Un daño al patrimonio cultural sin intención… ¿o sí?

Abr 22 • destacamos, principales, Reflexiones • 1387 Views • No hay comentarios en Un daño al patrimonio cultural sin intención… ¿o sí?

 

El detectorismo es una actividad ligada a la “búsqueda de tesoros” y, aunque no es ilegal, materializa el saqueo y expolio de artefactos arqueológicos

 

POR OMAR ESPINOSA SEVERINO
“Llegó a México la alarma por los piteros”, dice Miguel Ángel Cajigal Vera en su popular twitter cultural: @elbarroquista, a raíz de la publicación de la nota Cazadores de tesoros van tras los vestigios arqueológicos en EL UNIVERSAL, el pasado martes 21 de marzo 2023. El historiador del arte y la arquitectura ha señalado desde hace tiempo el daño provocado por el detectorismo en España y otros puntos de Europa, junto a las implicaciones que tiene para con las herencias culturales y arqueológicas, pero eso parece generar descontento y tremendos encontronazos con grupos de aficionados a esta actividad.

 

El detectorismo es una actividad en la que se realiza búsquedas sistemáticas de vestigios metálicos del pasado enterrados: monedas, alhajas, instrumental varios y una serie más de elementos. A los aficionados a esta actividad se les conoce como piteros o piteadores debido a la relación del sonido que hacen los detectores de metal al encontrar objetos metálicos, los pitidos. En México esta actividad está regulada por el Código Civil Federal en su Capítulo III a partir del artículo 875, por lo tanto, no es ilegal si se siguen las normas establecidas. Pero las acciones y actitudes que derivan de esta afición requieren puntualizaciones importantes.

 

Muchos argumentos se han enarbolado justificando y defendiendo estas prácticas, se comenta que los detectores de metal no tienen una penetración más allá de los 40 centímetros y que sólo detecta los materiales metálicos, y es cierto. También se dice que no todo el detectorismo es búsqueda de tesoros, pues hay campañas muy conscientes de limpieza de metales en playas y otros lugares. Cierto y aplaudible.

 

Sin embargo, no sólo se trata de objetos considerados desechos o propiamente tesoros metálicos, sino de la relación que guardan estos con el contexto donde se encuentran depositados y con otros artefactos considerados como arqueológicos, paleontológicos o en general herencias culturales e históricas. Esta es una categoría de objetos distinta, tienen otra serie de normativas completamente diferentes al Código Civil Federal mencionado y ahí está el detalle. Como lo advierte Cajigal Vera desde España, hay problemas, contradicciones y conflictos respecto a la actividad y el patrimonio cultural en las normas, en la actividad y con ámbitos profesionales arqueológicos.

 

Los efectos negativos del detectorismo son en realidad la punta del iceberg de una problemática de gestión de las herencias culturales que se relaciona con excavaciones irregulares, el saqueo y expolio de artefactos arqueológicos y otros considerados patrimonio cultural. Lo que no se comenta es que a pesar de que se saquen únicamente objetos de metal, se perturba un contexto que puede ser investigado posteriormente con mayor rigor y con medidas de conservación adecuadas o que incluso varios de los objetos extraídos pueden ser considerados propiamente patrimonio histórico.

 

Quienes practican y defienden el detectorismo no toman en cuenta que la actividad de búsqueda o exploración de sitios que puedan contener antigüedades tiene regulaciones específicas, como lo es el establecimiento de controles de excavación por medio de autorizaciones en el Instituto Nacional de Antropología e Historia, o que toda labor científica en ese sentido debe ser realizada por profesionales debidamente acreditados y avalados, o de lo contrario se cae en faltas a la Ley Federal sobre Monumentos y Zonas Arqueológicas, Artísticas e Históricas.

 

Aunque los detectores no manifiesten materiales como la piedra, barro, hueso o vidrio, también están presentes y esas búsquedas pueden tener un impacto, tanto de conservación como mediático, alentando otras excavaciones irregulares y el saqueo arqueológico. No es una situación aislada pues hay canales de YouTube, grupos de Facebook o publicaciones en otras redes sociales donde se muestran las caminatas o las salidas a exploración y se muestra lo que se encuentra, incluyendo patrimonio cultural. Todo sin intención, o quizá sí, para mostrar a los seguidores algo increíble.

 

No se trata únicamente de las autorizaciones que por ley existen sobre la extracción de objetos del subsuelo ni de la internacionalmente aceptada prohibición de compraventa de esos objetos, tampoco es un egoísmo o envidia profesional por parte de arqueólogos, sino de un sentido de responsabilidad y ética —sí, también hay críticas al respecto, pero ese es tema para otra ocasión— que delimita el actuar y la conservación de vestigios de las sociedades del pasado para obtener no sólo sus artefactos, sino la información de las actividades o incluso no contaminar muestras sujetas a análisis más amplios, y finalmente la conservación y correcta gestión de las herencias culturales de cualquier parte del mundo.

 

Por lo anterior, resulta muy preocupante que se realicen notas sobre estas actividades sin la mención concreta de las condiciones y de las operaciones secundarias. Este año se publicaron dos notas que podrían ser tomadas como apologías de ilegalidades sobre el patrimonio cultural: “Piteadores: Una excursión con arqueólogos autodidactas”, en Letras Libres, y “Me dedico a desenterrar con un detector de metales y tengo más de 4 millones de seguidores en YouTube”, en Xataka. En la primera, la actitud era confrontativa contra el gremio arqueológico, en la que incluso la Plataforma Estatal de Profesionales de Arqueología en España tuvo que realizar un posicionamiento público. En la segunda nota, la historia se repitió hasta cierta medida, pues las críticas si tuvieron influencia en el portal digital para realizar una acotación final donde se alertaba de los perjuicios que se podrían ocasionar.

 

Aunque en México no se tiene un antecedente similar a las piezas periodísticas mencionadas, el fenómeno detectorista existe y lleva bastante tiempo y arraigo en varios grupos en redes sociales tanto para bien como para mal. En ocasiones se puede ver hasta convenciones anuales para limpiar terrenos de metales, en otras también excursiones de búsqueda de tesoros o hasta de “rescate de antigüedades”. Todo ello ha pasado por debajo del agua para las autoridades del sector Cultura y para la atención mediática.

 

Esas omisiones por parte del entramado institucional responden a una deficiente atención y alcance de recursos financieros y humanos, así como las pocas campañas de reconocimiento de normativas en la población general y a quienes desconocen qué es ilegal y qué no al realizar sus actividades recreativas. Mediáticamente también hay que hacer un llamado de conciencia, pues la realización de coberturas de exploraciones, aunque pocas en México, son deficientes en la documentación de las cuestiones técnicas o legales.

 

Aquí cabría preguntarnos ¿qué le podemos aprender a la experiencia de países como España o Inglaterra respecto a los daños realizados por el detectorismo y por otras prácticas asociadas al patrimonio cultural como el turismo? Una ventana de oportunidad sería la comunicación social eficiente y fiable sobre la importancia de los contextos en la arqueología, o hasta dónde se puede manipular objetos metálicos e históricos. Contrario a lo que podríamos imaginar, la apertura de información y su divulgación profesional puede ayudar estratégicamente a erradicar mitos de la búsqueda de tesoros, comenzando por la propia categorización de tesoro como algo que inherentemente tiene un valor de búsqueda o económico y así generar comunidades con prácticas mejores sobre las herencias culturales.

 

Debemos poner sobre la mesa modelos de gestión cultural que tengan presencia en estos nichos y que se observe con cuidado otras corresponsabilidades en los artefactos y herencias históricas para que no estemos únicamente en una situación de alarma respecto a los piteros y otras problemáticas asociadas.

 

FOTO: Arqueólogos subacuáticos utilizaron magnetómetros en su misión por hallar los barcos de Hernan Cortés. Crédito de foto: Cedida por el INAH /EFE

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