Hong Sang-soo y el desfase desolador

Oct 22 • Miradas, Pantallas • 4145 Views • No hay comentarios en Hong Sang-soo y el desfase desolador

POR JORGE AYALA BLANCO

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En Justo ahora, mal entonces (Jigeumeun matgo geuttaeneun teullida/ Right Now, Wrong Then, Corea del Sur, 2015), incisivo opus 16 del autor total y sereno estilista surcoreano de 55 años Hong Sang-soo (Hahaha 10, En otro país 12), el famoso aunque precavido director de cine independiente que llegó con demasiada anticipación a la provincia norteña de Suwon para introducir una de sus cintas Ham (Jeong Jae-yeong) conoce en un templo budista a la hermosa jovencísima pintorcilla medio sorbiendo su licuado de plátano medio extraviada en el vagabundo espacio invernal Hee-jung (Kim Min-hee) e intenta ligarla, sacándole plática, compartiendo cigarrillos porque ambos fuman como chacuacos, invitándole un café y a divertirse en la pista pública de trineos, paseando a su lado, seudorientándola pontificadoramente acerca de sus incipientes búsquedas pictóricas poscubistas en su taller, embriagándose juntos con archialcohólico soju en una fonda de sushi, escuchando sus autocomplacientes lamentaciones por no tener amigos, acompañándola a una reunión con damas artistas que de inmediato exhibirán al briago perdido Ham como un mujeriego casado con pésima fama de conflictivo irredento, y conduciéndola a su casa bajo un dorado Buda gigante para ser reprimida por su madre preocupada a causa de su ebriedad consuetudinaria, antes de que el infeliz cineasta desechado y crudo enfronte una pésima discusión sobre su filme y emita un diplomático adiós desolado a la bella Hee-jung, sólo recibiendo como consuelo cierto libro escrito por una de sus amigas con aguda dedicatoria ad hoc (“Descubre lo que está en la superficie de las cosas”), pero aquí y ahora sí en esto no la misma trama va a repetirse con ligeras y sutiles modificaciones de ritmo y enfoques de todo tipo (formales, de contenido), para alterar por completo el sentido de la fábula, a modo de un desfase tan desolador como su inicial referente narrativo.

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El desfase desolador propone en rigor y desarrolla con minucia descriptiva una primera parte etérea en la que Ham aparece como un taimado ligador mujeriego de pretensiones pronto desenmascaradas y Hee-jung como una acomplejadita presa a cazar, y en la segunda parte perturbada-perturbadora Ham se manifiesta ahora como un enamoradizo provocador desquiciado (¡incluso se les encuera ebrio a las artistas pueblerinas!) y Hee-jung como una lanzadaza relacional y creativamente frustrada, ambos presentando con virtuosismo el anverso y el reverso de una caracterología virtuosa y viciada de personalidades complejísimas que, aunque trocadas, permanecerán sustancialmente inasibles.

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El desfase desolador se afirma sin más, y porque ya llegué, como una metafísica de la identidad desdoblada, un apólogo situado en lo lúdico extremo, una bifronte pieza enigmática de sencillez rayando en el simplismo más seductor e irritante a la vez, una lúcida y transparente vinculación de inconsciencias jamás inconsciente ella misma, un luminoso y sabio opúsculo filosófico sobre el deleuziano principio de la repetición y la diferencia, un consumado arte romántico/antirromántico posbaudelairiano de los encuentros inesperados y súbitas pasiones malogradas, una acariciante melodía fílmica a base de exposición del tema y una sola variación áspera, un ejercicio tan disyuntivo y arborescente como el ramificado Smoking/No Smoking de Resnais (93), otro solapado díptico plástico-cinematográfico de agria amargura bien malvada, un espejismo frecuentable e invasivo y palpitante, un verdadero simposio flagrante sobre el ligue interruptus vuelto seducción mutua interruptus y frustración viento en popa y fatalidad última de toda infatuación o enamoramiento unilateral.

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El desfase desolador corrige con deleitable alevosía miniaturista su trama por una sola vez, una sola infinita vez, quizá a lo Hechizo del tiempo (Ramis 93), pero sin lograr que el alígero relato irónico sobre un desesperado ligue erótico y transferencial logre romper la infame horma-barrera represiva/autorrepresiva, aunque en su contradictorio haber cuente a un tiempo, en summa autoral, con el trágico destino prefijado por provincianismo cerrado de El día en que el cerdo cayó en el pozo (Hong 96), la necesidad verificativa que sólo puede dar la admirativa mirada ajena de La puerta giratoria (Hong 02), la impertinencia sexopolíticamente incorrectísima de La novia desnudada por sus pretendientes (Hong 00) y La mujer es el destino del hombre (Hong 04), el evidenciado juego de reflejos autofágicos de Un cuento de cine (Hong 05), la gozadora sensualidad retraída de Hahaha y la burlona cadencia metaficcional de En otro país, cuando menos, nada menos.

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El desfase desolador se expresa soberanamente y con diafanidad meridiana a través de criaturas lamentables nunca lamentosas (“Gracias por dejarme tener estos sentimientos, los atesoraré toda la vida”), un prólogo anticipatoriamente misterioso aunque programático del pusilánime Ham reprochándose su peligroso amor naciente hacia la jovencísima que arrastraba en cuclillas sobre un trineo (“Debo tener cuidado, es sólo un día”), planos muy abiertos de figuras dialogando desde los extremos del cuadro, un primera parte discretamente sostenida mediante una voz off monologal entre la delicada (auto)advertencia y el prurito límite que de súbito desaparecerán (voz, monólogo, advertencia y prurito) en la segunda parte, encuadres superfijos y sostenidos hasta la eternidad que permitirán nerviosos acercamientos con zoom anacrónico y técnicamente agresivo-autoconsciente, una estructura hecha de grandes bloques narrativos de comunicación verbosa cara a cara, un intensivo trabajo sobre la duración bergsoniana traducida en la duración de cada plano.

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Y el desfase desolador entreabre pese a todo, una rendija de esperanza, puesto que la linda solitaria Hee-jung se refugiará al final en la apasionada y reveladora visión de un filme de Ham, antes de enconcharse dichosa bajo una tormenta de nieve (“Me alegra haberte conocido”).

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FOTO: La cinta del director surcoreano se exhibirá hasta el 27 de octubre en la Cineteca Nacional.

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