Eva Husson y la femiestrategia libertina

Ago 19 • Miradas, Pantallas • 4884 Views • No hay comentarios en Eva Husson y la femiestrategia libertina

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George, la adolescente más popular de su escuela, busca seducir a Alex, su compañero de clase, por lo que crea un juego sexual colectivo en el que las redes sociales devienen en pasarela de obsesiones y claroscuros psicológicos

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POR JORGE AYALA BLANCO 

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En Bang Gang: una moderna historia de amor (Bang Gang (une histoire d’amour moderne), Francia, 2015), aparentemente provocador debut de la actriz experta en literaturas española e inglesa y autora total del American Film Institute egresada de 38 años Eva Husson (corto previo: Hope to Die 04), con base en un hecho alegado verídico, la delgadísima dieciseisañera rubita hipererotizada Georgette llamada de cariño George (Marilyn Lima) encamina por sus pasos a la virginal condiscípula ultrarreprimida Laetitia (Daisy Broom), mientras logra seducir al guapo más codiciado de la clase Alex (Finnegan Oldfield), quien tras poseerla de inmediato la bota y, siempre flanqueado por el desagraciado inmigrante rusito Nikita (Fred Otier), se orienta hacia otras fáciles opciones, incluyendo a la propia Laetitia, que se hace desvirgar sin dificultad, para rabia de una George que rompe con ella y se obsesiona por recuperar a Alex, pero al verse brutalmente rechazada, inventa e impone un juego sexual colectivo bautizado como Bang Gang, por pretender liberar tanta energía como el Big Bang y por jubilosamente hacer participar, al libertario grito de “Calor y alegría, y voy a irradiar energía” pregonado por Georgette en las redes sociales (“Hoy hay Bang Gang, es ahora o nunca”), al entero Gang de alumnos del Liceo de Biarritz, al fin que todo queda entre cuates y “Te hace sentir vivo y superlibre”, en la propia mansión con alberca de ese Alex en completo abandono parental, hasta que la fantasía multicompartida deviene en práctica orgiástica consuetudinaria de alcohol, drogas, combinatoria plurisexual, irresponsables subidas de los partouzes descomunales a YouTube, ausencia de protección sexual alguna, y lo peor, con tan mala suerte que a la heroína que jamás le toca fajar el muchacho que deseaba y la repudia, una y otra vez, debiendo conformarse con el lindo compañero solitario vuelto musiquito de beatstyle Gabriel (Lorenzo Lefèbvre) que se negaba al sexo grupal, si bien a ella la acepta, lentamente enamorados aparte, aunque contagiándose también con una de las varias enfermedades de transmisión sexual (pues anda por ahí hasta la vieja erradicada y culta sífilis, ¡de Baudelaire y Nietzsche! según investigan los colegiales en su iPhone), que de pronto hacen estragos entre los miembros del Bang Gang, produciéndose además un pesadillesco escándalo mayúsculo y dando al traste, por fin, con aquella prefabricada y gratuita pero expansiva y propositivamente fallida femiestrategia libertina.

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La femiestrategia libertina crea y se mueve en un clima de total antisensualidad, absoluta e inmensamente nada excitantes, pues ha bastado con un prologal plano secuencia eterno antes de los créditos para mostrar todo lo antier inmostrable, al margen de cualquier obscenidad o asomo de pornografía, pese a la profusión de encueres, fajes explícitos y pieles y posgodardianos cuerpos tocándose, con refulgentes colores suaves en la fotografía de Matias Troelstrup, imágenes-racimo del editor Emilie Orsini y una envolvente banda sonora que contrapuntea al buen conjunto posroquero White Sea con un lied de Schubert, que más bien desvían la atención hacia otros elementos tan significativos como la fotogenia de una regalada vida cotidiana ociosa en el balneario-edén por excelencia de los Bajos Pirineos, el realismo de las infravitales costumbres juveniles a la francesa tediosa y desabrida, un hámster simbólico, las abrumadoras lecciones de español cervantino y química orgánica, las patéticas figuras caricaturescas del cacheteador padre estricto de Laetitia que se la pasa con su guitarrita intentando infructuosamente sacar Para Elisa de Beethoven y su parodia parapléjica en el progenitor del acomplejadísimo sensitivo Gabriel, o esa gélida efigie a lo Catherine Denueve de Georgette con mueca perpetua de Jeanne Moreau, y así.

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La femiestrategia libertina invoca y glosa como meta, frontera, cerco, sentido último y límite extremo el epígrafe que precede y abre la trama, una frase por ende inaugural y concluyente tomada del psicoanalista antifreudiano Carl Gustav Jung, según el cual “la claridad no aparece cuando imaginamos lo claro, sino cuando tomamos conciencia de lo oscuro”, la claridad entendida aquí como lucidez y la oscuridad como impulso ciego, fincándose sin duda en el viejo lema naturalista de acuerdo con el cual la vida es una tomado del biólogo Claude Bernard “el conocimiento de sí es un salón espléndido, inundado de luz, al que sólo puede llegarse atravesando una cocina larga y nauseabunda”, o sea, agitar lo fétido para llegar a la verdad, pero también la observación y una experimentación que apenas duplica la grupal: en vez de pornocinismo, un vertiginoso viaje por la pasión, los celos y la más expuesta posesividad femenina.

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La femiestrategia libertina se narra desde los monólogos interiores de los chavos en juego sexual, pero en realidad adopta la óptica de la autoridad, así sea la de los adultos, la de los chavos ya escarmentados, una óptica ajena y didáctica y comprensiva aunque inteligente y permisiva, censurando tácitamente el comportamiento de los padres que de inmediato recurren a la bofetada y a la represión o a cambiar a los hijos de escuela, poniéndose más bien del lado de las autoridades escolares que convocan a una urgente y necesaria revisión sanitaria general como única solución práctica que permita la libre maduración de los chavos.

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Y la femiestrategia libertina desemboca en una reafirmación de los valores románticos y de comprensión mutua, por encima del fracaso comunal, el desánimo y el sentimiento de vacío generalizados, el recuerdo del aborto por Laetitia y el reencuentro feraz de Alex con su madre arqueóloga en Marruecos, pues ha logrado imponerse el proceloso amor acorralado del compositorcito Gabriel y la vengativa apaleada George, para pasear al fin sus libérrimos cuerpos desnudos, radiantes y luminosos entre las solarizaciones de la playa otra vez paradisiaca.

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FOTO: Bang Gang, una moderna historia de amor se exhibirá en la Cineteca Nacional hasta el 24 de agosto de 2017./ Especial 

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