oaxaca, 1983), quizá el más destacado violonchelista mexicano, quien repitió un programa el mismo fin de semana (en la Fonoteca Nacional, en la Sala Ponce del Palacio de Bellas Artes y en la Sala Cervantina de la Casa de Cultura de Azcapotzalco) como parte de la cartelera de cámara de la Orquesta Sinfónica de Minería, de la que ha sido integrante la última década, acompañado eficaz y participativamente por el pianista Héctor Cruz.

 

El centro de su programa fue la Sonata para violonchelo y piano, op. 40 de Dimitri Shostakovich, aquella escrita en Moscú en 1934, una de sus piezas mejor logradas y de mayor contenido tanto intelectual como emocional que fue muy bien asimilada por los instrumentistas, quienes la ejecutaron con fineza y mucha concentración, coloreando con una opulenta paleta de recursos sus diferentes estados: con intensidad y matiz en su primer movimiento, de controlado ímpetu en su segundo, inquebrantable y triste sobriedad el tercero, y un enérgico y muy danzante rondó final. Al principio, como intermedio y al final, se ofrecieron piezas de diferente virtuosismo que en manos de un instrumentista como éste, sobresalen del repertorio ligero: un Vocalise de Rachmaninov con mucha sensibilidad y hondura de sonido, una brillante Tarantela de David Popper y una transparentísima versión de las Variaciones sobre un tema de Moises en Egipto, de Paganini.

 

El programa también incluyó la versión reducida al piano del Concierto en tango de Miguel del Águila, del que hace unas semanas hablé a propósito del estreno mexicano que brindó Martínez Bourguet al frente de la Filarmónica de la Ciudad de México. Escribí sobre algunas debilidades de la partitura, que corroboré de su primer movimiento, aunque creo que su tercer movimiento funciona mejor en esta versión con piano. Tras finalizar, se ofreció una entrañable lectura de un pequeño nuevo clásico del repertorio para chelo, Requiebros, de Gaspar Cassadó.

 

 

 

*FOTO: El Trío Arion se presentó el 7 de agosto en la Sala Carlos Chávez del Centro Cultural Universitario. En la imagen, la clarinetista israelí Shelly Ezra, miembro de esta agrupación/Especial.

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