Antropófagos brasileños

Ago 6 • destacamos, Miradas, principales, Visiones • 8223 Views • No hay comentarios en Antropófagos brasileños

POR ANTONIO ESPINOZA

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Una de las obras más publicitadas de la exposición se llama: La muñeca (óleo sobre tela, 1928), cuya autora es Tarsila do Amaral, la antropófaga mayor del arte brasileño. El cuadro es una delicia y revela cómo la pintora asimiló la lección cubista durante su aventura parisina en los años veinte. Otra obra, no tan publicitada, es el Retrato de Oswald de Andrade (óleo sobre tela, 1925), en el que aparece el célebre poeta y novelista, autor del Manifiesto Antropófago (1928), documento fundamental del arte moderno brasileño. La autora del cuadro es otra antropófaga brasileña, Anita Malfatti, quien revela ahí su asimilación de la lección fauvista-expresionista durante su aventura berlinesa también en los años veinte. Tanto Tarsila do Amaral como Anita Malfatti estudiaron en Europa, hicieron suyas las vanguardias en boga y regresaron a su país para protagonizar con otros artistas y con De Andrade, uno de los capítulos más intensos del arte moderno.

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Los cuadros mencionados forman parte de la exposición: Antropofagia y modernidad. Arte brasileño en la Colección Fadel (1908-1979), que se presenta actualmente en el Museo Nacional de Arte (Tacuba 8. Centro Histórico). Se trata de una muestra organizada por el Museo de Arte Latinoamericano de Buenos Aires (MALBA) con una amplia selección de obras de la Colección Hecilda y Sergio Fadel, una de las más prestigiadas de arte brasileño del siglo XX. Bajo la curaduría de Victoria Giraudo, coordinadora ejecutiva de curaduría del MALBA, la muestra está conformada por 159 obras de numerosos autores brasileños, exponentes de los diferentes movimientos que dieron forma a la modernidad artística y a la contemporaneidad en el país sudamericano. Con una multitudinaria inauguración que tuvo lugar el 16 de junio, la muestra antropofágica destaca la relevancia del arte brasileño en el siglo pasado y sus aportaciones en la creación de los discursos modernos y contemporáneos.

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Antropofagia

El mismo año en que pintó La muñeca, Tarsila do Amaral pintó el óleo Abaporu, como un regalo de cumpleaños para su esposo, Oswald de Andrade, quien se inspiró en el cuadro para escribir su célebre Manifiesto Antropófago (1928). El nombre del cuadro es de origen tupí-guaraní y significa “hombre que come hombre” (antropófago, caníbal). En esta pintura podemos ver una enorme figura masculina, que ocupa gran parte de la composición, sentada en el césped, con una mano y un pie descomunales que se apoyan en el suelo. Su pequeña cabeza es sostenida por el otro brazo, igualmente pequeño, que reposa en la enorme rodilla. Acompañan a la figura un cactus y un sol con forma de naranja (los colores predominantes en la obra son el amarillo, el azul y el verde, los mismos de la bandera brasileña). Para Oswald de Andrade, este enorme ser desnudo y deforme era un antropófago, un caníbal de las tierras ancestrales dispuesto a “comerse” al invasor europeo, tomando de éste lo que pudiera nutrir y desechando lo que le pudiera perjudicar.

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Metafóricamente, los modernistas brasileños se apropiaron de la imagen del antropófago para la construcción de su identidad cultural y de su lucha por liberarse de la dependencia cultural de Europa. En una década de gran efervescencia cultural en Brasil, que inició con la Semana de Arte Moderno en Sao Paulo, el Manifiesto Antropófago de Oswald de Andrade se convirtió en el texto que dio sentido al arte moderno brasileño. De Andrade definió a la antropofagia como la: “Única ley del mundo. Expresión enmascarada de todos los individualismos, de todos los colectivismos. De todas las religiones. De todos los tratados de paz […] Absorción del enemigo sacro. Para transformarlo en tótem” (www.malba.org.ar). El movimiento antropofágico buscaba manipular valores interculturales, apropiarse de lo extranjero, “devorar” el discurso extraño y “digerirlo” en el proceso de creación, con la idea de conciliar lo propio y lo ajeno en una síntesis dialéctica que derivara en el mestizaje cultural. En otro cuadro, Antropofagia (óleo sobre tela, 1929), Tarsila do Amaral celebró el triunfo de este acto artístico canibalesco.

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De lo moderno a lo contemporáneo

Antropofagia y modernidad está articulada de manera cronológica en tres módulos, que a su vez se subdividen en diferentes temas. La exposición nos permite visualizar las constantes búsquedas de identidad estética que a lo largo de varias décadas dieron forma al modernismo artístico brasileño y a las primeras expresiones contemporáneas. Fue un proceso que tuvo momentos de gran intensidad como los debates sobre la modernidad en los años veinte con eventos tan relevantes como la Semana de Arte Moderno (1922) y la publicación de los manifiestos de Oswald de Andrade, tanto el Antropófago de 1928 como el Pau-Brasil de 1924; la confrontación a mitad de siglo entre un arte figurativo nacionalista y un arte abstracto más internacional (el arte concreto); y finalmente la aparición del arte neoconcreto, que significó la ruptura con el arte moderno y que en sus búsquedas conceptuales y formales, marcó el inicio del arte contemporáneo brasileño a principios de los años sesenta.

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Del discurso voraz antropofágico a las primeras expresiones contemporáneas, de maestros modernos como Tarsila do Amaral, Emiliano di Cavalcanti, Anita Malfatti, Cándido Portinari, Vicente do Rego Monteiro y Lasar Segall, a maestros contemporáneos como Lygia Clark, Hélio Oiticica y Lygia Pape, la exposición resulta fascinante. Aún más por la inclusión de tres obras de Rubem Valentim (1922-1991), el maestro de Salvador Bahía, cuya obra se caracteriza por su “sentido de brasilidad”, según la doctora María Helena Leal Lucas. De acuerdo con la estudiosa brasileña afincada en México, Valentim se apropió de los signos y los símbolos del candomblé, hizo de su proceso creativo un rito y rescató la memoria histórica, cultural y religiosa como fuente de la identidad nacional, dotando a su obra de su “sentido de brasilidad”. Sobre este punto, Leal Lucas establece las analogías y las diferencias entre Valentim y algunos maestros antropófagos (Rubem Valentim y el sentido de brasilidad en su obra, tesis para obtener el grado de doctora en Historia del Arte, México, UNAM, Facultad de Filosofía y Letras, 2001). Bueno sería que los visitantes a la muestra del Munal leyeran esta tesis.

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FOTO: Cándido Portinari, “Futebol”, óleo sobre tela, 1935./ Cortesía: Museo Nacional de Arte

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