Lecciones del llano

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El geógrafo Federico Fernández Christlieb habla en entrevista de su libro Todo lo que sabemos: cancha, itinerario y cultura, una lectura hereje del futbol

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POR GERARDO ANTONIO MARTÍNEZ

“El que sólo sabe de futbol ni de futbol sabe”, dijo alguna vez César Luis Menotti, ex director técnico de la Selección mexicana de futbol. Como fiel seguidor de esta frase –sintética, lapidaria y herética–, Federico Fernández Christlieb, geógrafo y futbolista llanero, como todos nosotros, dedicó más de 30 capítulos de Todo lo que sabemos: cancha, itinerario y cultura a explicarse el futbol como un fenómeno cultural que ha dejado de ser una expresión íntima de las comunidades.

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Fernández Christlieb no ha jugado en la Liga Premiere, pero sí ha soltado patadas con jugadores de los barrios obreros de Londres; no ha jugado en la Liga Africana, pero en Senegal un brujo hizo un “trabajito” para “asfixiar” a su equipo y favorecer los locales. Todo lo que sabemos: cancha, itinerario y cultura (Ficticia, 2018) es una lectura cultural, histórica, pero también personal en la que él mismo analiza su trayectoria como defensa central del Sahara Español de la Liga Amateur del Ajusco. El título es un pase a gol de las palabras de Albert Camus, portero del Racing Universitaire d’Algier (RUA): “Lo que finalmente sé con más seguridad sobre la moral y las obligaciones de los hombres, es al deporte a lo que se lo debo, es en el RUA donde lo aprendí”.

Todo lo que sabemos, Federico Fernández Christlieb, México, Ficiticia, 2018, 271 pp.

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¿Cómo podemos entender al futbol como un fenómeno social?

Interesa a muchos y afecta a todos. Está en el interés de comunidades. Esas comunidades de individuos forman sociedades. En ese sentido es un fenómeno social. Si tú hablas de religión, hablarías de ésta como un fenómeno social, en donde muchos individuos se sienten identificados con lo que ahí se dice y sucede. Pero la religión ya no está de moda ni se puede vender a las juventudes consumidoras; sólo a los ancianos que buscan un boleto en el estadio del más allá. Más que fenómeno social, prefiero hablar de cultura. Históricamente no en todos lados se da de la misma manera. Para los alemanes es el honor, es como una guerra regulada, pero para nosotros es una diversión. Esto está cambiando. Vivimos ahora tiempos en los que se trata de imponer un solo modelo al resto de las culturas, lo que se llama globalización. Veo con nostalgia el hecho de que queramos ser globales porque estamos perdiendo cosas muy importantes, que son estas diferencias culturales que tiene cada comunidad. Con la globalización todos los países emplean las mismas tácticas y destaca quien más goles anota con ellas, pero no son tácticas mexicanas, suecas o coreanas, son tácticas globales. Eso es lo que trato de reflejar en el libro.

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¿Cómo es que la comercialización ha cambiado las reglas del juego dentro del futbol?

La mercantilización ha hecho un objeto lo más vendible y explotable posible. Al expandirse al ámbito del negocio y dejar de ser un fenómeno íntimo de las comunidades se convierte en una mercancía. ¿Qué cambia? El entorno. Todo se hace pesado alrededor del futbol: la palabrería de las empresas que lucran con los jugadores y los equipos. Se destina más tiempo en consumir la publicidad y cosas que se venden que en jugar futbol. ¿Qué es el futbol? Un rectángulo, donde hay una pelota, dos equipos y millones de alegres posibilidades.

Un par de niños juega futbol en una calle céntrica de Londres, Inglaterra. /Reuters

 

¿En qué medida el futbol como deporte también funciona como una galería para que cada individuo exhiba habilidades que se pueden reflejar en otros ámbitos?

Albert Camus, el escritor franco-argelino, dijo que todo lo bueno que sabía lo había aprendido del futbol. Asumo que Camus se refería a cómo los lances en la cancha son también una especie de aprendizaje de cómo comportarse en la vida diaria. El futbol me ha enseñado que las cosas no siempre salen como uno quiere y que siempre habrá otra oportunidad para una revancha, para reponerse y hacerlo mejor. También nos habla de las dificultades que hay en los propios equipos porque cada persona se comporta de manera distinta.

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Cada vez vemos mayor presencia de las mujeres y les dedicas un capítulo. ¿Qué has visto como científico social en la relación de las mujeres en el futbol?

Desde mucho tiempo atrás hubo torneos femeniles muy importantes, incluso desde que se institucionalizó el futbol en Inglaterra en el siglo XIX se jugaba el futbol femenil. En ese sentido ver a las mujeres jugar no es algo nuevo. Lo que sí es nuevo es que no se les ve forzado como si practicaran una actividad masculina. Tienen una dinámica propia. Nunca he sido mujer pero debe haber cosas en los partidos femeniles de los que los hombres no nos damos cuenta. En el caso del futbol de varones hay ciertos gestos entre rivales y compañeros del mismo equipo que conocemos perfectamente. En la naturaleza de las mujeres sí está el haberlo conquistado, en el preguntarse “¿por qué se divierten tanto estos hombres jugando con una pelotita?, ¿a poco nosotras no lo podemos hacer?” Ya lo hicieron.

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Retomas algunas ideas de feministas como Marta Lamas y Débora Tajer.

Lo que dicen Marta Lamas y Débora Tajer es que les sorprende cómo las mujeres no tienen algo parecido. Sus juegos son muy complicados porque las relaciones de las mujeres son más complicadas. Llevan más variables. El resultado es que esto está cambiando, básicamente por curiosidad y por conmiseración: “Pobrecitos. ¿Por qué harán eso? Vamos a hacerlo, a ver que se siente”.

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Mencionas que el futbol se fue reglamentando desde el siglo XIX. ¿Es necesario que las federaciones reglamenten expresiones como “¡eh, puto!” o que se asimile como parte de la competencia?

Algo que se nos da muy bien a los mexicanos es burlarnos de nosotros mismos. Y algo que tiene que ver con esta visión masculina bastante vergonzosa es la burla de cualquier diferencia. En el caso de este grito, si dijera otra cosa estaría probablemente bienvenido. Es terrible que una de las diferencias que se subrayen sea la preferencia sexual. Me parece reprobable, como subrayar otras diferencias, étnicas o de creencias. Dentro de este relajo que echamos en la tribuna, hemos gritado cualquier cantidad de cosas. Básicamente el acierto del grito no es lo que se dice, sino cuándo se dice. Durante el Mundial pasado, esto fascinó a los extranjeros hasta que supieron qué quería decir “puto”. No está bien, pero esto lo hacen todas las aficiones. Hay que ver lo que dicen los ingleses, lo que cantan los argentinos a los porteros contrarios: “Eso no es un arquero es una puta de cabaret”, otra expresión terrible para denigrar al ser humano. El grito mexicano es reprobable, por su puesto. Muy acertado por el momento que eligieron para decirlo, muy triste por lo que dice.

Federico Fernández, autor de Todo lo que sabemos: cancha, itinerario y cultura. / Berenice Fregoso / EL UNIVERSAL

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Foto: ¿Qué es el futbol? Un rectángulo, donde hay una pelota, dos equipos y millones de alegres posibilidades. En la imagen, un partido llanero en una escuela abandonada de Mogadisco, Somalia. /AFP.

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