OFCM: prometedor inicio de año

Ene 28 • Miradas, Música • 3135 Views • No hay comentarios en OFCM: prometedor inicio de año

POR IVÁN MARTÍNEZ 

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La segunda temporada del violinista y director Scott Yoo como titular de la Orquesta Filarmónica de la Ciudad de México dio inicio el pasado fin de semana y lo hizo fuera de su sede habitual, el Centro Cultural Ollin Yoliztly, cuya Sala Silvestre Revueltas está actualmente en trabajos de acondicionamiento que sólo serán estéticos y exteriores, por lo que durante el primer semestre del año la agrupación estará de gira por distintos escenarios de la ciudad.

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Principalmente lo hará, como sucedió este sábado 21, en la Sala Telefónica del Centro Cultural Roberto Cantoral, un escenario ciertamente pequeño para acoger a la gran orquesta capitalina y que por ello, la programación anunciada ahí está centrada en repertorios que no requieren mayor instrumental: de Bach y Vivaldi con el mismo Yoo como solista a sinfonías de Beethoven, Mozart y Schubert.

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El inicio de esta temporada viene acompañado de dos anuncios a celebrar: el inicio de un ciclo camerístico previo a algunos de los conciertos sinfónicos con miembros de la orquesta (y el mismo Yoo como instrumentista) que viene a llenar el vacío de una temporada constante de música de cámara de altos vuelos que sólo había en la ciudad gracias a festivales, y una cartelera programada hasta diciembre, algo que puede parecer cosmético pero que implica claridad en lo administrativo, menos improvisación, precisamente algo de lo que venía adoleciendo esta agrupación, así como certeza para el público y, no lo dudo, cierta idea para encaminar a la orquesta al sonido que su nuevo director esté buscando de ella.

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Ya el resultado de los preconciertos y los conciertos y la crítica a lo programado (como la ausencia de música mexicana de autores vivos, otrora vocación de la orquesta), es otra cosa.

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El primer programa y pre-programa tuvo como protagonistas a la pianista ruso-americana Anna Polonsky y al propio Scott Yoo como violista y director. Junto a los violinistas Serguei Gorbenko y Beata Kukawska y el violonchelista César Martínez-Bourguet ofrecieron primero el Quinteto para piano en sol menor, op. 57, de Dimitri Shostakovich.

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Excepcional el cuarteto de cuerda, la ejecución de Polonsky no dejó mayor huella. Con limpieza en su ejecución, su sonido fue tímido, sobre todo en la esencial introducción; logró poco musicalmente tras ella. A su preludio faltó solemnidad y el sonido incesante necesario. Incluso en su comunicación musical y visual con el resto del grupo fue retraída.

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El quinteto fue siempre lidereado por la naturalidad de primer violín de la que goza Gorbernko, con mucho protagonismo de la viola de Yoo; mientras que Kukawska y Martínez-Bourguet ofrecieron el soporte urgente, colorístico y armónico, que requiere la obra.

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Sobresaliente el nivel logrado en cuanto a la concepción de sonido como cuarteto, notables fueron en el Lento la línea inicial del violonchelo y su comunicación consecuente con la viola, la claridad constante del dueto de violines en el Adagio, el rabioso carácter impregnado al Scherzo, y ciertas tensiones creadas en el Intermezzo así como la consumación estilística y condensada en el Allegretto final.

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Ya dentro de la sala, en el concierto formal, el programa inició con el Angelus de Miguel Bernal Jiménez, que tuvo una lectura atenta de Yoo y un buen solo de corno inglés en la oboísta Francisca Ettlin. No se trata de la obra más destacada de su compositor, pero lució con suficiente pulcritud para contemplarla en su justa medida.

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Polonsky, nacida en Rusia y emigrada a los Estados Unidos desde sus años de estudiante, ha cosechado su carrera como solista con orquestas pequeñas y como músico de cámara; es regular verla programada en el circuito de la Chamber Music Society of Lincoln Center y el foro Bargemusic, de Brooklyn.

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Lo mismo sucede con Scott Yoo, quien a la par de la carrera que ha fomentado como director, mantiene la de cuerdista frecuente en festivales y ciclos de música de cámara; mientras con él se entiende esa aproximación al hacer sonar a la orquesta en sentido armónico, colorístico, de texturas, de comunicación, etcétera; con ella se mantiene sólo en la concepción de su sonido: la aproximación sonora que se le escuchó al tocar el Tercer Concierto para piano en do menor, op. 37 de Beethoven fue también tímido, demasiado íntimo por decirlo sutilmente.

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El Concierto se escuchó débil no sólo en la solidez de su toque, sino en la articulación y pronunciación de su propia parte. No pocos pasajes en los movimientos externos sonaron barridos y el Largo intermedio se pudo haber ofrecido con mayor poesía.

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La segunda parte fue dedicada a la Séptima Sinfonía, en La Mayor, op. 92, también de Beethoven. Sus tempi pudieron parecer un poco veloces, lo que se sintió más en el Allegretto, pero nunca apresurados, y aunque se nota que la búsqueda no es la exuberancia, la energía dio suficiente para lograrla con eficacia sonora y rítmica. Buen comienzo que augura una buena temporada para esta, muchas veces, relegada orquesta.

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FOTO: Durante la primera presentación de la Orquesta Filarmónica de la Ciudad de México, su director Scott Yoo participó como solista en sinfomnías de Beethoven, Mozart y Schubert.

Crédito de foto: Cortesía OFCM

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