Un retorno inesperado

Oct 17 • destacamos, principales, Reflexiones • 2613 Views • No hay comentarios en Un retorno inesperado

POR FELIPE FERNÁNDEZ/ GDA/ La Nación

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“El que vigila al pueblo acaba siendo vigilado por el pueblo. Hay una fundamental lógica democrática en ello.” Lisbeth Salander le manda este irónico mensaje a un técnico de la NSA (Agencia Nacional de Seguridad), después de haberse metido en la Intranet de ese organismo federal estadounidense que intercepta más de veinte mil millones de conversaciones y correos electrónicos por día. El personaje creado por el sueco Stieg Larsson (1954-2004), protagonista de las tres novelas de la serie Millennium (Los hombres que no amaban a las mujeres, La chica que soñaba con una cerilla y un bidón de gasolina y La reina en el palacio de las corrientes de aire) vuelve una vez más en Lo que no te mata te hace más fuerte. Este cuarto libro, escrito por David Lagercrantz –el autor elegido para continuar la trilogía–, desarrolla un complicado thriller que gira en torno al espionaje industrial y el tráfico de información.

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En el medio de todo se halla Frans Balder. Este eminente profesor, especializado en Inteligencia Artificial, sospecha que Solifon, una de las compañías de software más importantes del mundo, le ha robado sus innovaciones para vendérselas a la empresa de juegos Truegames. Balder regresa de Sillicon Valley a Estocolmo para hacerse cargo de su hijo August, un niño autista de ocho años que vive con la madre y su novio alcohólico y golpeador. Más adelante matan al catedrático y la policía cree que August podría identificar al asesino.

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Lagercrantz consolida a través de la trama la figura de Lisbeth como una superhacker (bien diferenciada de los black hat hackers o piratas informáticos) dotada de una elegancia en su estilo de intrusión comparable a la de una melodía de Mozart. La muchacha, que en un nivel más intelectual se desenvuelve a la par de una anarcofeminista, en las zonas más simplistas de la narración parece encarnar a una superheroína del cómic, que opera desde las sombras en su lucha contra las fuerzas del mal y escenifica su postura antiestablishment dentro del decoro de una atildada corrección política típicamente nórdica. “Odio esta sociedad de vigilancia –dice en un pasaje–. Ya he tenido demasiadas dosis de Gran Hermano y de autoridades en mi vida.”

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El mismo maniqueísmo melodramático, practicado en las otras novelas de la serie, se fortalece con la presencia de una formidable antagonista: la supervillana Camilla, hermana melliza y enemiga acérrima de Lisbeth. Ella es la heredera del imperio gangsteril de Alexander Zalachenko, el padre de ambas. Siempre ha usado su irresistible belleza de femme fatale para manipular a las personas y tiene a su servicio asesinos y hackers.

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El exceso de personajes y de páginas –atributos esenciales de este tipo de best-sellers– quizá contribuya a camuflar cuestiones elementales bajo el disfraz de una enmarañada complejidad. En ese sentido, Lagercrantz (que ha escrito sobre un aventurero conquistador del Everest, una ficción sobre Alan Turing y una biografía del futbolista Zlatan Ibrahimovic) distribuye el extenso kilometraje literario con astucia. Retoma historias que habían aparecido en las obras anteriores, las profundiza y logra imprimirle a esta cuarta entrega continuidad y autonomía. El tema del autismo lo incorpora en su variante más sensacionalista, la del savant: alguien “con graves carencias cognitivas” que posee “unos brillantes talentos en campos de conocimiento muy específicos” (da la impresión de que si un chico autista no es un genio, no puede ser valorado como persona). Así, August demuestra extraordinarias aptitudes para el dibujo y la matemática.

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Lisbeth se ocupará de protegerlo de quienes buscan hacerle daño. También tendrá tiempo de derrotar a un montón de hombres que no aman a las mujeres y con la ayuda de su viejo amigo, el periodista Mikael Blomkvist (que en los momentos más detectivescos de la trama cumple el papel de Watson), conseguirá desbaratar una red criminal que vincula a la NSA y Solifon con la mafia rusa.

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Hay que concederle a Lo que no te mata… el inimputable encanto warholiano que, en una categoría gastronómica, se le concedería a una hamburguesa triple o a una gaseosa de tres litros. Su consumo, en algunos lectores, puede resultar adictivamente inocuo. Además, como parte del combo uno puede darse un atracón de información de lo más variada y enterarse, entre muchas otras cosas, de que el aforismo que titula el libro, pertenece a Nietzsche.

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Lo que no te mata te hace más fuerte, David Lagercrantz, Destino, Trad.: M. Lexell y J.J. Ortega Román, 651 pp.

**FOTO: Las tres primeras partes de la saga Millennium, de Steig Larsson, fueron retomadas para los argumentos de las películas Los hombres que no amaban a las mujeres, La chica que soñaba con un cerillo y un galón de gasolina y La reina en el palacio de las corrientes de aire/Especial.

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