El viaje secreto de una maleta

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POR MERCEDES AUTERI

 

Del 9 de octubre 2013 al 9 de febrero 2014, el Antiguo Colegio de San Ildefonso, en la ciudad de México, albergará la exposición La maleta mexicana, cuya historia es presentada en el siguiente texto.

 

Esta es la historia de una maleta perdida en Francia en 1939 y luego recuperada en México en 1995, con los negativos de Robert Capa, Gerda Taro y David Seymour con imágenes de la Guerra Civil Española. Una historia que, aún hoy, más de 75 años después de la guerra, conmueve a muchas personas. Las fotos fueron expuestas en el International Center of Photography de Nueva York en 2007 y, en 2011, en el Museu Nacional d’Art de Catalunya, ​​donde, gracias a una campaña, se encontró a supervivientes de la guerra —o a sus hijos—, de modo tal que los rostros de las fotografías pudieron ser reconocidos, con lo que se abrió un nuevo capítulo en la historia de la memoria viva.

 

La Guerra Civil Española entre los nacionalistas, autores del derrocamiento militar del gobierno democráticamente elegido, y los republicanos, compuestos por tropas leales al Frente Popular Marxista, duró tres años. Desató un fuerte interés en el extranjero y terminó con la caída de la Segunda República Española y la instauración de la dictadura del general Francisco Franco, de ideas filofascistas, gracias a la ayuda sustancial de la Alemania nazi y de la Italia fascista. Las persecuciones continuaron también después del fin de la guerra. Quinientos mil españoles murieron. Muchos fotógrafos y periodistas extranjeros que pertenecían a las Brigadas Internacionales fueron al frente para defender sus ideales de libertad y democracia, pero ya no volvieron a sus sitios de origen, como Gerda Taro, quien murió en Brunete en 1937.

 

Doscientos mil españoles emigraron a México. Los que sobrevivieron y permanecieron en España en los años siguientes fueron encarcelados, torturados y asesinados por el gobierno de Franco. Sólo México y Unión Soviética cortaron las relaciones con la España de Franco y fueron los únicos países que abrieron sus puertas a miles de españoles que huyeron de la persecución. Esa fue la primera migración masiva a México por razones políticas en el siglo XX.

 

El proyecto del museo catalán y el documental La maleta mexicana parecen demostrar cómo la Guerra Civil sigue siendo para muchos sobrevivientes, hijos o nietos de los supervivientes, una herida abierta. En la maleta se encontraron fotos de gente conocida, como Dolores Ibarruri, Federico García Lorca, Ernest Hemingway o Rafael Alberti, pero es la gente común, los soldados, las familias, los fugitivos, los exiliados, las personas en las calles, en escuelas y plazas, el centro de la cuestión. Y la cuestión parece ser que “un país no puede ser separado de su historia”: la memoria, revelada y traída a la luz como en un cuarto oscuro, se encuentra en cada una de estas fotografías que Capa-Taro-Seymour tomaron arriesgando sus vidas en el frente.

 

Inventores de un género, los fotógrafos Robert Capa (Hungría, 1913 – Indochina, 1954), Gerda Taro (Alemania, 1910 – España, 1937), David Chim Seymour (Polonia, 1911 – Egipto, 1956) concibieron los códigos del fotoperiodismo de guerra.

 

Los tres son judíos, jóvenes, amigos. Los primeros dos fueron amantes, apasionados, convencidos de que vale la pena arriesgar la vida por una imagen porque la imagen puede cambiar el rumbo de la guerra, de la historia, de la verdad. Reconocen en la Guerra Civil española un momento decisivo para la suerte del mundo y por eso se fueron al frente. Era el preludio de la Segunda Guerra Mundial y del advenimiento del fascismo; así, la Guerra Civil española fue vista como un momento simbólico de la inminente pérdida de la paz, de la libertad y, para muchos, de la vida. Los tres murieron en varios frentes, con la cámara en el cuello, de accidentes mortales: en España, Gerda; por una bomba, en Indochina, Robert; en Suez, Chim. Sus rodillos españoles de la guerra (de 1936 a 1939) son 126 y, con los respectivos negativos (4,500), se encontraron en una maleta en México en 1995. Después de largas negociaciones, las fotos llegan a Nueva York a finales de 2007 y son expuestas (más de diez años después de su descubrimiento) y narradas en un documental entre 2010 y 2012.

 

Se trata de un caso valioso para el estudio de la evolución de la fotografía y el fotoperiodismo de guerra, amén de un importante documento histórico sobre los años en que España trató de detener la propagación del fascismo en el resto del mundo. Los rodillos están divididos en partes iguales entre los que pertenecen a Capa, Taro y Seymour. Casi todos son de la Guerra Civil española, con dos excepciones: dos rollos que Fred Stein hizo en París a finales de 1935, con la famosa imagen de Taro y Capa en un café, y otros negativos tomados en Bélgica en mayo de 1939. La presencia de estos rodillos aún no ha sido explicada, a pesar de que se sabe que fueron meticulosamente catalogados y conservados por la misma mano, la de Imre Cziki Weisz, asistente de Capa en el revelado de sus tiros.

 

Cornell Capa, fundador del Centro Internacional de Fotografía de Nueva York, nunca había perdido la esperanza de encontrar los negativos que su hermano había dejado en París, cuando los alemanes invadieron la ciudad.

 

Aún no está claro cómo los negativos llegaron a México. En octubre de 1939, Robert Capa viajó a Nueva York para evitar ser capturado por los alemanes y ser encarcelado como un ciudadano del país y enemigo comunista. El Ministerio de Relaciones Exteriores francés había rechazado su solicitud de acreditación como fotógrafo para sus relaciones con la prensa comunista y, junto con otros 15,000 extranjeros que vivían en Francia (incluidos artistas famosos como Hans Bellmer, Max Ernst y Wols), fue deportado a un campo de prisioneros en el sur.

 

Bob, por lo tanto, habría dejado todos sus negativos en su estudio de París, en 37 rue Froidevaux, a su amigo y técnico Cziki quien, en una carta de 1975, recuerda: “En 1939, cuando los alemanes invadieron París, puse todos los negativos de Bob en una maleta y la llevé en bicicleta hasta Burdeos, para tratar de enviarla en México. En el camino me encontré con un chileno y le pedí que trajera mis cajas con los rodillos a su consulado”. Cziki, otro inmigrante judío y húngaro como Capa, no podrá salir del territorio controlado por los franceses y termina en un campo de prisioneros en Marruecos hasta 1941, cuando salió con la ayuda de Cornell Capa. Él llegó a la Ciudad de México ese mismo año y, sin saberlo, vivió en la calle Amsterdam al lado de la casa del general Francisco Aguilar González, embajador de México en Francia durante el gobierno de Vichy (1941-1942), que había recibido (quizás del chileno) las cajas que Cziki organizó con los negativos, catalogándolos meticulosamente y colocándolos en la maleta.

 

La “maleta mexicana” se encontró entre los efectos personales de Aguilar y que el director mexicano Benjamin Tarver heredó tras la muerte del general, amigo de su tía. En febrero de 1995, después de ver una exposición de fotografías de la Guerra Civil del fotoperiodista holandés Carel Blazer en la Ciudad de México, Tarver contactó a Jerald R. Green, profesor en el Queens College, para obtener asesoramiento sobre cómo clasificar el material y hacerlo accesible al público. Cornell Capa se entera del descubrimiento de los 126 rollos de película e intensifica sus esfuerzos para establecer contacto con Tarver, quien, sin embargo, es muy difícil de localizar. En el otoño de 2003, Richard Whelan, biógrafo de Capa, y Brian Wallis, curador jefe del Centro Internacional de Fotografía, intentan de nuevo encontrar a Tarver, pero no es hasta 2007, con la ayuda del director Trisha Ziff, quien vivía en Ciudad de México, que logró convencer a Tarver para reunir todo el archivo fotográfico de Capa y Taro, junto con una amplia colección de Seymour. Sin pago de por medio, el 19 de diciembre 2007, Ziff llega a Nueva York con la maleta.

 

En el documental de Trisha Ziff se entrevista a algunos jóvenes que aún excavan en los lugares de las batallas, tratando de identificar los restos de sus seres queridos, y se reflexiona sobre a qué país pertenece realmente un exiliado. El exiliado y su familia nunca olvidaran el país que dejaron atrás. Ese país, sin embargo, ya no existe. Muchos de los españoles en México se han convertido en mexicanos y aquí nacieron sus hijos. Ese país, que sus antepasados habían colonizado sólo cuatro siglos antes, ahora les daba la bienvenida con los brazos abiertos gracias al apoyo del presidente Lázaro Cárdenas. Por esto, los hijos de los españoles se conmueven delante de las imágenes de “la maleta mexicana”.

 

Los investigadores sostienen, sin embargo, que todavía hay una caja con los negativos del año 36 que podrían estar ocultos en otra parte.

 

 

FOTOGRAFÍA:  Hasta el próximo 9 de febrero se exhibirá “La maleta mexicana” en el Museo del Antiguo Colegio de San Ildefonso
Ariel Ojeda/EL UNIVERSAL

 

 

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