La huella del desgarramiento
POR CLAUDINA DOMINGO
Claudia Berrueto (Saltillo, 1978) elige la concentración, la condensación formal. Sin abusar de los recursos del tema o la intertextualidad, su escritura, original, exacta y decantada, se aboca a la expresión y resolución poética de un conflicto existencial. Se trata de una poesía íntima que no se desfonda en la anécdota personal sino que la trasciende, arropando en su singular imaginería el caos universal.
Sesgo es hasta ahora el instante más nítido de su producción. Es un poemario condensado, aunque ligero en su volumen de versos; es personal y trascendente; contiene una sensibilidad radicada en la experiencia y la contemplación del desorden y el dolor. Su factura es fina y delicada pero no oculta los quiebres que la voz poética sufre en su viaje por los territorios de la emoción comprometida, es decir, la emoción que vive fuera de los flancos del papel y la poesía escrita.
La voz poética de Sesgo se asume femenina, aunque no siempre humana, y en varios de sus momentos visita la tierra perdida de la infancia. Al asumirla como sitio de recuerdos extraviados —en cuanto que tienden a la confusión y la inexactitud—, la voz poética activa un lenguaje onírico. Pero a diferencia de la expresión surrealista, los poemas no recurren a la extravagancia para poblar su universo, sino que de esta mirada distópica resulta la expresión de una memoria desfigurada que descubre su deseo de salir al mundo en la plenitud de su extrañamiento: “Mi perra se transfigura en cadáver/ Mientras yo duermo enlamada de rabia/ Los pollos caen al resumidero atropellados/ Por mis juguetes/ Cientos de atardeceres se ríen de mí/ Al verme atrapada en el interior del hueso roto/ De la casa/ La oscuridad rema sobre mis ojos/ Se estanca en un futuro que no vendrá”.
Este extrañamiento abarca todas las regiones de la experiencia, como si fuera una conciencia extraterrestre que se encontrara en constante pugna con el discurrir del tiempo y sus consecuencias. La voz poética parece que no ha tenido suficiente tiempo para aprender la monotonía de las experiencias y las visitara por primera y única vez, intuyendo que los instantes que evoca serán destruidos por la memoria: “Un dios pisa uvas en tu estómago/ eres el estanque ceñido/ que diluvia mosto/ de madrugada”.
Por otro lado, la autora presenta, a la manera de una poeta trágica como Emily Dickinson o Sylvia Plath, una mitología personal que al mismo tiempo se permite poner en duda. Cuestionando su validez histórica tanto como su pertinencia literaria, la melancolía de los poemas se instala en la atemporalidad de su drama: “En navidades inabordables de la infancia/ Imaginé mi muerte mientras tomaba el brazo/ del invierno/ él siempre me habló con ruidos pequeños/ como un venado/ y me hizo viajar al centro de una muñeca/ a su cabello perfumado de novedad/ al árbol de la sala que conseguía mirarme/ como si yo fuera un adorno más”.
En Sesgo, la expresión de la tristeza de estos poemas es consustancial a la poética que sugieren: nombrar la experiencia es revivir su violencia, pero no hacerlo equivale a quedarse ciego y mudo. La sección “Casi como una piedra” es de las más memorables de este libro múltiple e integral al mismo tiempo. En ella, Claudia Berrueto traspone a la figura de la piedra las preocupaciones existenciales de la vida íntima: vivir es desgarrador. Los seres que reparan en ello preferirían ser testigos inconmovibles, como las piedras, pero desde que todo lo que existe es susceptible de ser nombrado, de nombrarse a sí mismo, de hablar, las piedras se encuentran con que incluso ellas pertenecen al destino del dolor, incluso si es por la contemplación de ese desgarramiento: “Mis sueños son búfalos que suelen abandonarme/ Salen de mí como lágrimas oscuras/ Las dimensiones de sus cabezas amueblan los llanos/ De mi memoria/ Su aliento de piedra me sostiene”. Es mediante estos actos de transmutación lingüística que Claudia Berrueto se consolida como una de las voces más destacadas de la poesía mexicana contemporánea.
*Claudia Berrueto, Sesgo, Ediciones Sin Nombre, México, 2015, 89 pp.
**FOTO: Con su anterior poemario, Polvo doméstico, Claudia Berrueto obtuvo el Premio Nacional de Poesía Tijuana en 2009. Este año presentó Sesgo, publicado por Ediciones Sin Nombre/Alfredo Vallejo.
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