Entre el Zurdo y el Tuerto

Jun 18 • Conexiones, destacamos, principales • 13310 Views • No hay comentarios en Entre el Zurdo y el Tuerto

POR VICENTE ALFONSO Y ANTONIO DÍAZ

 

Son los más buscados. Ambos autores de novela negra, cada uno con estilo propio. Uno norteño, otro asturiano pero con raíces bien fijas en la Ciudad de México. Ambos publicados en todos los países de lengua española y traducidos a muchas lenguas…

           

El de bigote poblado se llama Paco Ignacio Taibo II y es, probablemente, el escritor mexicano vivo traducido a más idiomas. (Sólo su libro sobre el Che Guevara ha sido traducido a 37 lenguas). Es autor de casi cincuenta libros, entre ellos una saga de diez novelas policiacas protagonizadas por el detective Héctor Belascoarán Shayne, un tuerto que investiga delitos por cuenta propia. Ha ganado tres veces el prestigioso Premio Internacional de Novela Negra Dashiell Hammett, además del Premio Internacional de Novela Planeta en México, el Bancarella en Italia y el 813 en Francia.

           

El otro, de camisa azul, se llama Élmer Mendoza y es autor de una saga no menos famosa protagonizada por otro detective: Édgar “el Zurdo” Mendieta; además ha escrito otras cinco novelas y un par de volúmenes de cuento. Nació en Culiacán, Sinaloa, muchos dicen que en la Colonia Popular, territorio que en su obra aparece como la Col Pop, e irrumpió en el panorama literario internacional con su primera novela, Un asesino solitario (Tusquets, 1999), que además de ser una ficción tremenda es un tour de force estilístico que recrea el habla de un matón a sueldo. Mendoza es miembro de la Academia Mexicana de la Lengua y profesor de Literatura Medieval y ha obtenido, entre otros, el Premio Nacional de Literatura José Fuentes Mares y Premio Internacional de Novela Tusquets. Es un asiduo bebedor de té verde.

           

El  encuentro sucede una tarde de junio en un restorán de Tepic, en vísperas del arranque del Primer Festival Internacional de Novela Negra “Huellas del Crimen”, organizado por la Secretaría de Cultura y el Instituto Nacional de Bellas Artes y el Centro de las Artes de San Luis Potosí.

 

Élmer Mendoza: Creo, tú me sacarás de la duda, creo que en México es la primera vez que tenemos el respaldo oficial para un Festival Internacional de Novela Negra.

 

Paco Ignacio Taibo II: Sí, antes hubo muchos encuentros en sitios como Querétaro, Xalapa, Tijuana… nos soportaban, ahora ya no les queda de otra. No es que les guste… creo que el género está lo bastante consolidado en México como para tenerle cierto respeto, no demasiado. Yo no sé qué era mejor, cuando no nos tenían respeto, o ahora. Hoy a nadie le rechazarían un libro en una editorial porque es una novela negra. Cuando yo empecé era un pinche handicap canijo. Me acuerdo de las primeras tres críticas que tuve en mi vida: una de ellas era del cuate que reseñaba libros en Excélsior y nomás leía las solapas que decía “¿cómo se atreve? ¡Éste es un género anglosajón!”

 

EM: Paco, ¡es que a ti te leíamos por eso! Porque todo el mundo te criticaba, y yo y muchos de mis amigos decíamos “a éste hay que leerlo”. Muchos te leíamos por eso, porque estabas en la ruptura, rompiendo una barrera. Incluso cuando ganaste el premio Juan Grijalbo con Héroes convocados era lo mismo: nos decíamos “hey, la irreverencia toma el poder”.

 

PIT II: Sí. Ahora ya no se atreverían a tanto como eso, aunque de repente te suceden cosas así: te sientas a firmar en una feria de libro y una escritora te dice “yo no leo novela negra, pero mi hijo sí”. ¿Pues entonces para qué vino usted? Hubiera venido su hijo… De repente te pasan cosas de ese tipo pero ya no pesan, la batalla la ganamos los escritores y los lectores.

 

EM: Sobre todo los lectores. Cuando yo tengo que poner en alto el nombre de Paco Ignacio Taibo II, que se defiende solo, siempre hablo de tus lectores. Los lectores son muy importantes: los críticos y los lectores de solapas podrán decir lo que sea, pero los lectores -yo entre ellos- seguíamos a Belascoarán Shayne, hasta Adiós Madrid, que es la novena entrega me parece… Yo sigo leyendo novela negra, que es mi pasión. Estoy leyendo a una autora inglesa que participará en el encuentro, se llama Mari Hannah.

 

PIT II: Yo recién leí un Dashiell Hamett que no había leído, maravilloso, por cierto. Anteayer lo terminé. Luego me pasé a un libro de Holland sobre la decadencia del imperio romano. Tengo empezada, a un lado de la cama, una novela corta que no había leído de Carpentier, El acoso, la estoy campechaneando. Suelo leer en las mismas líneas: historia, ciencia ficción, novela negra…

 

EM: Así leemos, ¿sabes? En esta circunstancia específica estoy leyendo esto, pero generalmente siempre estoy leyendo otra cosa que no es género negro y que pertenece a otros territorios narrativos o de la ciencia. Tomo uno, luego tomo el otro, y así.

 

PIT II: Hasta hace como cinco años yo leía disciplinadamente. Terminaba y empezaba. En los últimos cuatro cinco años abro muchas puertas, tengo tres o cuatro libros que voy leyendo en contemporáneo. Si me desespera alguno, lo boto y me sigo con los otros. Puede que quede uno ya por terminar, y entonces lo remato.

 

Recordamos, de pronto, una cita de otro novelista policial, Petros Márkaris, que se refiere a las condiciones de países como Grecia, Cuba y México: “somos habitantes de las periferias del mundo”, dice. Les preguntamos sin comparten esta perspectiva.

 

PIT II: ¿Que estamos en la perfieria? Creo que no, creo que la periferia está en Nueva York o en París o en Londres. Esta visión euro-gringo-imperial de que el centro del mundo está allá, tengo la sensación desde hace mucho tiempo, como lector, de que ese centro ya no existe. ¿Qué puede haber más periférico que los países nórdicos? Tengo una novela de un novelista islandés. Estoy a punto de hincarle el diente. ¿Qué puede haber más periférico que Islandia? Suecos, noruegos, daneses, finlandeses. Creo que la centralidad se ha desvanecido, al menos para mí como lector.

 

EM: Pero yo quitaría Londres, me parece que allá hay mucha irreverencia… De allá son los Rolling Stones, los Beatles. En el terreno de los escritores, creo que la convivencia es cada vez más frecuente, por ejemplo, de nosotros con los nórdicos. Una vez me tocó escuchar que ellos, algunos autores nórdicos, creían que éramos afortunados porque vivimos en países donde se cometen muchos delitos, en comparación con los delitos que se cometen en sus países.  Pero me parece que ya han  abandonado esa creencia, que estamos cruzados, que trabajamos un género serio, que exige creatividad, que exige ser muy contemporáneo porque hay muchos lectores.

 

PIT II: Quizá lo que sí existe es una centralidad de mercado. El mercado norteamericano, básicamente, impone la idea de bestseller e impone un tipo de literatura bastante fácil, funcionalista, en la cual el peso básico está en la anécdota. Hay malos constructores de atmósferas y eso explica su decadencia: en los últimos diez años muy poco material interesante se está produciendo en los Estados Unidos. El bestseller se comió el pastel y mató lo que tú llamaste la creatividad literaria.

 

Las novelas de Carlo Lucarelli, uno de los mejores novelistas policiacos italianos, no se publican en México, y mientras tenemos doscientos bestellers chafas gringos publicados todos los años. En cuanto a la novela negra en México, gozamos de buena salud.

 

Hablemos de un zurdo y de un tuerto…¿Cuáles son las diferencias entre ellos?

 

PIT II: ¿Belascoarán era zurdo? (ríe).

 

EM: No, ¡Mendieta es tuerto! (ríe también).

 

PIT II: Belascoarán es chilango, esa es una diferencia importante.

 

EM: Claro, y yo creo que es otra época. Belascoarán es maestro del “Zurdo” Mendieta. Maestro en la ironía, pero también en la tristeza. La soledad de Belascoarán es una soledad… recuerdo cuando leíamos Días de combate, cuando leíamos No habrá final feliz, decíamos ¡no! ¿qué va a pasar?

 

PIT II: De acuerdo. Es el único personaje literario que conozco que todas las veces que se cita con alguien para casarse, ella no llega.

 

EM: Sí, el Zurdo Mendieta viene de allí, viene de esa matriz que tiene qué ver con Belascoarán, con una agudeza, esa forma de meterse en la realidad mexicana. Por cierto, ya te he mandado el saludo que quedé (En Besar al detective, la más reciente novela de Mendoza, Héctor Belascoarán Shayne aparece como personaje, y es descrito como “no muy alto, no muy grueso y tuerto, de mirada profunda con algo de canalla”).

 

PIT II: Sí, vi que Belascoarán es personaje en tu más reciente libro. Ahora tengo pendiente meter al Zurdo Mendieta como personaje en una novela.

 

Los dos tienen, además, agendas saturadas. Son promotores de la lectura; Paco es activista político y coordina la Brigada Para Leer en Libertad y Élmer hace mucho servicio social. ¿Cómo lo compaginan con su escritura?

 

PIT II: La agenda te quita horas que podrías usar escribiendo, pero no conozco a nadie que pueda escribir veinte horas… aunque yo escribo catorce, fácil, muchos días al mes. Es la vida, hombre. Un escritor no sólo se nutre de las horas nalga que aplica a su oficio, se nutre de estar en la calle con la gente, discutiendo, organizando, defendiendo, practicando su convicción de ciudadano. En el mundo del libro profesional tienes que asumir que una parte de tu trabajo es promoción, presentaciones, debates… Es parte de tu chamba, porque los libros nacen con muy poco punch desde el punto de vista del conocimiento de los lectores. Tarda que el libro llegue al primer núcleo de público que lo lee, lo recomienda y empiece a crearse el boom. En un mundo dominado por la televisión, rara vez tenemos aplausos de arranque. Rara, muy rara vez. No hay noticia de que existe el nuevo libro, entonces tienes que hacer un trabajo de promoción, es parte del oficio. Y bueno, lo asumes y lo haces. Además es un trabajo que tiene la virtud de que te da una relación con los lectores más nítida, más de ir oyendo, platicando, pulsando cómo llega tu libro. Por otro lado yo hago trabajo político y sigo haciéndolo en huelgas, en campamentos de lucha social y regalando libros porque forma parte de mi condición de ciudadano. No renunciaría a nada de eso para poder escribir más, aunque a veces siento que en un mes me faltaron tres o cuatro días para poder trabajar, y me gustaría tenerlos.

 

EM: Yo coordino un programa que se llama La Letra Escarlata. No es tan amplio como el tuyo, que es ya un programa muy importante. Nosotros trabajamos con ciudadanos de situaciones extremas: con drogadictos, presos, sobre todo con mujeres presas, mujeres rehabilitándose. Son una especie de talleres de lectura y escritura. Nunca siento, salvo a fin de mes, como tú dices, que falta el tiempo. Tampoco me arrepiento. Es muy fácil decir que los escritores somos agentes del cambio que pueden contribuir a que las personas reflexionen sobre otras cosas, pero cuando lo hacemos es muy distinto. Yo no hago trabajo político, lo que yo hago es trabajo social. Yo lo veo así. Como un trabajo social necesario, conseguir que la gente adquiera esperanza, que cuando salgan de esa circunstancia no vuelvan a caer. Hemos salvado a algunos. Los que salvamos nos ayudan y se presentan a veces para ayudar. Pero también la high society necesita orientación, hay que educarlos. También son mexicanos.

 

PIT II: Bueno, mucho de eso lo puedes hacer tú (se ríe)… yo no mantengo contacto, francamente. Estoy en  contacto con el movimiento de manera casi permanente. Sólo en este viaje tengo una mesa redonda a las siete de la tarde, una lectura a las ocho, mañana a las diez de la mañana un taller con policías lectores, a las once una reunión con los huelguistas del sindicato de empleados, a las doce con los compañeros de Morena de Nayarit. ¿A qué pinche hora voy a visitar a la high society, colega?

 

EM: Lo que te puedo decir es que allí tienes lectores. Tienes lectores de la saga, y de Villa (se refiere a Pancho Villa, una biografía narrativa, publicada por Taibo II en 2006 que ha tenido muchísimo éxito  entre los lectores).

 

PIT: ¿En la high hay lectores de Villa? Eso es todavía más raro…

 

EM: Sí, es muy bueno que no se asusten. Simplemente eres un autor mexicano que tiene una obra importante que hay que leer y eso a mí me gusta.

 

PIT II: Sí, también es verdad que entre una parte de la oligarquía, la menor, yo diría, hay una masa liberal, incluso juarista al lado de un chingo de mochos reaccionarios, chupacirios y priistas transas, pero hay un sector liberal en el mundo que son los que leen y que quieren saber cómo va la cosa…  Los lectores piden cosas, y esta presión es muy demandante a veces… llegan y dicen “Paco, tienes que hacer una novela sobre los asesinatos en…”  A ver, lo voy a explicar de otra forma: una de las condiciones fundamentales de la literatura es la libertad, tienes que trabajar con libertad, si no estás trabajando con consigna, obligado, bajo presión económica, y todas esas cosas estropean los libros. Preservar la libertad es muy importante. Cuando mi agente en Estados Unidos me dijo “tienes que escribir una novela igual a esta porque funcionó muy bien” regresé a mi casa y escribí una novela lo más diferente posible a esa porque si no, te suicidas. Cuando haces literatura de saga tienes un peligro: te acordonas en la saga, sacas ocho o diez recetas que sabes cómo funcionan y ya sólo necesitas variaciones de anécdotas. Pero las buenas sagas piden algo más: piden evolución, desarrollo de los personajes, cambio de la atmósfera donde se están moviendo, y entonces eso te impide que te encasilles escribiendo la misma pinche novela todo el rato.

 

EM: Esa es la clave, la evolución. Y eso hay que concebirlo desde que empiezas a trabajar una novela nueva. Tienes que decirte “estoy obligado a evolucionar”, creo que al final, y sin tener muy claro cómo ocurre, la clave es no repetirse.

 

*ILUSTRACIÓN: David Peón.

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