“Cervantes fue un sabio de arrabal”

Abr 16 • Conexiones, destacamos, principales • 5104 Views • No hay comentarios en “Cervantes fue un sabio de arrabal”

Entrevista con Ignacio Padilla

POR VICENTE ALFONSO

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“Incomprendida tanto por gigantes como por enanos, y privada durante siglos de intérpretes lúcidos que supieran protegerla de las lecturas sensibleras y de las reducciones fáciles, la obra de Miguel de Cervantes ha sido prevaricada y aun canonizada en direcciones usualmente ajenas a sus propuestas originales”, señala Ignacio Padilla en Cervantes & compañía (Tusquets), su más reciente libro. No es una afirmación al vuelo, pues se doctoró en Literatura Española e Hispanoamericana en la Universidad de Salamanca con un estudio sobre Cervantes. Han sido dos décadas las que Padilla ha dedicado a estudiar la obra del autor y a separar el grano de la paja en las interpretaciones. Producto de esos años son sus libros El diablo y Cervantes (FCE, 2005) y Cervantes en los infiernos (Scriptorium, 2011). A esa bibliografía se suma Cervantes & compañía, magnífica puerta de entrada a la vida y obra del autor del Quijote, pero también a la obra de Shakespeare. ¿Cuáles son las similitudes y las diferencias entre el autor inglés y el alcalaíno? ¿Cómo son los personajes femeninos en Cervantes y cómo son en Shakespeare? ¿Estaba loco Don Quijote o sólo se hacía el loco? ¿Cuál era el lado oscuro de Cervantes? son algunas preguntas que  hace en esas páginas quien, desde hace unos días, es miembro de número de la Academia Mexicana de la Lengua.

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¿Qué ocurre con el Quijote que todo mundo habla de él y  pocos  lo leen?

Cristian Castro dice: soy un Quijote, el subcomandante Marcos parafrasea o reinventa un Quijote que es el de Schelling y que por supuesto no fue el de Cervantes. Lo que ocurre es que está tan en nuestro consciente colectivo el Quijote de los románticos alemanes, quienes leyeron la obra sin ningún sentido del humor, que lo damos por leído. Esto establece una lectura de la novela donde el hidalgo es un ser exclusivamente poético y Sancho es prosaico. Nos estamos perdiendo de mucho por no acudir al Quijote como un libro realista y a Don Quijote como un personaje redondo que se sanchifica, a Sancho como un personaje que se romantiza quijotescamente.

 

En tu libro hablas de versiones que hacen del personaje “un descremado ídolo popular”. ¿Qué Quijotes recomiendas no leer?

¡Esa pregunta nunca me la habían hecho! Yo desaconsejo a un público infantil leer ciertas versiones en historieta que parecen amigables y no lo son. Hay ciertos fragmentos que un niño o un adolescente pueden disfrutar: el pasaje de don Quijote y Sancho Panza en la aventura de los batanes por ejemplo, que es muy graciosa, escatológica, como le gusta a los niños y a los adolescentes y es más o menos legible linguísticamente.

Se ha propuesto una edición que ha hecho Arturo Pérez-Reverte del Quijote, una edición acreditada por la Real Academia de la Lengua Española en la que Pérez-Reverte, con muy buena intención, ha sustraído los pasajes aburridos. No aconsejaría leerla. Disiento, con toda la admiración y el cariño que le tengo a Pérez-Reverte. En cambio Andrés Trapiello presentó una modernización lingüística del Quijote. Trabajó  diez años en la reescritura del Quijote transformando, modernizando el vocabulario sin perturbar la gramática. Es decir: si Cervantes menciona una darga, él pone lanza. Me parece una lectura muy interesante y osada.

 

En el libro te refieres al contrapunto Shakespeare-Cervantes como la Esfinge y el Minotauro. Profundiza en esta imagen

Es como epítome o metáfora de todo el texto, de mi conclusión de esta muy elemental aproximación a un cotejo de Shakespeare y Cervantes desde tres perspectivas, aunque hay muchísimas más. En estas tres perspectivas parece que Shakespeare sale mejor parado que Cervantes. Quiero pensar que Cervantes, que me resulta más cercano, quedaría mejor parado desde alguna otra aproximación.  Una de las conclusiones a las que llego no sólo es que Shakespeare tuvo muy buena suerte y Cervantes tuvo pésima suerte, no sólo que Shakespeare tuvo mejor actitud que Cervantes, que tuvo una pésima actitud, sino que Shakespeare es casi invisible, es un ser frío, no está presente en su obra, se convierte en este agujero negro del que hablaba Borges, ese everything and nothing que es desconocido por Dios, que ha dejado pasar Hamlet, Macbeth pero no deja pasar al autor porque Shakespeare es tan poco visible que es irreal. Lo considero tan genial que es extraterrestre, y es esta la frialdad de la esfinge que nos permite ver con mucho mayor claridad a Macbeth, a Rosalinda;  en cambio Cervantes es tan emocional, tan emotivo y está tan presente en su obra… cuando lees sobre todo el Quijote de 1605 lo ves violentando a sus personajes, luchando contra sus propios demonios teatrales y poéticos, contra su rabia, su frustración… habla mucho de sí mismo incluso en el capítulo IX. Es muy emocional, como el Minotauro que nos está esperando en el corazón del laberinto y hay sangre de por medio, hay devoraciones y huidas. Con Shakespeare no: huimos de Yago, pero amamos a Edmund y amamos también a Yago y nos gusta tanto Lady Macbeth como nos gusta Claire Underwood de House of cards. Son tan malos que los queremos.

 

¿Cómo asumir que Cervantes fue outsider o, como lo llamas, un sabio de arrabal?

Si hoy entras al edificio de la Real Academia de la Lengua Española  está el retrato de Cervantes, pero  es también una ficción: el pintor, Juan de Jáuregui, no conoció a Cervantes, y se inspiró en el autorretrato que hace el alcalaíno en las novelas ejemplares. Todo es falso, porque Cervantes vivió en una época de falsedad muy parecida a la llamada posmodernidad y ultramodernidad. Pocas épocas se parecen tanto al barroco europeo, no sólo al español, como lo que ocurrió después del 10 de noviembre de 1989, pasando por el 11 de septiembre de 2001. Son épocas que se parecen mucho y quien puede descubrirlo y señalarlo es el loco o el tonto de pueblo y eso porque lo había señalado Erasmo. Cervantes fue un marginado que estudió con otros marginados que eran los grandes lectores de Erasmo: los jesuitas, quienes también educan a Lope, a Alarcón, a Cervantes, a Góngora, a Quevedo… y posiblemente a Shakespeare. Ahora ya tienen Papa, pero en ese momento los jesuitas deciden irse a lo oscurito y de misiones, y educar a los que no tenían los recursos para ser educados por órdenes religiosas más tomistas, escolásticas y más serias. Entonces Cervantes está en la periferia, siempre en la periferia.

 

¿Cómo fue tu primer acercamiento al Quijote?

Soy un lector adulto del Quijote. Yo vivía en Escocia, trabajando en la obra de Shakespeare, que es bastante más amigable para un niño y para un adolescente, y mientras realizaba ese trabajo decidí finalmente tomar al toro por los cuernos, toro que mi padre y que muchos padres en lengua española quieren imponerle a sus hijos, y lo que suele ocurrir es que nos vacunan contra el Quijote porque no es un libro para niños. Yo creo que no es un libro para niños. Tampoco para jóvenes. Hay clásicos, grandes obras de la literatura y obras menores de la literatura que son para jóvenes, pero el Quijote creo que es un libro que sólo se puede disfrutar como realmente es con la malicia de la primera madurez, y es cuando me tocó a mí, y por lo tanto tengo el fanatismo del converso.

 

¿Qué le dirías entonces a los maestros que pretenden hacer del Quijote lectura obligada para niños y jóvenes?

Hay un problema de educación. Yo siento que sí es posible educar y educarnos hacia una futura lectura del Quijote. Si yo fuera un profesor de primaria acudiría a muchos otros libros, incluso literariamente menos valiosos: el valor literario de la obra de Julio Verne es muy muy cuestionable (como no sea el capitán Nemo no hay un personaje profundo y bien armado en toda la obra de Verne), pero es muy bueno para acercarse a la literatura, como lo es también Salgari. Yo aconsejo a los adolescentes leer un buen cuento de Cortázar, desde luego a Stevenson, a Chesterton, a Bioy Casares… La invención de Morel me parece un libro seductor para un joven, pero no el Quijote; pero vamos pensando, vamos platicando, vamos creciendo en la literatura y llega el momento en el que sabes qué es el desencanto y que eres capaz de entender que la realidad destruye sueños y tienes que saber arrostrarlo con una inteligencia que Don Quijote nunca tuvo, pues es un tipo totalmente intolerante a la frustración.

 

Hace unas semanas supimos que El Chapo  leía a Cervantes, ¿qué opinas?

Sea un delincuente, un dictador o un santo, una persona que no tiene previas lecturas y un previo conocimiento de la lengua dudo mucho que pueda disfrutar y pasar más allá del capítulo V. La Encuesta Nacional de Lectura que se hizo hace unos diez años demostró que en México se tiene tal veneración por el libro que te lleva a mentir y a decir que sí has leído. Al mexicano se le preguntaba ¿cuántos libros has leído en este año? y respondía que uno. La segunda pregunta era ¿qué libro es ese? Y la respuesta era el Quijote. ¿Qué se concluye de esta encuesta? ¿Cuántos libros ha leído el mexicano al año? Ninguno. Pero hay libros que la gente acostumbra regalar en Navidad que no lee. Es como el  fruitcake: decía Germán Dehesa que había un solo fruitcake que todo mundo se regalaba en Navidad y nunca nadie se lo comía, lo mismo es el Quijote, es como el fruitcake de la literatura: está muy bien regalar un Quijote, está muy bien recibir como regalo un libro, en especial si es el Quijote, pero eso no significa que lo vayas a leer, ni tampoco que al regalarlo lo hayas leído. Creo que al Chapo se lo dieron, y no vamos a pensar quién se lo recomendó porque sabemos quién fue.  

 

*FOTO: Novelista y cuentista con múltiples premios, Ignacio Padilla se define como un “contador de historias”/ Cristopher Rogel Blanquet.

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