Retrato inacabado: la regeneración de Darrel Ellis

Jul 29 • destacamos, Miradas, principales, Visiones • 4716 Views • No hay comentarios en Retrato inacabado: la regeneración de Darrel Ellis

 

A 31 años de su muerte, la obra fotográfica y artística del neoyorquino vuelven a ocupar los reflectores. El trabajo del fotógrafo pasó desapercibida tras su muerte durante la epidemia de Sida en los años 80 en el bajo Manhattan 

 

POR PABLO ÍÑIGO ARGÜELLES
En el interior de una vitrina de acrílico, en medio de fotografías a blanco y negro, hojas de contacto y catálogos de exhibiciones, descansa una libreta de bolsillo abierta de par en par. En ella se distinguen algunas letras, garabatos y números aleatorios; en la parte superior izquierda y contenidas en un rectángulo, en tinta azul, destacan las únicas palabras legibles: Do I have AIDS? (¿Tengo sida?).

 

Aquella pregunta fue escrita en 1983 por el artista neoyorquino Darrel Ellis, en uno de los 52 cuadernos que durante su vida llenó con bocetos, notas personales, apuntes sobre su obra y consultas recurrentes al I-Ching.

 

Esa libreta y los objetos junto a ella, así como decenas de fotografías, lienzos y dibujos, forman parte de Darrel Ellis: Regeneration, una muestra retrospectiva que el Bronx Museum ofrecerá hasta el 10 de septiembre y que condensa el legado del artista nacido al sur del Bronx, cuya obra hoy vuelve a ser el centro de atención de una nueva generación de críticos, curadores y artistas, después de 30 años de permanecer en la sombra tras su muerte en 1992.

 

En entrevista, el fotógrafo y escritor Allen Frame, amigo de Ellis desde 1981 y principal promotor y gestor de su legado, afirma que su carrera estuvo siempre marcada por ser un artista negro y homosexual: “En ambos casos, el mundo del arte era mucho menos tolerante, muchos curadores tenían una actitud discriminatoria hacia su trabajo”. Al recordar los días que siguieron a su muerte, Frame dice haber estado sorprendido por las más de mil piezas que Ellis dejó post mortem, pues durante mucho tiempo solía decir que no estaba listo para mostrar su trabajo a coleccionistas o galerías.

 

“El tiempo está del lado de la obra de cualquier artista, especialmente para obras como la suya”, dice Frame; “además de otros factores, creo que el movimiento Black Lives Matter ha sido esencial para el resurgimiento de su obra”, y es que dos meses antes de que Ellis naciera, en 1958, su padre, fotógrafo y aspirante a policía, fue brutalmente asesinado a golpes por dos agentes encubiertos al sur del Bronx, tras discutir por un coche estacionado en doble fila.

 

Hoy, luego de que en 2019 el curador Drew Sawyer se encontrara con algunas piezas de Ellis en la colección del MoMA y de que ese mismo año el New York Times reseñara una exhibición de su obra en la galería OSMOS, su obra resurge ante un mundo post-Covid y ahora es representada por la reputada galería Candice Madey.

 

Historias de Lower Manhattan

 

A finales de los años 70, Nueva York iba en picada: en 1976, el presidente Gerald Ford negó un subsidio para sacar a la ciudad de la bancarrota y su negativa quedaría plasmada para siempre en una portada del Daily News, “Ford to City: Drop Dead” (“Ford a Nueva York: muéranse”); la ola de crímenes, acentuada por los asesinatos seriales del Hijo de Sam y una inminente epidemia de crack que distorsionaría la vida en Nueva York a principios de los 80, fueron los motivos por los que más de un millón de neoyorquinos decidieran irse de la ciudad.

 

Bajo esa atmósfera se encontraron artistas como Darrel Ellis, Nan Goldin, Agosto Machado, Philip-Lorca Dicorcia, Robert Mapplethorpe, Frank Franca y el propio Frame, quienes encontraron en el bajo Manhattan terreno fértil para su práctica artística, dando vida a una nueva generación de pintores, fotógrafos, escritores y artistas que moldearía para siempre la historia neoyorquina.

 

“Hoy, Nueva York es un lugar muy diferente, empezó a cambiar sobre todo en los 90, después de la muerte de Darrel”, recuerda Allen Frame, quien llegó a la ciudad en 1977. “Pero antes Nueva York era un lugar muy barato, había mucho espacio para trabajar. Lower Manhattan, sobre todo, era un buen lugar para artistas como nosotros”, recuerda.

 

En 1973, a la edad de quince, Darrel Ellis decidió asistir a la High School of Fashion Industries, en el barrio de Chelsea, en donde la mayoría de estudiantes eran mujeres. Fue en ese tiempo que, junto a su compañero de clase, Miguel Ferrando, pasaba días enteros haciendo copias de las obras clásicas en el Metropolitan Museum of Art (Met).

 

Hacia finales de la década de los 70 conoció a el artista James Wentzy, junto a quien haría por dos años una residencia artística en la PS1, en Queens, una de las instituciones de arte contemporáneo más importantes de Nueva York (fundada por Alanna Heiss en lo que fuera una escuela pública abandonada) y que hoy es parte del MoMA.

 

El proyecto por el que Ellis y Wentzy fueron aceptados para tener un estudio en la PS1 (sólo pagando una cuota mensual equivalente a 200 dólares de hoy), consistía en hacer una fotografía y luego proyectar el negativo en un molde de yeso, para luego volver a fotografiarlo con película Kodachrome (película diapositiva). El resultado era una versión distorsionada de la imagen original.

 

En los años siguientes Ellis perfeccionaría este método haciéndolo su práctica principal, experimentando diferentes modos de hacer los moldes, a veces reinterpretando las proyecciones en acuarela, todo mientras hacía un escrutinio de su historia personal que fluctuaba entre varias dimensiones, o como Holland Cotter escribió en una reseña para el New York Times en 1996: “Sus resultados son como instantáneas vistas bajo el agua o borrosas a través de la memoria, bellas pero distorsionadas e inquietantes”.

 

Pero sin duda el momento que definiría su camino ocurrió en 1981, cuando su madre le dio el archivo fotográfico de su padre, quien durante los años previos a su muerte registró su vida familiar a la par de administrar un estudio fotográfico al sur del Bronx.

 

En una entrevista con David Hirsh, publicada en 1991 en el New York Native, Ellis definiría su práctica como “una metáfora de la idea de generaciones (…) las fotos, son como regeneración, regenerado, como que de uno sacas muchos. Y eso es como una familia. Eso funciona como una metáfora de la familia”.

 

Sin título (Padre con cámara), ca. 1981-85 Acrílico, grafito y tinta sobre papel 76.2 x 61 centímetros, de Darrel Ellis. Crédito de imagen: Collection of Michael Sobe

 

Contra nuestra desaparición

 

Allen Frame recuerda la noche que conoció a Darrel Ellis en The Bar, un lugar del East Village frecuentado por artistas. Fue el mismo año en que Ellis empezó a trabajar con el archivo de su padre y en el que Peter Hujar y Robert Mapplethorpe lo fotografiaron en un mismo fin de semana: era 1981, año en que el New York Times publicó una nota titulada “Extraño cáncer detectado en 41 homosexuales”, en su edición del 3 de julio. Aquel sería el inicio de una de las etapas más difíciles de la historia Nueva York y de la vida de artistas como Ellis, pues el virus del VIH azotaría a la comunidad del bajo Manhattan de forma despiadada.

 

Durante ese lapso, Ellis dividía sus actividades entre la práctica y un trabajo de medio tiempo como guardia de seguridad del MoMA. “Los materiales costaban mucho, todo su dinero lo gastaba en materiales. No iba a bares, no iba a clubes, se lo gastaba todo en materiales. Darrel trabajaba mucho, todo el tiempo”, recuerda Frame sobre esos años.

 

En 1989, la fotógrafa Nan Goldin reunió el trabajo de 23 artistas para la histórica exposición Witnesses: against our vanishing (Testigos: contra nuestra desaparición), que pretendía ser un testimonio de supervivencia y homenaje para quienes habían muerto por causas relacionadas al sida (tan sólo dos de los artistas incluidos en la muestra, Mark Morrisroe y Vittorio Scarpati, habían muerto ese mismo año).

 

Para cuando la exhibición se inauguró, el 16 de noviembre, Ellis ya había sido diagnosticado con VIH. Su salud comenzó a deteriorarse y en 1992, dos semanas después de que la artista Susan Spencer Crowe lo encontrara inconsciente en su departamento de Greenpoint, Ellis murió en un hospital de Brooklyn a la edad de 33 años.

 

El pasado 23 de junio se inauguró en la galería Candice Madey, en el Lower East Side de Manhattan, la muestra Luxe, Calme, Volupté para continuar la conversación que la exhibición del Bronx ha generado. Curada por Antonio Sergio Bessa y Allen Frame, la muestra reúne el trabajo de más de setenta artistas, que, al igual que Ellis, desarrollaron su obra en el bajo Manhattan durante la década de los 80.

 

“Es inevitable regresar”, sentencia Frame, a propósito de la atención que el trabajo de Ellis y sus contemporáneos ha cobrado en los últimos meses, “volver a los archivos propios o a los archivos de Ellis, es en realidad un arma de doble filo: se obtiene satisfacción, pero también siempre un poco de dolor y tristeza, reconocer lo perdido pero también lo que ha pasado”.

 

El trabajo de Darrel Ellis navegó siempre entre lo conceptual y la búsqueda de la historia personal. Hoy es también la historia del bajo Manhattan y la ciudad misma, la de una generación de artistas que perdió todo y que a la vez logró permanecer. Hoy, a 31 años de su fallecimiento, el legado de Darrel Ellis no se ha desvanecido.

 

 

Sin título (tío Joseph Tansle), ca. 1989-91 Tinta, aguada y grafito sobre papel 36.8 x 55.9 centímetros. Crédito de imagen: Private Colecction

 

 

 

FOTO: Darrel Ellis: Regeneration, una muestra retrospectiva sobre el fotógrafo, en el Bronx Museum. Crédito de imagen: Cortesía María Prieto

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