Azul pintado de azul

Dic 2 • Miradas, Visiones • 8381 Views • No hay comentarios en Azul pintado de azul

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La muestra que se presenta hasta el 14 de enero del próximo año en el MUAC permite conocer la propuesta plástica de Yves Klein, rebelde y agitador que hizo de la realidad inmaterial su discurso

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POR ANTONIO ESPINOZA

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Ocurrió el 27 de abril de 1958 y fue una de sus acciones más audaces y provocadoras. Yves Klein (1928-1962) presentó en la Galería Iris Clert de París su famosa exposición: Le vide (El vacío). Concebida como una exposición de “pintura inmaterial”, el artista francés se enfrentó al espacio físico de la galería, lo desnudó y lo pintó de blanco. El público asistió a una galería completamente vacía, mientras un miembro de la Guardia Republicana custodiaba la entrada. La respuesta a este evento artístico fue multitudinaria: unas tres mil personas acudieron a una exposición de paredes vacías. Dos años después, el 25 de octubre de 1960, otro artista francés, Arman, respondió a Klein con la exposición Le plein (El lleno), retacando la misma galería parisina con montones de trastos viejos, a tal grado que no se podía ingresar al lugar. El propósito de Klein y Arman era trascender la noción de objeto artístico, reducir el arte a una simple acción y privilegiar el acto creador sobre la propia creación.

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Yves Klein y Arman fueron, sin duda, dos de los autores más revolucionarios del siglo XX, de los que rompieron con la idea tradicional del arte y abrieron el camino para la reinvención del concepto mismo del arte. Ambos pertenecieron al Nuevo Realismo, un movimiento artístico orquestado por el crítico de arte Pierre Restany, el cual quedó oficialmente constituido el 27 de octubre de 1960 en el domicilio parisiense (14 rue de Campagne Première) de Yves Klein. Lo integraron inicialmente Arman, César, Klein, Daniel Spoerri y Jean Tinguely, entre otros. Posteriormente se sumaron al grupo Christo y Niki de Saint-Phalle. Influidos por Duchamp y Dadá, estos artistas rebeldes afirmaron el fin de la pintura de caballete y anunciaron el advenimiento de un nuevo realismo, el de la “pura sensibilidad”, el de la ciudad y el paisaje de la civilización humana como los modelos a seguir; los nuevos realistas se pronunciaron por un arte ciudadano y por el rescate estético de la calle, abandonando los pinceles para apoderarse de los objetos fabricados en serie y los desechos de las sociedades de consumo.

Anthropometría sin título (ANT 8), 1960 ca. /Pigmento seco y resina sintética sobre papel quemado, 102 x 73 cm, © Yves Klein Estate, ADAGP, Paris / SOMAAP, México, 2016.

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De Yves Klein, el Museo Universitario de Arte Contemporáneo (MUAC) presenta actualmente una magna exposición que incluye alrededor de 75 obras, entre pinturas, esculturas, dibujos, instalaciones, fotografías, películas y documentos, que dan cuenta de su breve pero prolífica carrera. Bajo la curaduría de Daniel Moquay, responsable de los Yves Klein Archives en París, la exposición Yves Klein se despliega en orden cronológico para revelar y articular tres campos de acción y experimentación en el trabajo del artista: la monocromía, la antropometría y la inmaterialidad del arte. Estas tres temáticas, íntimamente ligadas entre sí, conforman el discurso de un autor rebelde, cuya prematura muerte a la edad de 34 años contribuyó a ampliar su fama y convertirlo en una leyenda, una figura mítica que hoy es un referente obligado del arte contemporáneo.

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La exposición inicia con el Yves Klein monocromático. Luego de realizar pinturas en diferentes colores y conformar su primera serie (Yves Peintures), Klein inició hacia 1957 su llamado “periodo azul” con la exposición: Propositions Monochromes, que se presentó en dos galerías, la Collete Allendy y la Iris Clert de París. Se exhibieron pinturas monocromáticas realizadas con un pigmento azul ultramarino, que el mismo artista patentó bajo el concepto International Klein Blue (IKB). Con esta producción pictórica monocromática, el autor francés tomó distancia respecto de la pintura en boga (la abstracción informal) y se encaminó a la búsqueda de lo que llamó la “esencia de la pintura”, que derivaría en una suerte de realidad inmaterial que no está relacionada con el objeto físico sino con una experiencia estética y perceptiva más íntima. Y esta búsqueda no se limitó a lo pictórico: después de experimentar con lo bidimensional, Klein saltó a lo tridimensional al trabajar con objetos que al ser pigmentados con el azul ultramar se convirtieron en esculturas.

Blue Venus (S 41), 1962 – Versión póstuma de 1982 / Pigmento seco y resina sintética sobre yeso, 69,5 x 30 cm / © Yves Klein Estate, ADAGP, París / SOMAAP, México, 2016

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Cuenta Anna María Guasch que a raíz del encuentro parisino entre Yves Klein y Piero Manzoni en 1961, el francés llamó al italiano “monocromo blanco”, mientras que el italiano llamó al francés “monocromo azul”. Ambos artistas rebeldes, inquietos e ingeniosos, fungieron en su tiempo como auténticos agitadores culturales, que en su lucha contra el arte tradicional, descubrieron nuevas formas de expresión. Una de ellas nació en 1958, cuando a Klein se le ocurrió utilizar la figura humana como un pincel viviente durante una cena en casa de un amigo. Como el pincel era algo demasiado convencional, Klein tuvo la idea de sustituirlo con una modelo desnuda, cubierta con pintura azul IKB o de otro color, que daba vueltas sobre una hoja de papel colocada en el suelo. Surgieron así las famosas Anthropométries, un tipo de arte acción con el que Klein inauguró una nueva forma de expresión pictórica, en la que la mano del artista es sustituida por el cuerpo de personas embarradas de pintura que dejan sus huellas en el papel. Explicó el artista: “De este modo no me ensuciaba con colores, ni siquiera la punta de los dedos. La obra se acababa en sí misma, delante de mí, bajo mi dirección y en colaboración absoluta con la modelo. Y así, yo mismo podía saludar su nacimiento en el mundo tangible de forma digna, vestido con esmoquin”.

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A las pinturas y esculturas monocromáticas y a las piezas antropométricas, se suman las Cosmogonías, las Pinturas de fuego y los Monocromos de oro (realizadas a partir de la reflexión sobre el valor del objeto artístico), ya en la parte final de la exposición, que reafirma el carácter inmaterial de la obra de Yves Klein. Aquí se recuerda Le vide, la muestra mencionada al inicio de este texto y se le relaciona irremediablemente con la célebre fotografía: Salto al vacío (1960), una de sus obras más icónicas, en la que el maestro de judo nos enseña sus habilidades acrobáticas. La verdad es que la exposición del MUAC nos ofrece una visión muy completa de la obra y la trayectoria de Klein, uno de los autores que iniciaron la “desmaterialización del objeto artístico” (Lucy R. Lippard). Cierra la muestra una obra maestra: Retrato-relieve de Arman (pigmento seco y resina sintética sobre bronce montado sobre panel cubierto con hoja de oro, 1962), en la que rinde homenaje a su gran amigo. Por cierto, Klein y Arman se conocieron en 1947, en una escuela de judo en Niza.

Monocromía Azul sin título (IKB 38), 1957 /Pigmento seco sobre resina sintética en papel sobre cartón, 33 x 60 cm © Yves Klein Estate, ADAGP, París / SOMAAP, México, 2016

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FOTO: Retrato de Yves Klein en el estudio del fotógrafo Charles Wilp. Düsseldorf, 1961. / Charles Wilp / BPK, Berlín / Cortesía MUAC

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