Poemas de Aline Petterson
POR ALINE PETTERSON
Ya era tarde
Muchas lunas han viajado
desde entonces
mostrando su redonda y blanquísima
opulencia.
Comparé la densidad de tus pupilas
con el envés jamás visto de su cara.
La lobuna materia de tus ojos,
sus luces nocturnas,
el hambre opaca de tu voz,
el roce de tus dedos en los míos
me alteraron.
Apenas pude contener
al cuerpo que, renaciendo,
yo dejaba morir.
Le vedé mostrarte mis orillas,
palpar la fiera consistencia
de tu piel.
Y si agonizó ese encuentro
postergado.
Aquel día las palabras erigieron
las crestas de un deseo
que no iba a acatarse.
Ya era tarde.
¿Lo era?
—–
Sol y luna
Vertical, roja espada de fuego,
el sol se derrama
exterminando las sombras
con su filo.
La luz dueña del espacio
tan intensa es
que vela mis ojos.
Ciega de luz,
incierta de mis pasos
columbro los pliegues de la calle.
Extranjera es la realidad
a la memoria de los días.
Ciega de luz,
titubeo en este caminar ignoto
que borra las huellas.
Se suceden las horas
devolviendo a los objetos
su nimbo oscuro,
levantando el paño a la mirada.
Mas la penumbra crece:
las siluetas son ahora negro territorio
sin orillas, sin volumen.
Ciega de noche, ando recelosa
del abismo presente en cada avance,
en cada retroceso de la marcha.
Un gajo de luna asoma
su potencia mercurial de lazarillo.
Ciega de noche, tanteo en vano:
La pupila acrecentada de mis ojos
va a expandirse sin efecto.
Sol y luna devienen
cuchillos que me tajan
mientras mis ojos son sitiados
por las nubes.
(Poemas vienen incluidos en Ya era tarde, libro que el Fondo de Cultura Económica puso en circulación hace unos días).
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