Woody Allen y el asesinato regenerador

Mar 26 • Miradas, Pantallas • 3715 Views • No hay comentarios en Woody Allen y el asesinato regenerador

POR JORGE AYALA BLANCO 

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En Un hombre irracional (Irrational Man, EU, 2015), intelectual opus anual 45 del mercurial autor total ya octogenario Woody Allen (luego de la obra maestra dramática Jazmín azul 13 y la reposada comedia transicional Magia a la luz de la luna 14), el bloqueadísimo profesor de filosofía con cincuentona barriga etílica Abe (Joaquin Phoenix propositivamente desglamourizado) arriba precedido por su mala fama de brillante expositor e impenitente ligador de alumnas, a la mediocre universidad idílica de Newport en Rhode Island, donde padecerá y disfrutará a la vez del inmediato acoso erótico de la atractiva profesora rutinariamente adúltera Rita (Parker Posey), con quien se manifestará su reacia impotencia sexual cualquiera, así como de la linda estudiante pianista Jill (Emma Stone), que se le ofrece con temeridad sin mayor resultado y a la que logrado obseder tras verlo vulnerado como un clásico romántico personaje idealizable, al grado de poner en riesgo la paritaria relación jamás exclusiva que la ligaba con el guapo y correcto aunque demasiado previsible estudiante Roy (Jamie Blackey), hasta que cierto día ambos amantes forzadamente platónicos Abe y Jill orejean por azar en un restaurante las desoladas quejas incidentales de una pobre madre Carol (Susan Pourfar) lamentando el inminente despojo de sus hijitos por la nefasta acción cómplice del juez corrupto Spangler (Tom Komp), algo que, guiado por la lógica del absurdo íntimo, orilla a Abe a planear al ínfimo detalle el envenenamiento del magistrado a la hora de su jogging sabatino, lo que, una vez realizado, actúa cual curioso reactivador de sus pulsiones vitales, pero la suspicaz Jill ata cabos para acabar desenmascarándolo en privado, por lo que el hombre decide eliminarla, fracasando trágicamente en ese nuevo asesinato que ya se adivinaba menos regenerador que el precedente.

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El asesinato regenerador se estructura como el entreverado de dos monólogos en off, el del profe fascinador y el de la estudiante fascinada, al parecer convergentes, pero siempre en paralelo y jamás coincidentes aunque se refieran y completen los mismos hechos narrados, alternándose como un canto antifonado, cual si se respondieran el uno al otro en la eternidad, o lucharan por el dominio y control de los obvios o inesperados acontecimientos sucesivos, a dúo de monólogos, nunca como un diálogo sino como una suerte de duólogo, al igual que la música de jazz generada por un piano acusmático se contesta en contrapunto con los preludios de Bach que de tiempo en tiempo interpreta la chava (o una suite del mismo autor clásico en manos de una cellista que asisten a escuchar), al igual que la pelota de Match Point/La provocación de Allen (05) pasaba rebotando de un lado a otro de la cancha de tenis, hasta permanecer inmóvil exacto encima de la red de la incongruencia providencial y la irresoluble ambigüedad moral extrema de Crímenes y pecados (Allen 89). 

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El asesinato regenerador nunca explicita ni ahonda en los traumas afectivos (un mejor amigo muerto idiotamente en Irak, una esposa que lo dejó por otro mejor amigo), dejándolos a un nivel meramente verbal e irrecuperables, pero en cambio, con una elegancia un tanto chata, se abalanza sobre la compulsión autodestructiva de su protagonista omnívoro, haciendo la disyunción perfecta entre la filosofía de la acción y la acción moral/amoral en sí, redentora y condenatoria al mismo tiempo.

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El asesinato regenerador se plantea en un plano netamente filosófico, a modo de un opúsculo antirracionalista que va a resolverse como una paradoja antiexistencialista, pues érase aquí un hombre cabalmente racional, si bien sumido en la más profunda crisis moral, que acostumbraba burlarse del mundo perfecto sin mentira de Kant y de la angustia como camino hacia la libertad de Kirkegaard, pero que un buen día, tras sumirse en los infiernos de la depresión, logró salir de ese estado paralizante, de ese deyecto estado de yecto heideggeriano que lo hacía jugar dos veces a la ruleta rusa en la misma fiesta, para recuperar el gusto por la vida y volver a gozar de los placeres sensuales, gracias a haber acometido ex profeso y cometido calculada y deliberadamente un inmotivado homicidio casi gratuito, cual acto ético límite, semejante al del nihilista pobre diablo dostoievskiano Raskólnikov presa de los delirios de superioridad del Crimen y castigo, pero también imbuido de la fatal condena a elegir de Jean-Paul Sartre, sintiéndose respaldado y absuelto de antemano por la banalidad del mal de Hannah Arendt por obedecer los postulados estratégicos del paranoico intercambiador de crímenes del Pacto siniestro/Extraños en un tren de Patricia Highsmith-Alfred Hitchcock (51), sólo para descubrir al final de su periplo que todas esas propuestas teóricas se estrellaban contra la realidad que pretendían entender, clarificar, dominar o subvertir, a un escarnecedor nivel que homologaba en el mismo ridículo imposible a los iniciales planteamientos racionalistas como cualesquiera soluciones, auxilios y desesperados juicios salvadores del pensamiento existencialista.

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Y el asesinato regenerador disfruta y se regodea en una dimensión femenina contradictoriamente satírica, ante ese rencor rampante de la galana madura Rita desplazada por una amante infinitamente más fresca y joven aunque tan lanzadita como ella, y ante ese infructuoso deseo genital de Jill cual suplicio de Tántalo (que es en realidad de Tiéntalo), para poder escurrirse por los rincones de la vida del macho académico, pero logrando Jill introducirse por las ventanas como ladrona para husmear anotaciones en un libro de Dostoievski cual sábana flagrante y luchando chaplinianamente frente al elevador mortífero para salvar su vida pendiente de un hilo, y así ser digna de acabar permaneciendo recogida y balbuciente ante un desolado paisaje lacustre, cual cita con el desamor bajo los puentes del culpable amor/odio hacia Manhattan (Allen 79) por siempre jamás.

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*FOTO: Un hombre irracional está protagonizada por Joaquin Phoenix, Emma Stone y Parker Posey/ Especial.

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