Feminicidios, misoginia y barbarie

Ago 6 • Escenarios, Miradas • 3187 Views • No hay comentarios en Feminicidios, misoginia y barbarie

POR JUAN HERNÁNDEZ

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La obra ¿Qué tan altos son los edificios de Nueva York?, de Óscar Garduño, dirigida por Diego Álvarez Robledo, con la Compañía Aztikeria Teatro, señala temas sensibles como los feminicidios, la misoginia, la violencia de género y doméstica, la corrupción del sistema de justicia, la narco cultura (con sus corridos que hacen sendos homenajes a los capos de las drogas), la música de banda que promueve el odio en contra de las féminas, la explotación de las trabajadoras en las maquiladoras y las violaciones sexuales a migrantes centroamericanas en su paso por México, cuando buscan llegar a Estados Unidos.

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El texto de Garduño es fuerte, directo, sin cortapisas. El lenguaje utilizado desnuda el machismo de una sociedad que ve en las mujeres a seres inferiores, a las que asesina, explota, discrimina y veja de manera despiadada. La justicia mexicana, de acuerdo con la visión de Garduño, no sólo es cómplice, por omisión, de los crímenes que se cometen en contra de niñas, adolescentes y mujeres adultas, también es el espacio en donde las víctimas vuelven a ser atropelladas.

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Vituperios como: “perra”, “zorra” o “putita” salen de las bocas de varones, mayormente, cargados de odio y desprecio; pero también de las mujeres, revelando la misoginia internalizada, convertida en violencia contra las de su género.

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En ese sentido, el texto dramático de Garduño no deja títere con cabeza, porque su objetivo es poner en evidencia la cultura machista y misógina, así como la corrupción y la impunidad. El desierto como ecosistema no es más que una creación figurada en escena de la terrible indefensión en la que se encuentran las mujeres frente a los varones en una sociedad sin alma.

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Pero lo que hace aún más poderosa la propuesta del dramaturgo es que evita el sentido maniqueo que pudiera tomar el tratamiento del tema. No hay en su apuesta espacio para el melodrama o la denuncia a manera de nota roja. Garduño busca crear una poética que potencie en escena asuntos de la vida cotidiana; es en la ficción y la creación artística en donde el universo de lo inhumano se agiganta y asusta, provocando incomodidad entre los espectadores, a quienes no les queda de otra que cuestionar sus propios prejuicios —por muy ocultos que se encuentren— en relación con aspectos de género, violencia y corrupción.

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Sin posibilidad de ocultarse no queda otra que enfrentar los vicios sociales, cada vez con menos sentido de la compasión y valoración de la vida humana. Quizá por eso el dramaturgo renuncia a crear personajes específicos, con una historia “personal”, y se basa en arquetipos: el padre, el esposo, la madre, la hija, la trabajadora, el patrón, el pollero, la niña, la prostituta, el policía, el juez municipal, el sicario. Todos producto de una cultura de violencia in crescendo que se vuelve dramáticamente trágica.

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¿Qué tan altos son los edificios de Nueva York? cuenta con la complicidad del director Diego Álvarez Robledo, quien entiende a la perfección la propuesta del dramaturgo y construye en escena una eficaz metáfora de lo que podría estar ocurriendo en el mundo, en nuestro territorio, en la parte al sur del Río Bravo, con seres indefensos que buscan alcanzar el llamado, todavía, “sueño americano”.

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Álvarez Robledo dirige a Pilar Couto, Américo del Río, Leticia Pedrajo, Estela Rivera, Javier Sánchez y Medín Villatoro, quienes interpretan a más de un personaje. Los actores trasmutan de una piel a otra sin problema, poniendo en marcha el funcionamiento de la maquinaria escénica, con un ritmo avasallador, que conmueve y provoca dolorosas reflexiones respecto a lo que ocurre a diario no tan lejos de nosotros y, a veces, demasiado cerca, en el entorno propio, en el doméstico en la más profunda intimidad del ser.

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La puesta en escena además de proponer un desdoblamiento continuo de los actores para interpretar a distintos personajes, da saltos en el tiempo y espaciales, provocando más una evocación que la narración lineal de la historia; y deja abiertas las puertas para que el espectador termine en su cabeza las imágenes terriblemente violentas, las cuales provocan risas nerviosa.

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El escenario en penumbra es parte de una atmósfera cerrada, seca, en donde el humano es víctima de otro de su misma especie, en donde el más débil y vulnerable se encuentra indefenso: mujeres que cruzan la frontera sureña de México sólo para darse cuenta que el infierno se vive en español, con acento cantado, con música de banda, como el de los sicarios que se burlan de la vida humana antes de jalar el gatillo detrás de la cabeza de una joven mujer, para luego dejarla tirada apenas cubierta por la tierra seca del desierto.

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Escenas que la puesta en escena ofrece al espectador para no olvidar que esta realidad es latente y que todos, en la indiferencia, formamos parte de ella, ya sea como victimarios o víctimas.

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¿Qué tan altos son los edificios de Nueva York? es una puesta en escena eficaz, que consigue sobresaltar el ánimo e invita a la reflexión profunda, no sólo en relación con las mujeres que han muerto a manos de los sicarios o polleros en su paso por México rumbo a Estados Unidos, también respecto a las que pierden la vida a manos de esposos, novios, hermanos, padres, madres, patrones, jueces, agentes policiales y, sobre todo, señala la célula del machismo que habita el alma, incluso, de quienes se creen libres de ella, desnudando uno de los aspectos más oscuros de la condición humana.

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FOTO: ¿Qué tan altos son los edificios de Nueva York?, de Óscar Garduño, dirigida por Diego Álvarez Robledo, con la Compañía Aztikería Teatro, las actuaciones de Pilar Couto, Américo del Río (creador escénico 2015 del Fonca), Leticia Pedrajo, Estela Rivera, Javier Sánchez y Medín Villatoro, con videoarte de Miriam Romero, escenografía e iluminación de Diego Álvarez y la asistencia de dirección de Melanie Borgez, se escenifica en el Teatro Benito Juárez, martes y miércoles a las 20:30, hasta el 14 de septiembre./ Cortesía Sistema de Teatros de la Ciudad de México.

 

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