El Cascanueces: ballet clásico navideño

Dic 23 • destacamos, Escenarios, Miradas, principales • 9439 Views • No hay comentarios en El Cascanueces: ballet clásico navideño

 POR JUAN HERNÁNDEZ

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El público lo espera con ansia. Se trata de un ballet que se ha saltado el cerco de la llamada “alta cultura”, para insertarse como una costumbre popular en todo el mundo. Sí, se trata de El cascanueces, de Chaikovski, espectáculo producido por las más importantes compañías de occidente, como parte de los eventos de las festividades decembrinas.

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México no es la excepción. En el país se llevan a cabo representaciones profesionales, estudiantiles y amateurs de dicho ballet. En la capital del país, la Compañía Nacional de Danza (CND) del INBA tiene la producción más espectacular de esta pieza y la presenta en el Auditorio Nacional, un escenario que a lo largo del año está prácticamente dedicado a conciertos masivos de artistas populares.

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El Cascanueces, con su historia fantástica de ratones y soldados, que cobran vida para escenificar la batalla simbólica entre el bien y el mal —ganando el bien, como debe ser en todo cuento de hadas—, y el viaje onírico de la pequeña “Clara” por el reino de los dulces, en donde es recibida por “El Hada de Azúcar”, para ser deleitada con danzas de distintas regiones del mundo, se ha convertido en una entrada almibarada a la época navideña.

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Múltiples son los factores que han hecho perdurar a este ballet, entre ellos está la música de Chaikovski, quien también es el creador de El lago de los cisnes y La bella durmiente, todos ellos espectáculos de danza con una gran aceptación popular.

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En México, la CND, actualmente dirigida por Mario Galizzi, explota al máximo el estilo fantástico de El cascanueces y lo presenta en un escenario de grandes dimensiones, con un aparato escenográfico visualmente atractivo, debido a la explosión colorida de sus telones que, a través de la perspectiva, dan profundidad a paisajes dibujados en superficies planas.

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La parafernalia de este montaje se vale de los avances tecnológicos que permiten crear la magia escénica: se da vida a objetos, en principio, inanimados, como los dos soldados gigantes que forman parte del telón de la boca escena, y se convierte en personajes al Árbol de Navidad y el sofá de cuadros rojos con verde, que se agigantan cuando “Clara” —la niña curiosa que se escabulle en medio de la noche para ir en busca del muñeco que le ha regalado su padrino en la celebración de la Nochebuena—, entra al mundo de lo fantástico.

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En esa dimensión imaginaria, el muñeco (Cascanueces) de “Clara”, se convierte en un príncipe, quien toma de la mano a la pequeña para llevarla por un viaje por un mundo ilusorio, habitado por hadas de azúcar, flores que bailan y muñecos que cobran vida para desarrollar sus acrobáticas interpretaciones de ballet.

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El cascanueces es la obra más popular del repertorio tradicional del ballet, la cual fue estrenada en el Teatro Mariinski de San Petersburgo, el 18 de diciembre de 1892, con coreografía de Marius Petipa y Lev Ivanov, libreto de Petipa e Ivan Vsevolozhsky, basado en la adaptación que hizo Alejandro Dumas del cuento “El cascanueces y el rey de los ratones”, de Ernst Theodor Amadeus Hoffmann.

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La espectacularidad de la producción de la CND se completa con la interpretación de la música en vivo de la Orquesta del Teatro de Bellas Artes, en esta ocasión bajo la batuta de Srba Dinic. Debe resaltarse la gran complejidad que implica adaptar el tiempo de la música orquestal al de la interpretación de los diferentes elencos que participan en la temporada.

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Se trata de hacer de una conjunción de elementos técnicos de alta dificultad una manifestación que fluya de manera fácil y sencilla, tanto en el plano de la danza, en el de la música y en el de la construcción visual; y lograr que todos los recursos utilizados formen parte de un solo lenguaje, a favor de la eficacia escénica.

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No cabe duda que la producción que de El cascanueces hace la Compañía Nacional de Danza del INBA logra su cometido: ofrecer un espectáculo digerible para disfrutar tanto de la música como de la danza, así como de la parafernalia plástica y lumínica, cuyo elemento rector es la dimensión mágica que envuelve la celebración de la Natividad.

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Este ballet también se ha convertido en una oportunidad para que los niños y las niñas de la Escuela Nacional de Danza Clásica y Contemporánea del INBA tengan una de sus primeras experiencias en una producción profesional, participando de manera protagónica en los dos actos de la pieza: como los hijos de los nobles que se reúnen en el salón de una residencia aristócrata, e interpretando los batallones de ratones y soldados.

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Con este espectáculo cierra el año la Compañía Nacional de Danza, que en esta temporada parece haber resuelto algunos problemas de operación, y se presenta como una agrupación con un nivel técnico decoroso.

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FOTO: El cascanueces, ballet en dos actos de Chaikovsky, coreografía original de Marius Petipa y Lev Ivanov, con la Compañía Nacional de Danza, dirigida por Mario Galizzi, la interpretación musical de la Orquesta del Teatro de Bellas Artes y la participación de niños de la Escuela Nacional de Danza Clásica y Contemporánea, presentó su temporada anual en el Auditorio Nacional, del 16 al 23 de diciembre./Cortesía INBA

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