Virtuosismo metalero

Dic 2 • Miradas, Música • 6561 Views • No hay comentarios en Virtuosismo metalero

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En este disco coinciden las habilidades del trombonista y de la Orquesta Sinfónica de Xalapa, una muestra más de que las producciones modestas no están peleadas con la calidad sonora

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POR IVÁN MARTÍNEZ

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Da gusto ver que cada vez sean más los artistas mexicanos que se animan a registrar su trabajo en disco. No es la industria que uno desearía, que el público necesitaría, pero hay una especie de resurgimiento e interés que da gusto sentir. Y de especial simpatía encuentro que lo mismo salgan a grabarse músicas desconocidas de autores mexicanos conocidos, rescates siempre necesarios, que repertorios más universales que dan cuenta, a su vez y por lo tanto, de la universalidad de algunos de nuestros intérpretes.

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Problemas por aquí y escándalos por allá que no deben obviarse, como público me siento satisfecho de muchas maneras con la escena actual que protagonizan nuestros artistas y la producción discográfica reciente es una de las razones; y aunque sea un convencido de la obligatoriedad del mecenazgo del Estado, otra es que muchos proyectos sean resultado de la autogestión y la iniciativa independiente.

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Es el caso del álbum Faustino Díaz y la OSX en vivo, que el trombonista oaxaqueño ha lanzado este año con la grabación en vivo de una sesión que tuvo al frente de la Orquesta Sinfónica de Xalapa, con la batuta su titular, Lanfranco Marcelletti, en la sede de esa orquesta, la Sala Tlaqná de la capital veracruzana en noviembre del 2015.

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Arropado solamente por el sello familiar, Dinastía Díaz, y su casa, Yamaha, se trata de un disco independiente en toda la extensión de la palabra que en muchos aspectos podría considerarse un ejercicio menor. Una producción que apenas rebasa la media hora de música y un disco que como objeto es modesto: no tiene notas de programa, el cuidado editorial deja qué desear, la distribución es casera; un simple sobre que, sin embargo, cobija una muestra nada simple del virtuosismo completo de Díaz.

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Instrumentista capaz, ducho en el trombón, su instrumento principal, pero también en la tuba y la trompeta, su virtuosismo no se queda en esa capacidad sobresaliente (y rara, aunque él lo niegue) de cambiar entre instrumentos y hacerlo con técnica impecable, sino en la musicalidad que puede brindar en cada uno de ellos y (quizá inconscientemente) en el concepto de sonoridad con que acude a cada cambio. Lo muestra aquí, donde se ofrece como solista de tres instrumentos.

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El disco lo abre el Concierto para trombón, op. 114 de Derek Bourgeois, con quien el lanzamiento ha coincidido no felizmente con su muerte en septiembre pasado. Compositor tan prolífico y conocedor, tan francamente identificado con las sonoridades de los metales, específicamente la del trombón (recomiendo buscar y conocer su Sonata), se trata de una pieza, sí, de dificultades un tanto extremas para el solista como para la orquesta, pero principalmente de una riqueza colorística amplia, de una orquestación jugosa muy bienvenida a la ejecución de la orquesta xalapeña y muy bien empleada en su lenguaje posromántico.

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Se ofrecen luego las Variaciones sobre “El Carnaval de Venecia”, de ese Paganini de la trompeta que fue Jean-Baptiste Arban. Clásico trillado, la sorpresa aquí es la rareza del ejercicio, al ejecutarse desde el eufonio, un instrumento que puede ser extraño para el público clásico, pero que es muy común en las bandas de viento (dato curioso: Arban, aunque conocido como trompetista, fue profesor de eufonio en el conservatorio de París y dejó a la posteridad un importante método para el estudio de ese instrumento).

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Permítanme insistir no sólo en la necesaria capacidad técnica de hacerlas en la trompeta, sino en la de trasladarla al eufonio, con su particular color y registro de barítono. En términos vocales, imagine un aria barroca virtuosa conocidamente escuchada con la ligereza de una soprano, brindada con la pesadez de una voz masculina baja y obscura. El resultado es fascinante.

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Cierra luego, quizá fue a manera de encore en aquella ocasión, una lectura del bellísimo paso doble de Bernardo Bautista Monterde y Antonio Ortiz Calero, obligado en el repertorio de cualquier trompetista, La Virgen de la Macarena, aquí en el arreglo de Alonso Armenta. A la demostración de músculo sonoro, se añaden las largas respiraciones y el instinto muy natural de fraseos.

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Mientras Faustino logra los cometidos de cada pieza, a Marcelletti, director no siempre prolífico en ideas o claridad, hay que aplaudirle aquí el soporte fino y justo que ha brindado, en tempo, en sonoridad, y exitosamente en cada comentario colorístico en la pieza de Bourgeois (lo que estoy seguro no ha sido obra solamente del experimentado ingeniero Juan Switalski, encargado de la grabación). La Orquesta Sinfónica de de Xalapa, en todo esplendor de musicalidad, se luce especialmente en sus pasajes melódicos llenos de contenido postromántico sin caer en la posible lectura pueblerina a la que podrían prestarse ciertas armonías.

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Éste no sólo es uno de los mejores discos que se hayan producido este año en México, particularmente se suma a mi lista de imprescindibles. Y debería estarlo en la de cualquier melómano, conocedor o no del repertorio universal de los instrumentos de metal.

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FOTO: El disco del trombonista oaxqueño abre con Concierto para trombón, op. 114 de Derek Bourgeois y sigue después con Variaciones sobre “El Carnaval de Venecia” de Paganini.

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