Danza sin alma

Sep 6 • Escenarios, Miradas • 4107 Views • No hay comentarios en Danza sin alma

 

POR JUAN HERNÁNDEZ

 

La explosión de cuerpos entrenados rigurosamente para el ejercicio de la danza permitieron gozar de las líneas perfectas y los grandes ademanes de los bailarines del Ballet de Zürich, sin embargo la uniformidad del movimiento y el carácter miliciano de la expresión de la compañía dancística obstaculizaron una interpretación profunda —más allá de la perfección técnica— que revelara la intensidad emotiva del drama de Woyzeck, obra de teatro (inconclusa) del alemán Georg Büchner (1813-1837).

 

El ballet de Christian Spuck (Marburg, Alemania, 1969), basado en la obra literaria de Büchner, escenificado en el Palacio de Bellas Artes el 3 y 4 de septiembre —en el marco de la celebración de los 80 años del recinto marmóreo, se estancó en una propuesta escénica fría y desangelada.

 

La belleza de la escenografía (una pared curva giratoria), la atmósfera oscura y la fuerza muscular de los bailarines —entrenados rigurosamente en la técnica clásica— no fueron suficientes para sostener la propuesta artística y alcanzar una intensidad verosímil de las desgracias que vive el personaje central.

 

La estructura de una narrativa tradicional del ballet funcionó en contra del desarrollo de la emocionalidad indispensable para la interpretación de una obra literaria intensa que aborda temas como la injusticia social, la discriminación, el abuso de los poderosos, la marginación, la desigualdad, el menosprecio a la dignidad humana y la miseria.

 

No se puede escatimar el valor plástico de la puesta en escena —en donde se nota el oficio del coreógrafo Christian Spuck, director del Ballet de Zürich, en el género de la ópera—, la belleza de las imágenes, la solidez en el manejo  de una estructura compositiva concebida en solos, duetos e interpretaciones grupales, ni la magnífica técnica de los bailarines. Es decir que lo formal fue resuelto eficazmente, pero sólo para convertirse en la envoltura atractiva de una caja vacía.

 

Los intérpretes del Ballet de Zürich se ciñeron a la rigidez de una propuesta artística que no les permitió buscar dentro de sus estructuras emocionales y experienciales motivaciones para expresar con  profundidad la esencia del drama planteado en Woyzeck, de Büchner.

 

Atento a la transferencia fiel de la obra literaria a la escena, el coreógrafo se olvidó de los bailarines, quienes llenan espacios, en una actuación automatizada, con movimientos mecánicos, inexpresivos y apegados a la propuesta formal de la pieza de ballet.

 

El coreógrafo Christian Spuck crea una obra contemporánea con los dogmas y el paradigma del ballet tradicional; y al ceder ante esa línea estética, se imposibilita para generar un discurso artístico en donde se respire libertad creativa. Resultado de este apego fue la escenificación de una pieza que parece venir de una época que no es la nuestra.

 

Woyzeck, de Spuck, fue estrenado para el Ballet Nacional de Noruega, en el 2011. Posteriormente hizo una versión renovada para el Ballet de Zürich, que dirige desde el 2012. En esta pieza el coreógrafo recurre a música de Martin Donner, Philip Glass, György Kurtág y Alfred Schnittke. Música de gran intensidad dramática que no encuentra su símil en la interpretación dancística.

 

En escena sobresalió la pared curva giratoria, en donde se pintó un paisaje aldeano, así como los efectos especiales: la neblina, la lluvia y las sillas gigantes  que acentuaban  la “insignificancia” del personaje Woyzec, frente a los abusos de los poderosos.

 

La obra de teatro de Büchner cuenta la historia de un soldado pobre, quien vive con su mujer e hijo en situación de miseria. El hombre es el barbero de un capitán y también se somete como “conejillo de indias” en la experimentación médica, para conseguir dinero. Su pareja se enamora de un soldado de mayor rango y Woyzeck, enloquecido de celos y harto de las humillaciones, la apuñala.

 

El ballet Woyzeck, de Spuck, con la compañía alemana, es una pieza de corte convencional que no aporta nuevas formas de aproximación a la creación balletística. Acomodada dentro de la línea estética del ballet tradicional, la formulación de la propuesta es más bien conservadora y poco representativa de las búsquedas contemporáneas. No vemos un esfuerzo por hacer una lectura desde la actualidad de lo planteado hace 200 años por Büchner. El resultado: una pieza de danza sin alma.

 

*Fotografía: El ballet de Christian Spuck en el montaje de “Woyzeck” se estancó en una propuesta escénica fría y desangelada/Yadin Xolalpa.

 

 

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