La escena cervantina

Oct 29 • Escenarios, Miradas • 4442 Views • No hay comentarios en La escena cervantina

POR JUAN HERNÁNDEZ

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El 44 Festival Internacional Cervantino, realizado en Guanajuato del 2 al 23 de octubre, concluyó sin grandes sorpresas. Ni la conmemoración del cuarto centenario de la muerte de Miguel de Cervantes Saavedra, autor de Don Quijote de la Mancha y Tragedia de Numancia, propició una edición excepcional del encuentro de artes más importante de México y todavía considerado uno de los más relevantes de Iberoamérica.

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En estas páginas reseñamos ya la función ofrecida por la Compañía Nacional de Danza de España (Confabulario 176), en la que analizamos las obras presentadas por la agrupación ibérica, alguna vez capitaneada por el notable coreógrafo y bailarín Nacho Duato —actual director del Staatsballet de Berlín—.

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El encuentro cervantino también programó la obra As four step, con la compañía Tijimur Dance Theatre de Taiwán, bajo la dirección artística de Madiljim Ljuzem y las interpretaciones de Chu-Yuan Hsu, ChinpHao Yang, Tjucenglav Terudj y Tapurakac Ljaucu, en el Teatro Cervantes.

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Se trató de una pieza coreográfica de pequeño formato, de atmósfera íntima, cuyo objetivo principal fue la recreación mística de la danza ritual taiwanesa y, para ser más preciso, de la antigua tribu paiwan, cuyos integrantes se consideran “los hijos del sol”.

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Lejos de la estilización de la danza occidental, la compañía de Taiwán desarrolló líneas simbólicas en relación con el carácter primigenio del arte del movimiento como medio expresivo de lo humano y de la sacralización de la naturaleza.

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En ese sentido As four step tiene la estructura de una ceremonia ritual en la que se figura en escena la creación del cosmos, tal y como lo conciben, de acuerdo con la leyenda, los miembros de la tribu paiwan, localizada en el sur de Taiwán, actualmente integrada por alrededor de 80 mil habitantes, quienes viven al margen de los valores de la cultura globalizante.

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Los bailarines de la Tijimur Dance Theatre llevan el torso desnudo, la cadera cubierta por una especie de falda blanca y el rostro pintado por una línea blanca a la altura de la nariz y sobre la curvatura de las cejas. La intérprete femenina trae el rostro maquillado de blanco, el cabello levantado, y su vestuario es como el de una princesa de las culturas ancestrales, blusa larga y pantalón blancos.

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La fuerza muscular se concentra en la cadera, las piernas y los pies de los bailarines, quienes con su golpeteo repetitivo sobre el piso parecen acariciar la corteza terrestre, en un acto devocional y de culto. El trazo escénico de la obra va del círculo a los cuatro puntos cardinales, en una especie de reverencia al cosmos.

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Por otra parte, se presentó el Ballet Nacional de Holanda, dirigido por Ted Brandsen, con las obras Vier letzte lieder, coreografía de Rudi Van Dantzing, estrenada en 1977; Two gold variations (1999) y Variations for two couples (2012), del coreógrafo Hans van Manen.

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Cierto es que las piezas de Hans van Manen dan cuenta de lo que se conoce como la “escuela holandesa de ballet” —cuyo máximo exponente es Jiri Kylian—, la cual tuvo una gran influencia en el arte coreográfico mundial en las últimas dos décadas del siglo XX, pero no deja de llamar la atención que el Ballet Nacional de Holanda haya recurrido al reciclaje y no a creaciones recientes, que den cuenta de la búsqueda artística actual de la compañía.

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Se agradece, sin embargo, la exquisita interpretación de los bailarines, de proporciones clásicas; capaces de adaptarse a distintas exigencias de movimiento: tanto de la “escuela holandesa de ballet”, como del estilo neoclásico con toques de danza moderna en la Tarantella (1964), del coreógrafo ruso George Balanchine, y de ahí pasar a los personajes del ballet decimonónico Don Quijote, de Marius Petipa y Alesander Gorsky.

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Por el lado del teatro, asistimos a la función de la Volksbühne am Rosa-Luxemburg-Platz, una compañía de gran tradición, la cual presentó Tessa Blomstedt gibt nicht auf (Tessa Blomstedt no se rinde), una obra arriesgada porque subvierte la escena convencional, tanto en el plano narrativo como en el uso de distintos lenguajes y recursos tecnológicos.

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Se trata de una obra de carácter experimental, que combina de manera peculiar lo que conocemos como la “alta cultura” con la “cultura popular o de masas”; fórmula que pone a prueba con resultado eficaz en la escena. Se trata de una muestra del teatro contemporáneo occidental, cuya estructura plantea, de manera alegórica, el estado del mundo y del alma humana: caótica y de difícil aprehensión. Metáfora de una humanidad confundida, presa del pesimismo como signo de los tiempos y, al mismo tiempo, poseedora de una voluntad inquebrantable para aferrarse a la existencia.

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La obra no cuenta una historia a la manera tradicional, son más bien escenas dislocadas, en las se habla, se canta, se baila, se interpreta música clásica en vivo o se reproduce el sonido de canciones populares, por todos conocidas; elementos entretejidos por un sentido del humor fino, doloroso y terrible, que puede incomodar pero nunca dejar indiferente al espectador.

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FOTO:  Tijimur Dance Teatre de Taiwan, dirigida por Madiljim Ljuzem, presentó As four step, en el Teatro Cervantes, 14 y 15 de octubre; en tanto que el Ballet Nacional de Holanda, con la dirección artística de Ted Brandsen, ofreció función en el Auditorio del Estado de Guanajuato, el 21 de octubre; y Tessa Blomstedt no se rinde, con la compañía alemana Volksbühne am Rosa-Luxemburg-Platz, dirigida por Christoph Marthaler, se presentó el 21 y 22 de octubre, en el Teatro Principal, en el marco del 44 Festival Internacional Cervantino. / Alejandero Acosta. EL UNIVERSAL

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