Los libros de la discordia

Sep 21 • Conexiones, destacamos, principales • 5838 Views • No hay comentarios en Los libros de la discordia

POR YANET AGUILAR SOSA

 

En torno a las nuevas ediciones de los tomos de Español lecturas, de primero a sexto grado de primaria, que forman parte de los libros de texto gratuitos que están en manos de los 14.6 millones de alumnos que actualmente cursan el ciclo escolar 2013-2014, hay divergencias, cuestionamientos y opacidad.

 

Las reacciones van de la molestia a la satisfacción, pasando por la opacidad de la Secretaría de Educación Pública (SEP) y la convicción, entre los escritores, de que sus historias tendrán una gran difusión en millones de niños, aunque hayan recibido por sus textos un pago único y simbólico.

 

La nueva selección de lecturas es resultado de la Reforma Integral de la Educación Básica, que nació del acuerdo firmado en mayo de 2008 entre el gobierno y el Sindicato Nacional de los Trabajadores de la Educación para transformar el sistema educativo a través de una reforma de los enfoques, asignaturas y contenidos de la educación básica, en que, a decir de la SEP, participaron 31 mil maestros de las 32 entidades federativas, así como directivos, padres de familias, docentes y académicos.

 

A la dramaturga Sabina Berman, invitada a convocar a escritores mexicanos para que prepararan textos teniendo en mente un público infantil, le parece una gran equivocación que la SEP haya decidido diseminar los textos de 35 reconocidos autores —entre los que se encuentran Elena Poniatowska, Juan Villoro, Enrique Serna, Carmen Boullosa, Guadalupe Loaeza, Ignacio Padilla, Pedro Ángel Palou y la propia Berman—, y no conservarlos en un volumen aparte que se repartiría junto a los libros de texto gratuitos como, asegura, fue la propuesta original.

 

Berman afirma: “En buen español: no tienen vergüenza. Les entregamos una colección con mucha identidad, fueron textos hechos con una conciencia histórica, yo quedé muy mal porque a los escritores los convencí de participar y se respetó nuestro momento histórico, fueron historias hechas con conciencia histórica, sabíamos que era importante hablar de diversidad cultural, de diversidad sexual, de democracia”.

 

Pero también, en torno a los seis libros, que estuvieron a cargo de la Dirección de Desarrollo e Innovación de Materiales Educativos —hoy llamada Dirección General de Materiales e Informática Educativa—, bajo el mando de María Cristina Martínez Mercado y la coordinación editorial de Alejandro Portilla de Buen, hay satisfacciones. Fernando González Sánchez, yerno de la maestra Elba Esther Gordillo y en aquel momento subsecretario de Educación Básica, señala: “Buscamos que los libros actuales no fueran libros de autor, porque hoy la construcción del conocimiento se da desde diversas especialidades y hay que darle un sentido de inteligencia colectiva a los libros, queríamos que tuvieran cierta pluralidad en los enfoques, en los contenidos y entonces se formó un grupo por cada libro para que fueran seleccionando los textos por el contenido y la posibilidad de comprensión de acuerdo a la edad del estudiante”.

 

El ex funcionario afirma que el centro de la discusión para la reforma de Español lecturas fue, más que en los materiales, en el enfoque de la asignatura, pues “durante los ochenta estaba concentrada demasiado en la estructura del idioma y no en la construcción del fenómeno comunicativo del lenguaje”.

 

En contraparte, Sabina Berman manifiesta su disgusto porque los textos de los 35 escritores que ella convocó perdieron la unidad y ahora están entre materiales con una calidad distinta e incluso entre otros textos firmados por el INEGI o la Profeco; en el caso de esta última, hay un texto que tiene como protagonista a un superhéroe llamado Consumán.

 

“Es lo que yo les digo: ‘discúlpenme, si ustedes tienen oro molido, ¿por qué lo mezclan con bronce?’ Yo no he hecho una revisión exhaustiva pero sí noté que hay una disparidad que no era necesaria y además no hubo ningún diálogo, fue una decisión equivocada; imagínese que la prosa de Juan Villoro está mezclada de pronto con la prosa de una señora que les deja a los niños una moraleja, es un desperdicio y esto además fue pagado, a los escritores, con dinero de los impuestos ciudadanos. Ha habido un desinterés y falta de reacción ante lo que ha pasado”, señala Berman.

 

Ella se declara fuera de la selección final que hizo la SEP y que tampoco supo qué lugar iban a ocupar ni en qué grado quedarían. Fernando González Sánchez, por el contrario, celebra la participación cercana de la dramaturga en la coordinación de los libros. “Sabina Berman nos ayudó con el proyecto, en realidad ella coordinó. Tuvimos reuniones con algunos especialistas en lenguaje, en lingüística, en comunicación y con toda libertad los creadores fueron construyendo sus historias, les fueron dando un contenido actual, dinámico, y así surgió la idea de los libros de lectura que están todavía vigentes”, concede el ex funcionario.

 

Berman niega su participación como coordinadora de los libros. Acepta que ella convocó a 50 escritores mexicanos de probada trayectoria y que a ella le gustan, de los cuales 35 aceptaron la invitación y quienes tienen en la serie final al menos un relato publicado —hay quien tiene tres, cuatro o seis—; dice que ella fue el enlace y contacto de los autores con la SEP, que se mantuvo cerca hasta que se gestionaron los pagos.

 

“Yo no coordiné para nada. Qué mentirosos, la única conversación con la Secretaría de Educación Pública fue cuando hubo una intentona de censurar a los autores, concretamente a Rosa Beltrán, que hace una caperucita roja feminista; me llamaron para decirme que no era posible darle ese final a una historia clásica. Y también por el cuento de Guadalupe Loaeza, que fue la única persona que sí cambió su texto, porque decía marcas Pepsi Cola, Sabritas, y entonces le llame y me dijo: ‘se me olvidó, como lo hago en mis artículos del periódico’, y ella quitó las marcas. Tuve una única conversación, y fue en este sentido. También decían que Loaeza hablaba del señor Gordo y que nos burlamos de los gordos, les dije que no nos burlábamos, que sí sabíamos lo que estábamos haciendo; alguien pensó también que Juan Villoro se burlaba de la figura presidencial al decir que el presidente tenía un hámster”, dice Berman.

 

Entre opacidad e ineficacia

 

En medio de los descontentos y las satisfacciones, también hay opacidad por parte de la Secretaría de Educación Pública. EL UNIVERSAL solicitó información concreta sobre el proceso de reforma, selección, edición y contratos en los libros de Español lecturas. El 14 de agosto pasado enviamos una lista de más de 20 preguntas al correo de Judith Delgadillo Ross, encargada de las solicitudes de información en la Dirección General de Comunicación Social de la SEP, área al mando de Octavio Mayén Mena. Jamás hubo una respuesta a pesar de las llamadas constantes a la funcionaria.

 

Entre las preguntas y solicitudes de información que la SEP no tuvo interés en responder en más un mes, están: ¿Cuál fue la finalidad de cambiar los materiales de Español lecturas, a pesar de que habían tenido muy buena recepción las selecciones que se hicieron en 1972? ¿Se conformó un comité de dictaminadores para tal tarea? ¿Cuántos y quiénes lo conformaban? ¿Son escritores, pedagogos, maestros, asesores literarios? ¿Cuáles fueron los honorarios de cada profesional que intervino?

 

Además: ¿Qué cantidad de dinero pagaron a cada uno de los escritores seleccionados para participar con obra en los seis libros? ¿Cuáles fueron los honorarios totales para Galera Diseño, empresa a cargo de los servicios editoriales? ¿Cuál fue el costo total de la producción de los seis libros Español lecturas, uno por cada grado, de los libros de texto gratuitos, incluidos los pagos del comité de selección, de derechos a los autores, diseño, diagramación, compra de papel, impresión, encuadernación?

 

La respuesta nunca llegó.

 

A través del Portal de Obligaciones de Transparencia del gobierno federal obtuvimos algunos contratos sostenidos entre la SEP, a través de la Comisión Nacional de Libros de Texto Gratuitos (Conaliteg) con distintas empresas, tanto por adjudicación directa como por licitación pública.

 

En el Portal existen contratos con varias empresas, entre ellas Reproducciones Fotomecánicas S. A., Digicenter de México, S. A. de C.V., Copamex Corrugados S.A. de C.V., Empaques de Cartón Titán, S.A. de C.V., Grupo Gráfico Editorial y Quebecor World México D. F., S. A. de C. V. Este último, en un solo contrato con número 5200000359, para el Español lecturas de cuarto grado, recibió más de 7 millones 427 mil 675 pesos, en un convenio sostenido entre el 2 de octubre al 13 de noviembre de 2009. Por supuesto, son sólo datos aislados de una pequeña parte del proceso de producción de los libros.

 

Historias que leerán millones

 

A la satisfacción del ex subsecretario González Sánchez, quien asegura: “Me tocó ser pionero de un asunto complejo en donde hay poco convencimiento en algunos grupos de intelectuales y de especialistas en educación”, se suma el deseo de Sabina Berman de publicar, en una editorial comercial, los cuentos de los 35 escritores convocados por ella, para recuperar la unidad que tenían y que perdieron, dice ella, al ser diseminados por los seis libros: “Perdió la identidad de este regalo que hizo mi generación de escritores a estas generaciones de lectores incipientes, esa era la idea y es una tristeza que la Secretaría de Educación haya hecho algo así que muestra la enorme distracción que tiene incluso de la existencia del libro y es una indiferencia absoluta porque le han dado cero difusión a esta noticia”. Comenta la dramaturga que el único requisito que puso a los 35 autores es que fueran “inequívocamente contemporáneos, que ese cuento no se pudiera haber escrito en otro tiempo, que tuviera algún elemento que garantizara nuestro tiempo actual”.

 

Invitarlos fue fácil. Beatriz Espejo, quien tiene dos historias en el libro de sexto grado y una en el de quinto, recuerda que los invitaron a una cena “muy regia” convocada por Berman, quien los convenció. Relata que ella recibió 30 mil pesos por cada texto. Sabina Berman dijo no recordar cuánto les habían pagado a los autores, ni siquiera se acordaba si a ella le habían pagado como coordinadora y que tal vez sólo como autora de dos cuentos.

 

Jaime Alfonso Sandoval, uno de los escritores de literatura infantil y juvenil más reconocidos y leídos, y a quien no convocó Berman sino la SEP directamente, recuerda que fue en un congreso de literatura infantil que se suspendió por el terremoto en Chile en 2010, donde Alejandro Portilla de Buen le habló del proyecto de reformar los libros de lecturas. Sandoval mandó tres textos.

 

“Querían hacer un diseño visual que rompiera con todo lo que se tenía concebido como un libro de texto o un libro de la SEP, más cerca de lo que se hacía a nivel comercial: imágenes modernas, uso de collage, manejo de color. Me mandaron las pruebas finales y las aprobé; se hizo el trámite del cobro que fue único, pues uno sabe que va a la SEP y son tirajes masivos, que tú lo haces para apoyar la lectura, y porque tienes una difusión impresionante. Creo que me pagaron 8 mil pesos”, recuerda el escritor.

 

El ex subsecretario González Sánchez se sorprende de la discrepancia de Berman. Dice que tal vez ella no entendió que la dinámica era distribuir los textos de los 35 escritores en los seis grados, de acuerdo a la edad de los niños; pero dice que en la SEP hicieron un buen trabajo.

 

“Claro, habrá algunos especialistas que quizás dirán: ‘Deben tener una exquisitez académica y una metodología exacerbada’, yo no soy purista en ese tema, al fin de cuentas es un libro de lecturas, se está tratando de crear hábitos, formas de comprensión, darles a los maestros herramientas para crear diálogos y debates sobre diversos modelos académicos o diversos modelos literarios o diversas formas de creación literaria”.

 

Para el maestro de primaria que buscó una curul, perdió y ahora regresó a su despacho personal, los libros de Español lecturas están acorde al nuevo enfoque de la asignatura que es la lectura de diversos textos. “No nada más literatura. Somos muy buenos en la narrativa, todos nuestros niños de 15 años entienden perfectamente contextos, secuencias, personajes, pero cuando nos ponen un texto especializado o un manual o una receta o un consejo escrito se nos vuelve difícil leerlo y sobre todo explicarlo y transmitirlo”.

 

*Fotografía: Imagen del cuento “Cazar y gobernar”, de Francisco Hinojosa, en el libro de primer grado.

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