Sotto voce: Y ahora… (y siempre) ¡Silvia! Homenaje a la Diva en Bellas Artes

Sep 3 • destacamos, Miradas, Música, principales • 2978 Views • No hay comentarios en Sotto voce: Y ahora… (y siempre) ¡Silvia! Homenaje a la Diva en Bellas Artes

 

Entre anécdotas familiares y números musicales, el 29 de agosto se celebró en Bellas Artes un homenaje a “la última Diva”, en el cual se recordaron sus hitos musicales y fílmicos en el espectáculo

 

POR LÁZARO AZAR
Más que la pandemia, si algo me ha alejado de mi más amado recinto en esta ciudad, el Blanquito, ha sido la mediocridad y lo poco atractivo de la programación que ahí ha venido presentándose de un tiempo a la fecha. Mi última visita había sido para despedir a Mario Lavista y, ¡quién me lo hubiera dicho!, he vuelto este lunes 29 de agosto para presenciar otro homenaje, felizmente en vida, a un ser extraordinario a quien repetidamente llamaban “nuestra última Diva”: la gran Silvia Pinal.

 

La invitación —firmada por la Secretaría de Cultura, a través del INBAL, la Cineteca, el IMCINE y quien realmente se puso las pilas y fue la artífice del evento, Sylvia Pasquel— solicitaba confirmar la asistencia, llegar una hora antes y asistir con vestimenta formal. Contra mi costumbre, no solamente llegué más de una hora antes, ¡hasta me encorbaté! Todo fuera por acompañar a quien he admirado desde siempre por su inconmensurable talento y su belleza.

 

Qué tal será mi devoción por esta trabajadora incansable que, de niño, junté mis domingos para comprar una aceitosísima lata de la crema Teatrical que anunciaba en las fotonovelas y, cuando la vi en vivo por primera vez, a mediados de los 70, su presencia me deslumbró. Había llegado a Campeche con Rogelio Guerra para protagonizar Vidas privadas, una comedia de Noel Coward, en el mismo Cine Selem donde enmudecí al verla desnuda en Divinas palabras. Si su versatilidad ya me había hecho adorarla a través de la televisión por sus Especiales con Silvia Pinal, años después refrendaría mi cariño hacia ella cada que la acompañaba “a ver esta triste historia” en Mujer… casos de la vida real, y de cuántas veces quise tener el vestuario que portó en Anna Karenina o la gracia con que bailaba en Mame o “La pájara pinta” con Pedro Infante en El Inocente, mejor ni hablemos.

 

Volvamos mejor al lunes. Lo bueno de llegar tan temprano, fue que pude sentarme al centro de la fila L de la luneta, antes de que pusieran los cartoncitos de “reservado” para los funcionarios cuatroteros que, haciendo caso omiso de las indicaciones, llegaron bastante fachositos y, al parecer, con la consigna de aplaudir nada más cuando mencionaban a sus jefas de la Cofradía del huipil y la tlayuda.

 

Justo adelante de mí se sentaron los míticos Roberto y Mitsuko, que también llegaron tempranito y me contaron que, hace muchos años, montaron una coreografía con la Pinal en su casa de Pedregal para el programa Y ahora… Silvia y que, cuando estuvo a punto, los llevaron a Bellas Artes para grabarla en la escalera que conduce a la sala en la que ahora estábamos e, intempestivamente, llegaron a correrlos, “¡las que no ha pasado Silvia, y mira, qué tanto están cacareando que hoy ‘ha regresado a su casa’!”
Y es que la Pinal es mucho más que todo lo que ahí se dijo. Es infinita, como el desfile de luminarias que llegaron a honrarla y a dejarse ver, muy elegantes y perfumados. Ahí andaban Jacqueline Andere, Sergio Corona, Norma Lazareno y Lucía Méndez, Emilia Carranza, Laura Zapata, Eric del Castillo, Luz María Aguilar e Isaura Espinoza, Martha Ofelia Galindo, Humberto Zurita, Blanca Guerra, Lorena Velázquez, Emoé de la Parra y hasta Ignacio López Tarso —quien a cada rato preguntaba a voz en cuello “¿qué dicen?”—, entre muchos miembros más de la farándula que no supe reconocer, y no precisamente porque trajeran cubrebocas.

 

Paty Chapoy fue de las últimas en entrar, justo cuando se apagaban las luces de la sala y se iluminara la platea que, acompañada por sus hijos, ocupó una radiante Silvia, quien lanzaba besos y saludaba a su público, que la recibía puesto de pie y vitoreando su nombre.

 

Aunque el código QR no descargó más que una foto y nunca pudimos ver el orden del programa, este empezó con las evocaciones que, en su calidad de conductora de la velada, compartió Diana Bracho interactuando con la voz en off de la homenajeada y varias imágenes que proyectaban a una Silvia despampanante al centro del escenario. La anécdota que más disfruté, fue cuando nos contó como “desapareció” a todas sus compañeras de Amor, dolor, y lo que traía puesto al momento de bailar sabrosamente un mambo.

 

Tras un breve documental enfatizando la trascendencia de la película Viridiana y cuánto le significó nuestra actriz a Luis Buñuel, descendió el célebre retrato que le hiciera Diego Rivera en 1956 para coronar el breve repaso de su legado cinematográfico que, anodinamente conducido por Busi Cortés, brindaron José Antonio Valdés Peña y Leonardo García Tsao, quien recalcó que, “el afortunado fue Buñuel” por haber contado con la Pinal en tres de sus películas.

 

Curioso, por no decir lamentable, resultó que tanto ellos como quienes intervinieron en los testimoniales, insistieran tanto en Buñuel y este filme que mereció la Palma de Oro que es la pieza central de la pequeña exhibición que, pobremente iluminada, ocupa el espacio del muy añorado Café del Palacio, y si poco se habló de las otras 79 películas que realmente le ganaron el cariño del público —bueno, habría sido imposible… o ahí seguiríamos—, menos se mencionó su trayectoria política: tras ser Primera Dama de Tlaxcala, Doña Silvia fue diputada, miembro de la Asamblea de Representantes del Distrito Federal, senadora, y hasta exiliada por culpa del siniestro Gertz Manero.

 

“Se me hace que pretenden sepultar esa faceta, porque Silvia siempre fue del PRI”, me dijo mi queridísimo José Carlos Canseco, quien sentado a mi diestra, me enumeró una letanía que, no por extensa, abarca la totalidad de la Pinal, y cito a continuación: “bailarina, cantante, actriz, vedette, pionera de la televisión mexicana, productora teatral, productora de telenovelas, iniciadora de los programas unitarios de la televisión nacional, representante popular, legisladora, líder sindical, Mater Familias, cabeza de una dinastía y de un linaje dedicados al entretenimiento… y gloria nacional”.

 

Quienes se expresaron con mayor conocimiento y claridad durante los testimoniales grabados fueron Angélica Aragón y Francisco Franco, pero, quien se llevó la noche, fue Sylvia Pasquel al repasar con humor y agilidad los hitos biográficos de su madre durante cerca de 20 minutos que se fueron como agua y antecedieron la parte musical de la velada. Desde el foso, una veintena de atrilistas presentados como “la Sinfónica Nacional” interpretaron los arreglos compuestos por Emilio Aranda de algunos de los títulos emblemáticos que esta “leyenda viviente del teatro” montó en México: Gypsy, Annie es un tiro, Hello Dolly y Mame.

 

Enmarcados por un grupo de bailarines “de la Compañía Nacional de Danza”, intervinieron Alan Estrada, Fela Domínguez, Stephanie Salas y la extraordinaria Bianca Marroquín, quien me conmovió por la honestidad con que reconoció “en nombre de todas las mujeres que hemos decidido dedicarnos al teatro musical, te doy las gracias por tu enorme ejemplo de disciplina y de compañerismo y, sobre todo, por la alegría que nos contagias y por tu inagotable vitalidad”.

 

Si para entonces la euforia era generalizada, el delirio fue desbordante cuando, rodeada de todo su clan, instalaron a Doña Silvia al centro del escenario. Las porras y los gritos de “sí se pudo” interrumpieron varias veces la entrega del reconocimiento que recibió de manos de la directora del INBAL, Lucina Jiménez, porque, para no variar, ni Fraustita ni la Sheinbaum hicieron acto de presencia y, la verdad, lo celebro. No habrían venido al caso. Si algo las ha distinguido, es su falta de empatía e interés por la Cultura, y lo que más lamento de cuán jodida está la Patria, es que entre corcholatas y elefantes blancos, ya no hubo lana para darle a Doña Silvia la Medalla de Bellas Artes, porque méritos, le sobran. ¡Ella sí que ha hecho de México un país más grande y mejor!

 

FOTO: Silvia Pinal en el escenario de Bellas Artes, acompañada de su familia, del elenco que presentó diversos números musicales y de Lucina Jiménez/ EFE/Isaac Esquivel

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