La mejor película del XXXVI Foro
POR JORGE AYALA BLANCO
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Dentro de En Jackson Heights (In Jackson Heights, EU, 2016), recio documental de largometraje del aún sorprendentemente prolífico veteranísimo sobreviviente de la Historia del Cine y de la magistral plana mayor documentalista independiente estadounidense de los 60-70s ya con 86 hebreobostonianos años encima Frederick Wiseman (aquel de los legendarios y modélicos Preparatoria 68, Hospital 69, Asistencia social 75, Carne 76), se despliega una variopinta visión panorámica muy amorosa de las calles y los espacios públicos del barrio titular enclavado en el sector neoyorquino de Queens, su pululante hervidero de vida multirracial, sus apabullantes 167 lenguas distintas, sus arraigos ancestrales a fuerza de mariachazos femeninos o de escuelas para futuras danzarinas de vientre, sus insólitas prácticas religiosas en templos ad hoc, sus pérdidas de identidad, sus avenidas congestionadas, sus enjambres de abigarrados negocios de todo excéntrico tipo otrora prósperos, sus transformaciones modernizadoras a la vista, sus organizaciones de vecinos, su permisividad plurisexual de vanguardia desde tiempos inmemoriales que le costó la vida en 1996 por homofobia brutal a un mártir gay (hoy ya con un lucidor sitio conmemorativo: la Esquina Julio Rivera), sus reuniones de vecinos, su alivianado alcalde Danny subversivamente surgido de la propia colectividad para seguir siendo promotor de la marcha anual LGBT y diplomas-reventón a los vecinos más queridos, a igual distancia del unanimismo óptico-musical en malls uniformadores a nivel planetario de la fabulosa Cadena de Jem Cohen (04) y los relatos potenciales de a tiro por plano en Del este de la llorada Chantal Akerman (93), porque aquí se obedece a pie juntillas un método microcósmico tan severo cuan gozoso.
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El método microcósmico pertenece a una última etapa del pionero cine docuficcional quasi ensayístico wisemaniano, la única más o menos bien documentada aquí y a la que pertenecen hurgadoras cintas kilométricas y monotemáticas tan diversas Boxing Gym 10, Crazy Horse 11, En Berkeley 13 y National Gallery 14, una etapa creativa que se caracteriza no sólo por su madurez y su amplitud de miras amplias y amplificadoras de sus temas-ámbitos diminutos o miniaturistas, sino ante todo por la serenidad de su visión todoabarcadora e imparcial, desbordante de sensibilidad y sentido del instante (Cinéma vérité: definiendo el momento se intitulaba la gran película-ensayo del canadiense Peter Wintock 99 sobre esa materia-período mitológico), una observación meramente reporteril en apariencia pero en el fondo profundamente estética, ya que la mirada al microcosmos del gimnasio de medio pelo Boxing Gym se tornaba de manera casi natural un himno al cuerpo en máximo esfuerzo disciplinado, la mirada al microcosmos entre bambalinas y grandes negocios del Crazy Horse parisino se volvía una controversia a favor de la imaginación erótica petrificada y la necesidad de la fantasía cotidiana, la mirada al microcosmos organizativo-estudiantil universitario opulento de En Berkeley se convertía sin sforzato alguno en una exaltación del saber y la inteligencia en su work in progress, y la mirada al microcosmos de los tesoros y las grillas de la londinense National Gallery devenía sutilmente en un tributo al arte y su encorsetado disfrute paradójicamente en libertad aunque docto, de igual modo que ahora la mirada al microcosmos barrial de En Jackson Heights va transformándose paulatinamente en una gran pavana a los valores de la comunidad en trance de organización parcial y global.
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El método microcósmico básicamente consiste en lanzar de neutra manera sostenida una hurgadora mirada imparcial y aliada pero jamás cómplice (aquí no hay delito que perseguir) hacia un microcosmos a su vez subdividido en varias entidades autónomas, a una miríada de microcosmos, ínfimos asteroides casi moleculares pero de nuevo ipso facto nucleares, puesto que cada individua-especimen de cada raza-procedencia-cultura-lenguaje-acento-espíritu se halla abordado cual si se tratase de un mundo corpuscular y ramificado por autónomos quarks cotidianos aparte, como ese corpúsculo-desahogo activista para inmigrantes con familiares perdidos en el desierto, ese corpúsculo superelocuente en español muy aproximado sobre una explicación vivencial de la especulación inmobiliaria que va expulsando de locales o viviendas en escalada bárbara, ese corpúsculo cruel del paulatino degüello de pollos para la centrífuga desplumadora, ese corpúsculo de los cementerios ideales, ese corpúsculo hiperminucioso de la clase de orientación cardinal para multinacionales taxistas básicos, o esos corpúsculos axiales de la marcha gay: planeación en sinagoga prestada, arranque adyacente, desfile inusitadamente encabezado por autoridades locales, cual manifestaciones del orgullo comunal, archipermisiva plataforma ideológica y leitmotiv.
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Y el método microcósmico se permite a veces hasta ser también microcómico, con esa afluente anciana aún entera a sus 98 deteriorados años a la que algunas vecinas no consiguen convencerla de pagar por amigos o por gente con quien hablar porque el dinero todo lo puede, y esa obscena chava seudopolicía-telegrama cantado con destino a un septuagenario en pleno festejo picarón, pues aquí sólo se ajustan y degustan las estructuras rígidas que no deben verse, sino apenas sentirse, cual autocontroles de la impresión sensible y cotidiana, retomando la profunda fenomenología de lo banal neorrealista (Rossellini, Kiarostami), para desembocar en pequeñas construcciones no-narrativas pero sí dramáticas y fragmentarias, sin que jamás se trastorne la equilibrada fotografía de John Davey (el infaltable compañero de Wiseman), ni recurra a efectos vistosos el ultraselectivo montaje del realizador, ni nadie pueda salirse del más riguroso régimen observacional, con mucho de mural, collage sociológico y réquiem, hasta esos anocheceres de neón negados a cualquier bien ganado reposo.
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FOTO: La presencia de mariachis formados por mujeres es una entre muchas manifestaciones culturales presentes en este documental de Frederick Wiseman. /ESPECIAL.
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