La muerte del acontecimiento o crisis de realidad
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El primer espacio en abrir sus puertas en la nueva normalidad fue el Teatro El Milagro con una obra que llevó a los actores a resignificar el oficio histriónico
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POR JUAN HERNÁNDEZ
Twitter: @islas33
En la contemporaneidad, la crisis del concepto de realidad, por un lado, y del acontecimiento, por el otro, son más que evidentes. Crisis experimentada en primera instancia en las artes escénicas: el teatro y la danza. Aquellas artes que el filósofo y crítico alemán Walter Benjamin calificara como “auráticas”, es decir que no pueden ser reproducidas tecnológicamente, por requerir de la necesaria comparecencia del actor y del espectador en un espacio-tiempo irrepetible.
De la misma manera, el concepto del acontecimiento —definido por el filósofo francés Gilles Deleuze como el presente de la acción; es decir cuando el acontecimiento encarna en un estado particular de las cosas, o en función de la vida de una persona: acontecimiento como presente definitivo, o su contraparte, el que burla el presente para habitar el instante móvil que le representa— se pone en tela de juicio.
El teatro como acontecimiento está en crisis no sólo por la coyuntura actual, que contradice su naturaleza e impide que su condición se cumpla en la comparecencia de una comunidad, reunida para profundizar en el ejercicio de la verdad escénica, síntesis de los problemas del hombre frente al enigma de su existencia.
Si el teatro es transgresor en su ejercicio cotidiano, al generar nuevas ideas en la consciencia colectiva, en la “nueva normalidad” se convierte en un desafío, sin exagerar, revolucionario; constituido en ese acontecimiento que se niega a morir y se levanta para gritar su inconformidad.
Así se vivió la reapertura, luego de meses de aislamiento, de un teatro que se ha convertido en uno de los lugares en los que se busca la experimentación de nuevos lenguajes y, también, la presentación de obras reconocidas con elencos a prueba de fuego: Teatro El Milagro.
Ahí fuimos a vivir no sólo el regocijo de reencontrarnos físicamente con la comunidad, también a ser parte del desafío de ese gesto de apostar por la naturaleza del teatro, como una necesidad para gozar de salud plena, en la profunda intimidad del ser humano y sus misterios.
Levantar el telón se volvió algo más que una acción mecánica, fue el gesto de una comunidad que responde, desde la trinchera teatral, a la amenaza de un virus que puede ser letal y ha puesto en jaque la convivencia humana.
En ese sentido, la experiencia de asistir al teatro se volvió un acontecimiento en sí mismo, entendido en su presente definitivo y, al mismo tiempo, escapando a esa limitante para habitar el instante móvil de su representación, siguiendo el pensamiento de Deleuze.
La puesta en escena dejó entrever la crisis de sentido: los actores con cubrebocas, desafiando lo aprendido en relación con su oficio, para buscar una forma distinta de relación en escena y no dejar de lado el manejo de la energía comunicante, en ese espacio performático, más cercano a la instalación que a la convención inamovible de los preceptos categóricos de la figuración del drama.
José Alberto Gallardo (Ciudad de México, 1977), autor y director de la puesta en escena, tiene una profunda comprensión de la crisis de realidad y de la idea de la representación. El espacio diseñado para Sobreexpuesta/El acontecimiento ha muerto recurre a la inmediatez y a la urgencia de la instalación, así como al desarrollo accidentado de la performance. Ligada toda la acción a la música, convertida en metáfora de realidad acompañante de la efectuación de la acción, en el devenir del drama.
La obra refiere a un grupo de ex huelguistas de la UNAM que vivieron la represión policial y la traición de sus “aliados”. Es, en suma, una metáfora del fracaso de un acto que pretendió ser revolucionario. Es también la manifestación imperante que exige la verdad, la búsqueda en los vericuetos de distintas personalidades, que alguna vez se identificaron como colectivo y que en su reencuentro son la resonancia de un acontecimiento del pasado con dimensiones distintas.
Los actores Valeria Navarro Magallón, Viridiana Tovar Retana, Iván Zambrano Chacón, Mar Aroko, Ramiro Galeana Mellín y Yenizel Crespo encarnan a ese grupo de amigos, cuyos ideales fracasaron. Lo interesante es que el contexto actual de la pandemia por el Covid 19, los actores de esta puesta en escena son doblemente protagonistas de una trama; esta otra “meta-trama”, reside en el desafío de ejercer su profesión para decir que el acontecimiento no sólo no ha muerto, sino que hoy, como nunca, es necesario.
La obra convocó a alrededor de doce espectadores, que pasaron por la inspección sanitaria, acudieron con cubrebocas y gel sanitario. Colocados a distancia considerable para no tener contacto. El público asumió el riesgo y participó del acontecimiento; con base en la necesidad de reunirse, para compartir de la reflexión profunda que propicia el quehacer teatral.
Desde ningún punto de vista puede decirse que fue una función como cualquier otra. La puesta en escena evidenció un símbolo doloroso de los tiempos que corren: el cubreboca, esa tela que usamos como protección, es el signo que trastoca las libertades, contamina la enunciación de la palabra y parcializa la identidad de su ocupante. En ese contexto, nada más libertario que el gesto de descubrirse el rostro sólo por un instante, para evidenciar que algo vital se ha perdido.
José Antonio Gallardo, licenciado en Literatura Dramática por la UNAM, con especialidad en Dirección escénica, tiene en su haber alrededor de 25 obras escritas, de las que ha dirigido una decena, además de piezas de otros autores.
FOTO: Sobreexpuesta/El acontecimiento ha muerto se estrenó el 2 de septiembre y se presentará miércoles a las 20:30 y domingos a las 19:00, hasta el 18 de octubre; martes y miércoles a las 20:30, del 20 de octubre al 4 de noviembre; y lunes, martes y miércoles a las 20:30, del 9 al 30 de noviembre. También puede verse por streaming, adquiriendo el link que será enviado por correo electrónico, luego de la compra en boletopolis.com