De violencia, miedo y otros monstruos

Abr 22 • destacamos, Lecturas, Miradas, principales • 4850 Views • No hay comentarios en De violencia, miedo y otros monstruos

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Después de su novela Las tierras arrasadas, el escritor mexicano Emiliano Monge regresa con un libro de once relatos en donde la violencia es el paisaje

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POR DALIA CRISTERNA

@dalieus

Pocas cosas asustan tanto a los seres comunes

como los males que advierten un fantasma en sus iguales.

Emiliano Monge

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En La superficie más honda (Random House, 2017), Emiliano Monge demuestra que el miedo es una sensación corrosiva que está presente en todos los espacios y situaciones en las que nos desenvolvemos. Ese miedo queda plenamente expuesto cuando nos damos cuenta que cualquiera de las once crudas historias que plantea el autor en sus relatos tiene la capacidad de ser la noticia que ocupe la primera plana del periódico por la mañana. Sin embargo, si el lector separa los ojos del libro y alza la mirada al mundo, se dará cuenta, sin dificultad alguna, que ninguno de los microcosmos que narra Monge es inverosímil. Al contrario, son escenarios que nacen, suceden y se desarrollan en el mismo centro de la cruda situación de violencia que ha materializado a México como uno de los países más peligrosos del mundo.

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Emiliano Monge pertenece a la generación de escritores mexicanos nacidos en la década de los setenta cuyos integrantes han logrado abrir brechas en la literatura contemporánea nacional. Autores como Antonio Ortuño y Julián Herbert han dedicado gran parte de sus páginas a hablar del presente y la realidad. En sus libros anteriores Arrastrar esa sombra, Morirse de memoria, El cielo árido y Las tierras arrasadas (Premio Iberoamericano de Novela Elena Poniatowska) Monge ya había planteado un estilo sombrío en su narrativa. El delirio, la obscuridad, la introspección, el dolor marcan a los protagonistas de los textos de Monge y los sitúan en un ambiente tan sórdido que es casi tangible.

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Los personajes creados por Monge son devorados por su entorno, un ambiente sumergido en la violencia políticamente consensuada en donde los crímenes, desapariciones y acosos son parte del día a día. Delitos que suceden sin que haya necesidad alguna de dar explicaciones. La única explicación posible es una muy llana y dolorosa: “el mundo es así”. El autor, con ayuda de sus personajes, busca conmocionar a los lectores. Los lleva hasta un abismo donde imperan la soledad y el vacío; ahí, en ese agujero, lo que estalla como una lumbrera es la escritura de Monge, estructurada, limpia y llena de humor negro, aspectos que no permiten a quien lee alejarse de las páginas hasta terminar cada historia, por dura que pueda ser.

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La manera en que La superficie más honda crea expectativa tras cada narración es astuta, en un momento se podría pensar incluso retorcida, ¿qué puede ser más aterrador que leer la desaparición forzada de un joven, amenazado con un cuerno de chivo, cuya única intención era perder su virginidad con su enamorada, como en “Alguien que estaba ahí sobrando”?  Sí, hay cosas peores, sólo hay que pasar las páginas. Pero entonces, ¿hay algo más duro y cruel que seguir los pensamientos de un hombre dedicado al entretenimiento que prefiere pensarse muerto a contemplar su vida lúgubre, como sucede en “El instante indicado”? Sin duda, aparecerá en el siguiente relato. ¿pero es que podrá alguien tener el estómago para relatar cómo el menor de edad en “La tempestad que llevan dentro” debe asumir el papel de ser quien extirpe una bala activa del cráneo de su hermano puesto que nadie más, ni médicos ni autoridades se atreven? No hay tropiezos; uno podría o al menos le gustaría pensar que las tragedias no crecen como racimos, pero Emiliano Monge supera cada uno de sus puntos finales. Termina. Toma aire. Y sigue.

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En  “Todos nuestros odios”, sexto relato, se refleja una de las grandes maldiciones actuales: el poder de la opinión pública y cómo éste se ve influenciado por la corrupción y los medios de comunicación masiva. El texto cuenta la historia de Ana Agravia, una joven con microcefalia sentenciada a 14 años de prisión acusada de haber cometido varios homicidios, incluido el de su abuelo. Lo realmente estremecedor de la historia de la pequeña no es su injusta acusación, sino el papel que juegan los abogados, gobernantes, periodistas, asiduos a las redes sociales y todos aquellos que con su acceso al espacio público impactaron en la vida de Ana para siempre.

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El veredicto final sobre su caso lo dictó una voz social unificada por la idea de que la enfermedad es un indicio del crimen, planteamiento compartido y segregado a partir de redes sociales, pantallas y medios de gran alcance. La pequeña microcéfala se convirtió, gracias a la opinión pública, en el monstruo de la historia, una historia que no duraría más que unos días ya que al poco tiempo los reflectores dispararían hacia otro polémico caso de anormalidad. En este sentido, Foucault calificaba el concepto del “monstruo” como un ser contra natura que es recluido, exiliado o encerrado por causar miedo. ¿A qué le tienen miedo los que, de lejos, pueden impactar en la vida de cualquier persona sólo con publicar un tuit?

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Los cuentos de La superficie más honda están creados como una gran puesta en escena en donde la violencia es el paisaje, ya no más un tópico ni una temática, sino un modus vivendi. Cada relato es un monólogo que no se puede separar de los demás, juntos forman una atmósfera de lo que significa la violencia en el panorama actual. Esa violencia que ha dejado de ser un actor y se ha convertido en el escenario donde estamos parados.

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Todas estas historias culminan en un vacío, algunos físicos y otros existenciales. La superficie más honda toca el fondo del abismo en cada narración. Algunos relatos incluso sorprenden por su brevedad, pero es esa otra de las virtudes de este libro: universos literarios infinitos en pocas páginas. El mismo autor ha referido en ocasiones que, mientras en la novela el trabajo escritural se basa en elegir qué es lo que agregarás a la historia, en el cuento se trata de escoger qué eliminarás para que el texto logre la concreción necesaria. Y es esa la fórmula que sigue La superficie más honda, su hazaña estética está en la mezcla de lo cruel con la fortaleza lingüística que domina Monge.

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La solidez de La superficie más honda expone a Monge como un cuentista provocador. Estos relatos comparten impresiones que avanzan hasta la incomodidad, culpa y temor. Cada cuento abre heridas que buscan, pero sobretodo consiguen, rescatar lo humano que queda aún en las historias de terror.

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Crédito de foto: EL UNIVERSAL. El escritor mexicano Emiliano Monge.

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