Danubio Torres Fierro y las caras de la literatura

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Puente literario entre México y Sudamérica, el escritor y periodista Danubio Torres Fierro entrega en Contrapuntos. Medio siglo de literatura iberoamericana una selección de entrevistas, realizadas durante la década de los setenta con escritores de primerísima línea, un contrapunto en el que las voces de Danubio y de cada entrevistado hablan de la necesidad interna de la creación

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POR RODRIGO MARTÍNEZ BARACS

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Para decirlo de manera sencilla, el libro Contrapuntos. Medio siglo de literatura iberoamericana (Taurus, 2017) de Danubio Torres Fierro es un libro tan logrado porque reúne un conjunto de entrevistas a treinta importantes escritores latinoamericanos y españoles, cada una de las cuales logra sacarles lo mejor de sí y lo más profundo. Y porque su lectura, siempre amena, informativa, inteligente y chispeante, nos da una visión amplia e inspiradora de un momento fundamental de la literatura latinoamericana, asociado al llamado “boom”, que le dio visibilidad.

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El prólogo, titulado “Un canon de los afectos”, de alguna manera también es una entrevista, que Danubio se hace a sí mismo. En primer lugar, se pregunta sobre el lugar y sentido de estos Contrapuntos en su vida personal y como escritor y editor de escritores. Acto de honestidad intelectual proemial, el entrevistador comienza por presentarse, como lo hace el antropólogo contemporáneo, al definir sus afectos frente a los pueblos que estudia.

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Desde que comenzó a leer de muy joven, a Danubio le “importó ponerle caras a la literatura”, ponerle voz y cuerpo a Homero, a Balzac, a Horacio Quiroga, y entender la relación entre el personaje Carlos Argentino Daneri y el personaje que también es Borges, que en el Aleph “miraba a lo absoluto”. El niño y adolescente Danubio leyó con fruición todo lo que pudo en su natal Rocha, “una ciudad situada en las convergentes geografías entre el Uruguay, la Argentina y el Brasil”. Cuando pasó a la capital Montevideo, el joven Danubio entró en íntimo contacto con el mundo de los escritores y a los veinte años, en 1967, ya era periodista del semanario Marcha, “el de más prestigio y predicamento”. Así realizó su sueño de conocer personalmente a algunos de los escritores que admiraba por sus libros y se definió uno de los sentidos de su vida: “Las caras de la literatura llegaron a ser parte de un destino personal”, que implicaron la adhesión a la tradición “que sólo se cumple cuando se conoce a alguien a quien nos gustaría parecernos”. En estos acercamientos Danubio entró en contacto con el “nervio de uno de los misterios del acto creador”, que “desentraña lo oculto”, y nos acercó a este ser dotado de un “yo múltiple y tentacular”, “con sus identidades escurridizas”.

Danubio Torres Fierro, Contrapuntos. Medio siglo de literatura iberoamericana, Portada de Vicente Rojo, México, Taurus, 2017.

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En enero de 1974 Danubio dejó su país debido a la situación política y vino a México. Llegó con un bagaje intelectual notable y se integró de manera natural, como crítico literario, periodista y entrevistador, a Diorama de la Cultura (1949-1982), dirigido desde 1973 por Ignacio Solares, el suplemento dominical del diario Excélsior, dirigido por Julio Scherer García desde 1968. Y a partir de 1975 Danubio se unió como secretario de redacción a la decisiva revista mensual Plural (1971-1976), dirigida por Octavio Paz, también publicada por Excélsior, hasta que en julio de 1976 el presidente Echeverría organizó la siniestra expulsión de Scherer del periódico, y con él todo su equipo y el de ambos suplementos salió. Danubio participó con Paz y su grupo en la fundación de la nueva revista Vuelta (1976-1998), formó parte de su consejo editorial y fue asiduo colaborador.

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La revista Plural, y su continuación en Vuelta y ahora en Letras Libres, tiene ciertamente antecedentes mexicanos (Contemporáneos, Letras de México, El Hijo Pródigo, Revista Mexicana de Literatura y otras), pero Danubio, con personal conocimiento de causa, reafirma que Plural recreó y reactivó “el legado de la famosa revista argentina Sur”. Y agrega: “Plural se hizo memorable; por sus desafíos ideológicos y la energía para defenderlos, se hizo épico”. En este ambiente literario cosmopolita y de excelencia, estimulado y orientado por la figura luminosa de Paz, Danubio amplió su búsqueda existencial y literaria, y realizó entre 1974 y 1976, impresionante tour de force, quince entrevistas, sin contar las que les hizo a autores no iberoamericanos y sus artículos propios.

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En 1974, para el suplemento Diorama de la Cultura, Danubio entrevistó a dos narradores mexicanos altamente intelectualizados e idiosincráticos, Juan García Ponce y Salvador Elizondo, cuyo estilo, como el del Modern Jazz Quartet y el de Thelonious Monk, marcó el de una época. Y al argentino Manuel Puig de Boquitas pintadas, exiliado en México desde 1973. Danubio se volvió un puente literario fundamental entre México y Sudamérica, entre la revista Plural y la tradición de Sur. En 1975 viajó a Argentina y entrevistó a Victoria y a Silvina Ocampo, a Adolfo Bioy Casares y a José Bianco, a Ernesto Sábato –sólo le faltó Borges. En Brasil entrevistó al poeta Haroldo de Campos y en el Perú a los novelistas Mario Vargas Llosa y Alfredo Bryce Echenique. Y en 1976 se siguió con Gabriel García Márquez, con su compatriota uruguayo Juan Carlos Onetti y con los españoles Juan Benet y Luis Goytisolo.

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En los años siguientes en la revista Vuelta las entrevistas hechas por Danubio se espacian, Danubio viaja, edita, escribe, con su rigurosa y perceptiva ascética literaria y política1. De 1976 a 1980 pasó a Barcelona donde participó en el Consejo de la casa editora Seix Barral, fundamental en la resonancia hispana del boom latinoamericano, y en 1979 publicó en la editorial La Gaya Ciencia su libro Los territorios del exilio (Textos sobre literatura hispanoamericana). En Barcelona entrevistó a los cubanos barrocos Guillermo Cabrera Infante en 1977 y Severo Sarduy en 1978, al chileno Jorge Edwards y al español Carlos Barral en 1979, a Juan Goytisolo y Carlos Fuentes en 1980. Danubio narró sus experiencias literarias y personales en la Barcelona de la liberación postfranquista en su memoria Estrategias sagradas. La España catalana, 1976-1980, publicada en 2001 por Seix Barral, con magníficas descripciones de los centros nocturnos gays de la ciudad. Y reconoció el carácter tanto español como latinoamericano de la explosión literaria de este medio siglo, pues España y Latinoamérica vivieron procesos de liberación literaria y política no enteramente disímiles.

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De regreso a México, Danubio fue secretario de redacción de la Revista de la Universidad de México de 1980 a 19852, años de las entrevistas a la novelista brasileña Nélida Piñón, a la poetisa peruana Blanca Varela, siempre esencial, y por segunda vez a Mario Vargas Llosa, en 1981; a Jaime Gil de Biedma en 1982 y a José Ángel Valente en 1986. Este año Danubio reunió varias de estas entrevistas, con breves y sustanciales notas introductorias, en su libro Memoria plural, publicada por la Editorial Sudamericana en Buenos Aires, donde asumió la dirección de Vuelta Latinoamericana entre 1987 y 1989. Continuaron las entrevistas: al brasileño Joao Cabral de Melo Neto y la argentina Olga Orozco en 1989, a Octavio Paz y nuevamente a Carlos Fuentes en 1991, al cubano Reynaldo Arenas en 1992 y a la cubana mexicanizada Julieta Campos en 2004. ¡Ay, junta de sombras!

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Con estas entrevistas formó Danubio su libro Contrapuntos. Medio siglo de literatura iberoamericana, bien concertado contrapunto vocal, en el que las voces de Danubio y cada entrevistado, su gente y sus voces internas, permiten saber no del detalle puramente anecdótico, sino de la necesidad interna de la creación. Siempre con pleno conocimiento de causa, íntima comprensión del trabajo literario y de la ineludible realidad política, Danubio hace que los entrevistados digan lo que nunca antes habían dicho, en una hipnótica mayéutica psicoanalítica literaria. Cada entrevista está antecedida por una introducción escrita por Danubio, con su disciplinada brevedad, siempre dos páginas, que busca acercar al lector a lo central y propio de cada escritor, a la manera de Cyril Connolly, uno de los maestros literarios de Danubio, en su Cien libros claves del movimiento moderno (1880-1950). Por sí solos el prólogo y las introducciones de Danubio forman un libro o el núcleo de un libro mayor, que reúna la crítica literaria de Danubio, siempre sometida a criterios semejantes de sintética brevedad, a veces en el borde de la abstracción.

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En el prólogo, Danubio da una visión de conjunto en la que muestra la peculiar y feliz confluencia de este joven lector voraz, inteligente y sensible, viajero y siempre transterrado, que busca ponerles caras a los escritores, con el momento particular que vivía la literatura latinoamericana, el boom, uno de los productos más originales del proceso de cambio cultural mundial de la década de 1960 y que tuvo en 1968 su “año central y canónicamente emblemático”. ¿Sólo entonces se dio el cambio? El propio Carlos Fuentes le declaró a Danubio en 1981 que la Revolución Mexicana “fue una reacción saludable” porque sólo a partir de entonces México “se atrevió a asumir todas sus identidades y a decirse que no podía disfrazarse de lo que no era, aun cuando lo que era lo espantara y le doliera”. México fue, dijo Fuentes, “el primer país de América Latina que decidió desenmascararse” –aunque, podríamos agregar, todavía no se quita la última máscara.

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Sea como fuera, a través de estas entrevistas Danubio se convirtió en algo parecido a un Boswell o un Eckermann de esta generadora generación, precisamente cuando se afirmaba y desplegaba, consciente de su originalidad. En México, por cierto, contamos con entrevistadores literarios notables como Emmanuel Carballo y Elena Poniatowska. Danubio percibió en estos años, en sus entrevistas y en su trabajo en revistas y editoriales, que existía un pacto verdadero, que Danubio considera hoy roto, de los escritores y editores con el público, que fue el de la clase media ilustrada que creció y cobró personalidad e identidad durante el proceso de industrialización y urbanización del siglo XX.

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Los topoi, lugares, de este boom literario que reconoce Danubio en esta generación literaria son:

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“El sentido del exilio, del desplazamiento y la alienación como rasgos peregrinos de la humana experiencia; la nostalgia por un lugar extraviado como marca que percute en el curso errante de la vida; la búsqueda de un pasado oculto o un familiar o un familiar perdido que dispara las ansiedades de la memoria; y, con sello muy latinoamericano, la promesa de un futuro radiante afincada en un mundo nuevo que termina, a menudo, por abrazar la desilusión…”

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Imposible dar una idea de la centellante riqueza de las entrevistas de Contrapuntos. Me parece que Gabriel García Márquez le contó antes que nadie a Danubio, en 1976, que su vocación literaria despertó cuando leyó La metamorfosis de Kafka en la traducción de Borges, y se dijo “que si esas cosas estaban permitidas en la literatura, ésta no sólo era mi oficio sino, mucho más, mi vida”. Y resalta Gabo la importancia de la estructura en la literatura, como en la música (la primera Rapsodia para piano y orquesta de Bartók, que no podía dejar de oír), y menciona el truco, que no revela, que le permitía escribir sus novelas y vender miles de ejemplares, pero que no quería repetir.

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La entrevista con Octavio Paz, de 1991, poco después del Nobel, versa más sobre política y moral que literatura, pero sus percepciones supieron sondar en lo hondo de la historia: “Antes de perder la supremacía, los imperios pierden el alma”. “Las masas modernas no saben de dónde vienen ni tampoco a dónde van. Al perder su pasado, han perdido el rumbo.” Y de manera más particular, pronunció Paz: “Pronto las sociedades avanzadas tendrán que hacer frente a un fenómeno más y más generalizado: las diferencias abismales entre las minorías dueñas del saber y las masas anestesiadas por los medios de comunicación y por la publicidad”. No puedo dejar de mencionar entre las obras recientes de Danubio, la antología de Octavio Paz para jóvenes, Palabras en espiral, que publicó Joaquín Díez-Canedo Flores en la Comisión Nacional de Libros de Texto Gratuitos, en una edición de un millón setecientos mil ejemplares, que se repartieron en todo el país como premio a los estudiantes más estudiosos y a sus maestros –aunque el mundo intelectual no se enteró, por lo que me alegro de su próxima edición en la editorial Taurus.

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Comento que al referirme al énfasis que hace Danubio en la clase media como humus social y comunicativo de la generación literaria del boom, que el término “clase media” se ha entendido a menudo de manera peyorativa, como sinónimo de mediocre, ni rico ni pobre, burgués en el sentido flaubertiano de la palabra, cuando en realidad, la clase media debe considerarse como el objetivo justo y deseable de cualquier sociedad justa y democrática. Con este bello coral de voces, Danubio nos regaló un testimonio de un mundo en proceso acelerado de desaparición. Aunque me consuelo previendo que Contrapuntos despertará, sobre todo en los jóvenes, vocaciones de estudio, lectura, relectura y creación.

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Notas: 

1. Las colaboraciones de Danubio Torres Fierro en Vuelta y en Letras Libres se pueden leer en el sitio de Internet de Letras Libres. La revista Plural aún no ha sido subido a Internet.
2. Las colaboraciones de Danubio Torres Fierro en la Revista de la Universidad son accesibles en línea.

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