La realidad envenenada

Nov 18 • destacamos, Lecturas, Miradas • 973 Views • No hay comentarios en La realidad envenenada

 

En La conjura contra Porky, Fernando Vallejo retoma la violencia que padece Colombia y el mundo contemporáneo

 

POR BENJAMÍN BARAJAS
Fernando Vallejo dio a la luz un documento social, adscrito al género de la novela, cuyo título es La conjura contra Porky (Alfaguara, 2023). Se trata de una obra miscelánea por el conjunto de géneros que en ella convergen y por la variedad de temas que trata, enlazados por la voz narrativa del protagonista.

 

La conjura contra Porky asume el estilo del ensayo, el aforismo, la crónica, el artículo de opinión y el poema lírico. Su intención es expresar la decadencia de la especie humana en los ámbitos de sus concepciones morales, éticas, religiosas y políticas. El tono de su discurso es apocalíptico, situado en la perspectiva de un misántropo que nos recuerda los versos famosos de Calderón de la Barca, ya que “(…) el delito mayor/ del hombre es haber nacido”.

 

El lenguaje de la novela recupera la violencia que padece Colombia y el mundo contemporáneo y, a fuerza de enunciar la irreverencia, la blasfemia y la rudeza, se vuelve también bárbaro y brutal. Su prédica nos recuerda las invectivas de los filósofos cínicos, a la manera de Diógenes, quien copiaba la manera de fornicar y defecar de los perros en los pórticos, para afrentar y denostar las “buenas conciencias” de los atenienses.

 

Por eso, La conjura contra Porky, al ser una novela de contenido político, denuncia las prácticas de las personas que detentan el poder, ya sean los gobernantes, los empresarios, los ministros de la Iglesia y toda clase de criminales exitosos, corresponsables de haber sumido a los hombres y mujeres en la miseria. Desde luego, la corrupción imperante también incluye a los medios de comunicación, a los hombres de la ciencia y el arte.

 

El nihilismo de Fernando Vallejo tiene su asidero en las realidades de nuestros países latinoamericanos, los cuales se han convertido, a últimas fechas, en escenarios de injusticia, discriminación y muerte, pero también abreva en las tradiciones discursivas que han servido de vehículo para expresar el malestar en otras épocas. Es el caso del aforismo que cultivaron con acierto Schopenhauer, Nietzsche y Cioran. Al primero le sirvió para poner al descubierto la mortalidad sin trascendencia del hombre y la mujer, sujetos a la tiranía del tiempo; al segundo, para dictaminar la muerte de Dios, y al tercero, para proclamar la mendicidad universal del ser humano.

 

Para honrar esta tradición de espíritus desahuciados, Vallejo se sirve también de la sátira, subgénero de larga tradición en la cultura occidental que, mediante el humor, el ingenio y el sarcasmo, desmonta los paradigmas de la cultura que están, a su juicio, revestidos de hipocresía y deshonestidad. Los dardos de sus burlas y escarnios no dejan títere con cabeza. El judeocristianismo, la ciencia y los sistemas de gobierno son pulverizados por los rayos flamígeros que lanza desde la luna, lugar donde se ha instalado el narrador después de haberse suicidado en la Basílica Metropolitana.

 

La conjura contra Porky comparte el sentimiento lúdico de protesta de los poetas luciferinos del siglo XIX, del filósofo español Miguel de Unamuno, por su concepción del sentido trágico de la vida, y de los escritores mexicanos José Revueltas y Jorge Ibargüengoitia. La novela de Vallejo es una obsesión circular, una diatriba donde se impone la indignación sobre la estética del género. Se recomienda su lectura si se considera que la risa es un buen elemento para repensar el canon.

 

 

 

FOTO:  Fernando Vallejo es también director de cintas como Fragmentos de amor (2016). Crédito: Archivo EL UNIVERSAL

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